El irrefutable poder cruceño


Hugo Salvatierra Rivero

Las intenciones del Movimiento Al Socialismo (MAS) de destruir el aparato productivo de Santa Cruz durante casi dos décadas quedaron en eso: meras intenciones.



El conflicto entre Santa Cruz y el Gobierno central ha sido una constante en la historia política reciente de Bolivia. Desde 2006, el departamento cruceño resistió estoicamente las arremetidas del MAS, un periodo caracterizado por una fuerte tensión política y visiones contrapuestas entre el gobierno central y los sectores cívicos, productivos y opositores que demandan mayor autonomía.

Las crisis más significativas tuvieron orígenes y características diferentes: la lucha por la autonomía (2008), la defensa de la democracia frente al fraude electoral (2019) y la disputa por los recursos y la representación parlamentaria (como la del Censo en 2024). A pesar de estas tensiones, Santa Cruz logró mantener su desarrollo.

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Pese a las tensiones políticas, Santa Cruz ha sostenido su rol como el principal motor económico de Bolivia, contribuyendo con un porcentaje significativo (aproximadamente el 35% del Producto Interno Bruto – PIB) y la mayor parte de las exportaciones no tradicionales. Analistas coinciden en que el modelo productivo cruceño demostró una extraordinaria resiliencia, incluso frente a políticas centralistas cuestionadas (como la restricción de exportaciones y temas ambientales) que buscaron generar un impacto negativo.

Las políticas adversas y el «asedio» del poder central no lograron «destruir el modelo de desarrollo cruceño» debido a la fortaleza de su sector productivo, su constante crecimiento demográfico, y la persistencia de una identidad regional con firmes demandas de mayor autonomía y poder político.

Sin lugar a dudas, la lucha por la «Recuperación de la Democracia» frente al fraude electoral de 2019, orquestado por el MAS, fue la batalla más dura para el movimiento cívico y ciudadano. La masiva presión social, que culminó con la renuncia de Evo Morales, fue un hito que forzó el respeto al voto y la Constitución.

La tensión más reciente y aguda fue el conflicto por el Censo de Población y Vivienda (2024). Este generó un largo paro cívico en Santa Cruz. La clave de esta disputa no fue solo la fecha, sino el impacto directo en la distribución de la coparticipación tributaria (recursos económicos) y la asignación de escaños parlamentarios (representación política) que se derivan de los datos poblacionales.

El MAS no pudo desmantelar el modelo de desarrollo cruceño porque este es un sistema arraigado en la sociedad, con un motor económico poderoso y una institucionalidad local organizada que ha sabido resistir y adaptarse a las políticas centralistas, manteniendo a Santa Cruz como el departamento más dinámico del país.

El Gobierno actual ha tomado debida nota de esta realidad. Por ello, el presidente Rodrigo Paz tiene como estrategia central la reactivación económica basada en la producción privada y la descentralización. Esto lo posiciona como un aliado natural para el modelo de desarrollo cruceño, a diferencia de la visión estatista de los gobiernos anteriores del MAS.