Walter Guevara Anaya
Con frecuencia la historia se olvida. No es ninguna novedad que los pueblos que la olvidan están condenados a repetirla. Tal vez por eso es que para muchos jóvenes el recordarles la historia es como revelarles un secreto. Y para muchos mayores es como si se cometiera una infidencia.
Esta pequeña historia terminó con una tremenda paliza al vicepresidente Juan Lechín Oquendo en 1964, que fue el último año del mandato de cuatro años que cumplió el presidente Víctor Paz Estenssoro junto a su vicepresidente. Desde el inicio de este período, en 1960, el vicepresidente Lechín había intentado dividir el poder a medias con el presidente Paz Estenssoro.
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Paz Estenssoro conocía muy bien esta táctica de Lechín. La practicó cuando fue su ministro durante su primer mandato de 1952 a 1956. Al mismo tiempo que ministro de minas, era el “máximo líder de los trabajadores mineros de Bolivia.” Hizo una oposición salvaje desde el gabinete y desde las minas.
Su pretensión de compartir el poder se apoyaba en el hecho de que ayudó a que el binomio Paz-Lechín ganara la elección de 1960 con un amplio apoyo obrero. En ese mismo año, poco antes de aceptar ser candidato a la vicepresidencia, Lechín ya estaba seguro de que lo que le tocaba era ser el candidato a la presidencia.
Paz Estenssoro lo aplacó ofreciéndole que sea su candidato a la vicepresidencia. Lo convenció con la oferta de que lo apoyaría para que sea el próximo presidente a partir de 1964, una vez cumplido su mandato vicepresidencial de cuatro años.
Los cuatro principales jefes de la Revolución del 9 de Abril de 1952, conducida desde 1941 por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), habían convenido que se turnarían en la presidencia. Al menos dos de ellos, Lechín y Guevara, llegaron a creer que esa rotación se cumpliría.
Paz Estenssoro fue el primer presidente de este proceso revolucionario. Concluyó su primer mandato de cuatro años desde 1952 hasta 1956. Aunque tenía la fuerza política para imponer su presidencia por otros cuatro años, Paz Estenssoro no se presentó a la reelección.
En ese tiempo no había una norma constitucional que prohibiera la reelección inmediata. Todas las constituciones previas habían quedado derogadas de facto por el proceso revolucionario. Paz Estenssoro entregó la presidencia a Hernán Siles Zuazo, que completó su mandato de 1956 a 1960.
En esa transición primó por única vez el hecho de que los cuatro líderes revolucionarios estaban conscientes de la necesidad de institucionalizar el proceso revolucionario, evitando que caiga en manos de caudillos populistas. La rotación era el mecanismo que le daba una vida institucional al proceso revolucionario.
Aprendieron esta lección de la revolución mexicana. Cuando uno de sus líderes intentó forzar su reelección, los otros le hicieron saber que ya habían sorteado cuál de ellos estaría a cargo de asesinarlo. Muy a la mexicana no se toleró ni una sola reelección hasta el día de hoy.
Al forzar su candidatura presidencial por una segunda vez en 1960, Paz Estenssoro destrozó el plan rotatorio institucional. Marginó a Lechín, pero lo puso de vicepresidente. Marginó también a Walter Guevara Arze, que dejó el MNR y se presentó como candidato a la presidencia con la fracción del MNR que lo apoyó en esa campaña. Más tarde, Lechín organizó su propia fracción del MNR.
El gran partido de masas que hizo la Revolución Nacional se fragmentó para siempre.
Al poco tiempo de ser elegido presidente en 1960, Paz Estenssoro tomó medidas para controlar a su vicepresidente Juan Lechín Oquendo. Lo convenció de que podía lucirse como embajador en Italia. Contó con el apoyo de la bella esposa de Lechín, que prefería lucirse en Roma a ser la esposa de un vicepresidente segundón en La Paz.
