Lo primero que hay que celebrar de Depredador, tierras salvajes es que la franquicia ha caído en manos de sangre joven que tiene mucho afecto por la franquicia, ya que esta es la tercera película que dirige Dan Trachtenberg. Sus anteriores películas fueron La presa (Prey, 2022) y Depredador: Asesino de Asesinos (2025), esta última una fabulosa cinta de animación que solo fue estrenada en plataformas (Hulu y Disney) que recomiendo muy enfáticamente.
La mayor virtud de la película es abrir un mundo nuevo de posibilidades sin dejar de lado la conexión con la saga original e incluso con su saga “hermana” Alien, gracias a la presencia siempre perturbadora de la Corporación Weyland-Yutani que hace de nexo entre estos dos universos.
En Depredador, tierras salvajes estamos frente a un universo totalmente desconocido, desde Yautja Prime planeta de origen de los Yautjas, (así es que se había llamado la especie de los depredadores), hasta Genna, el planeta más peligroso del universo. En medio tenemos un delicioso bufete visual de naves espaciales, máscaras, armas y monstruos, muchos monstruos, lo que garantiza el entretenimiento a lo bestia de la ciencia ficción.
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Otra novedad es que está es la primera película de la saga sin humanos. Las interacciones más llamativas de Dek tienen como interlocutora a Thia un androide muy bien interpretado por Elle Fanning. El resultado final de esta nueva trama en una aventura más focalizada en elementos de ciencia ficción, donde no solo tenemos monstruos, sino también naves espaciales, armas y tecnología futurista.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Muchos de los fans más devotos de la franquicia están molestos con el “endulzamiento” que ha hecho Disney con él, anteriormente despiadado, depredador.
Comparemos: en Depredador 2 (1990), el Yautja era un carnicero ceremonial que nos regalaba la icónica imagen de un cráneo arrancado con la columna vertebral incluida. En 2025, tenemos a Dek, un Depredador adolescente sumergido en una relación tóxica con su padre. Honestamente, comparado con sus paisanos ochenteros, Dek es casi un angelito.
He leído en los rincones oscuros del internet el grito de guerra: «¡Depredador es otra saga arruinada por la corrección política de Disney!». Lo entiendo, pero no estoy de acuerdo.
Al no ser un gran fanático de la saga, las libertades que se han tomado con Depredador no me molestan y le doy mi voto de confianza a esta película que, no por nada, lidera la taquilla global por segunda semana consecutiva.
Roberto Marcelo Vera
