Entre dudas y certezas esperar al nuevo gobierno


 

Desde el próximo sábado, los hechos importan más que las promesas. Esos hechos que serán el presente, cuando el futuro comience a ser realidad. Si, como bien se dice: la fe es creer en lo que no se ve, aquellos que perdieron en el balotaje, están todavía confundidos, prefieren la incredulidad; otros, atizan y abrigan esperanzas.



Rodrigo Paz ganó sumando los votos nulos de la primera vuelta; basta con saber sumar. Lo que no queda claro si fueron para que Rodrigo gane, o, lo que parece más probable, para que Jorge Quiroga pierda; otra vez funcionó la construcción mental: no creas ser el mejor, bien sabes que no te quiero, pero a este otro lo odio.

Lo que interesa hoy, es el mañana del nuevo gobierno, conocer sus decisiones; se dice que las primerizas incluirán temas estratégicos: supresión de ministerios, designación de ministros, precios de combustibles, aplicación de biotecnología agrícola; modificación de los impuestos, tipo de cambio, y regulaciones para exportar; se comenta de todo un poco.

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El rumbo del nuevo proceso de cambio no depende solo del Poder Ejecutivo, también del ciudadano, que, después de votar, finge ignorar su compromiso, prefiere el cómodo rol de criticar; cuando al final, al cierre de las cuentas, en los balances de la crisis, la factura es para el dueño de los recursos: el pueblo. A ver si queda claro que no es al gobierno que le va mal, sino al ciudadano, a quien le alcanza el efecto de los beneficios o daños. El gobierno no puede darse el lujo de equivocarse, tampoco al ciudadano le asiste la gracia de permitir la incompetencia.

¿Dónde queda la fiscalización del parlamento que representa al pueblo? ¿Por qué no protesta activamente contra los senadores y diputados que permiten que el mandatario ande como Pedro por su casa sin el permiso del dueño? Consentir tamaña hegemonía del poder abusivo que nada hizo para prever el tiempo de las vacas flacas; se vaciaron los graneros, los ingresos del gas se despilfarran; la economía boliviana está destruida. ¿Quién se acuerda de los ahorristas? Sus ahorros en pesos bolivianos han perdido poder adquisitivo, mirando la estructura de saldos bancarios, se concluye que millones de pesos bolivianos están en el camino de ser papel mojado. ¿Habrá alguna compensación para miles de familias, obligadas al ahorro en moneda nacional, resultado de la desdolarización, promovida por el fracasado «modelo de cambio» que satanizó a la moneda dólar? El ocho de noviembre empieza una nueva puesta en escena con un reparto de protagonistas novatos en el rol de bien intencionados. En cambio, los antagonistas harán causa con los desplazados que pretenden no tener culpa en la crisis institucional y económica, mucho menos -¡vaya descaro!- en las consecuencias que con rigor implacable serán el costo social de una recuperación económica necesaria. El país está cerca de un acontecimiento anhelado. En la vida diaria se percibe una emoción abstraída, como luz intermitente, que se enciende y apaga, entre la duda y la certeza.

 

 

Mario Malpartida

Periodista