Álvaro Riveros Tejada
Halloween es una fiesta que se celebra cada 31 de octubre, principalmente en países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido e Irlanda, aunque hoy se ha extendido por todo el mundo y especialmente en Bolivia, donde fue celebrada a lo gringo, como si de una antigua festividad aimara se tratara, en ciudades del Estado plurinacional, antiimperialista, socialista y pachamamista, mezclándola sincréticamente con tradiciones cristianas del Día de Todos los Santos.
Actualmente, se celebra con disfraces, decoraciones terroríficas, fiestas, desfiles y el tradicional “truco o trato” (trick or treat), donde los niños piden dulces de casa en casa. En nuestro medio, no solo los niños, sino la ciudadanía entera, pide dólares, gasolina, Diesel, en medio de colas que simbolizan diversión, fantasía y todo lo relacionado con lo misterioso, lo sobrenatural y mucho de lo diabólico.
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Que el país no tenga gasolina, ni diésel, ni dólares, y pronto ni siquiera gas natural, es lo que ve la gente como suficiente exhibición de la ineptitud y corrupción de un régimen o etnia gobernante, calificada por sus proyectistas, como: “La Reserva Moral de los Bolivianos” que al paso de dos décadas nos dejó sin reservas. Salvo la muy controvertida industria agroquímica del trópico cochabambino, donde se estableció la famosa planta de Urea, para fertilizar los sembradíos y como una fina tapadera del transporte del producto final hacia el Brasil y la Argentina.
Y es en medio de este escenario, cuando los bolivianos ingresamos al famoso Foro de Sao Pulo, ese cártel creado por Fidel Castro, Lula Da Silva, Hugo Chávez, los Kirchner y otros, con el objeto de subvenir los gastos de la maltrecha isla cubana, que para entonces, parasitariamente ya succionaba miles de millones de dólares a la Unión Soviética y, a partir de la creación de esa organización criminal, recibía gratuitamente 113 mil barriles diarios de petróleo de la Venezuela saudita.
A la luz de lo expuesto y ante la innegable degeneración sufrida por el organismo criminal, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un apéndice del Foro de São Paulo, determinó la suspensión del gobierno entrante de Bolivia, que presidirá Rodrigo Paz, por su conducta “proimperialista y colonialista” y considera “inaceptables” las declaraciones contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, formuladas por el «ultraderechista», en referencia a Paz Pereira.
¿Habrase visto semejante ridiculez? Es más, ese sindicato del crimen arguye que:
“Esta suspensión no afecta los vínculos permanentes, afectivos y solidarios que mantenemos con el pueblo boliviano, con el cual seguiremos trabajando y acompañando en su desarrollo y bienestar”, precisó la alianza, conformada por Venezuela, Cuba, Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Granada, Santa Lucía y Bolivia, ahora suspendida, y que tuvo el “honor” de convertirse en el tercer Estado-miembro en ingresar a la ALBA, fundada en 2004 por los entonces presidentes de Venezuela y Cuba, Hugo Chávez y Fidel Castro, respectivamente.
Tales acontecimientos explican nítidamente la posibilidad de que la influencia y el poder perdidos por los gobiernos, claramente aliados con el narcotráfico, que además tienen el objetivo común de desestabilizar la región y se complique aún más, lo cual explica la necesidad de prever a lo que se enfrenta el presidente Paz Pereira, así como la declaración de guerra a los carteles de la droga emprendida por el presidente norteamericano, en el Halloween de Donald Trump.