Según un testigo que estuvo presente en esa reunión, Paz Estenssoro le dijo a Lechín que en Roma podía contratar grandes arquitectos para remodelar el Palacio Quemado. Sutilmente, le dio a entender que lo apoyaría para que fuera su sucesor en la presidencia a partir de 1964.
Lechín pidió licencia de la vicepresidencia y se fue a Italia como embajador. Mientras Lechín vivía feliz y despreocupado en Roma con su esposa, Paz Estenssoro tomó la decisión de presentarse por su propia cuenta como candidato a una reelección inmediata a partir de 1964.
Cuando Lechín regresó de Italia se enteró de que Paz Estenssoro había decidido ser el candidato a la presidencia a pesar de su oferta de que apoyaría su candidatura y a pesar del supuesto acuerdo rotatorio de los cuatro jefes del MNR.
Al reasumir su vicepresidencia por un corto tiempo después de la reelección forzada de Paz Estenssoro, Lechín tuvo que aceptar que había sido engañado. Molesto en extremo, habló en su entorno de que denunciaría públicamente los incumplimientos de Paz Estenssoro.
Se opondría a que Paz Estenssoro recibiera la medalla presidencial para un tercer mandato forzado de 1964 a 1968. Lechín no pudo cumplir su imprudente amenaza. Recibió una tremenda pateadura que lo mandó al hospital hasta después de la posesión de Paz Estenssoro.
Para neutralizar la previsible oposición obrera y popular que podía ser montada desde el llano por un Lechín ferozmente despechado y por los sectores urbanos y campesinos que apoyaban a Walter Guevara Arze, Paz Estenssoro escogió como su compañero de binomio para el mandato de 1964 a 1968 a un militar que tenía todos los rasgos de ser un caudillo de mano dura.
El general René Barrientos Ortuño hablaba un perfecto quechua, era buen orador, sumamente valiente y altamente ambicioso. Confiado en que podía contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas, aceptó el papel de represor, por más que esa no era una función ni atribución de la vicepresidencia.
Lo aceptó sabiendo como el resto del país que esta reelección inmediata de Paz Estenssoro violaba la constitución aprobada por el mismo Paz Estenssoro en 1961.
En su mordaz sátira titulada “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” Carlos Marx dice que la historia se repite, pero que lo que sucede la primera vez como tragedia se repite más tarde como farsa. Se refería a la presidencia del sobrino Luis del emperador Napoleón Bonaparte, que tomó la presidencia de Francia con el apoyo de la alta burguesía y reprimió al movimiento obrero y revolucionario.
A los pocos meses de haber iniciado su abusivo tercer mandato, el presidente Paz Estenssoro fue derrocado por un golpe militar encabezado nada menos que por su propio vicepresidente. Sucedió el 4 de noviembre de 1964. El General René Barrientos Ortuño se quedó como presidente hasta su muerte en un accidente de helicóptero el 27 de abril de 1969.
Con este golpe militar el impulso institucional de la Revolución Nacional, frenado desde el inicio por la ambición de Paz Estenssoro, se estancó definitivamente. Los militares se quedaron en el poder más o menos ininterrumpidamente hasta el 10 de octubre de 1982, cuando Hernán Siles Zuazo asumió por segunda vez la presidencia por haber ganado las elecciones de 1980.
Las lecciones de la historia son difíciles de aplicar porque las circunstancias cambian. No se las puede aplicar mecánicamente a un nuevo tiempo. Tampoco se las puede ignorar sin caer en el riesgo de repetir sus errores.
Los eventos del pasado no son de por sí una brújula certera para manejar el presente. Para determinar lo que hay que hacer en las circunstancias actuales es imprescindible contar con un criterio sensato y ponderado. Solamente de esa manera se evitará repetir los errores del pasado.
Lo que sí queda perfectamente claro es que no se puede tolerar un vicepresidente opositor dentro el gobierno. Es preferible encontrar la mejor manera de enviarlo a que haga oposición desde el llano.
