Confieso que todos en mi familia vimos emocionados la posesión del nuevo presidente de mi país, y lo conversábamos, no es por la relación personal con él y su familia, ni como dice mi hijo Andrés «Pensar que el nuevo presidente ha dormido en mi cama», la emoción es porque después de 20 años se respira otro aire en mi patria, se respira un aire de libertad, se siente que empieza algo nuevo y bueno, que los bolivianos podemos encontrar el rumbo de y vivir un proceso político y económico que trascienda más de una generación para que en el siglo 21 Bolivia no se vuelva un estado fallido o un estado paria en un mundo moderno donde la competitividad, la eficiencia, la tecnología y el desarrollo no esperan a nadie, y la historia no nos puede dejar atrás.
Su posesión nos está haciendo recuperar la esperanza, ahora estamos empezando a creer que un cambio positivo es posible, que podemos establecer objetivos como país que nos saquen del obscurantismo al que nos sometieron este comienzo de siglo, también estamos recuperando la fe, no solamente por el simbolismo de la presencia de los símbolos religiosos que profesamos la mayoría de los Bolivianos, sino porque su discurso de posesión y su actitud previa a asumir el mando, nos está haciendo confiar en un porvenir positivo, basados en la convicción de que el sacrificio inicial al que debemos someternos darán sus frutos y esa adversidad inicial, nos fortalecerá como país.
Es imposible planificar el futuro sin referirse al desastre de gobierno que hemos tenido estos 20 años, no solo en lo económico, en lo energético, en lo social donde han tenido una actuación delincuencial, dejan al país con una deuda interna y externa casi impagable, nos dejan una crisis energética no vista en la historia republicana, de ser exportadores de energía, hoy importamos la totalidad del diésel y casi la totalidad de la gasolina, el gobierno de Arce ha gastado 15.600 millones de dólares en importación de combustibles en los últimos 5 años, y han inviabilizado la inversión extranjera en exploración y explotación de hidrocarburos, convirtiendo a Bolivia en un país no apto para la inversión extranjera por falta de seguridad jurídica.
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En lo social han fracturado la cohesión social, dividiendo a la población por etnias, razas, regiones, ascendencia social, color de la piel, cuando somos un país mestizo, un país de gente amable, tierna, cariñosa y abierta. No me extiendo más en el diagnóstico, aunque hay mucho que decir, pero me gusto la firmeza de Rodrigo cuando advierte que todos estos crímenes y «traiciones a la patria» como las denomino no quedaran en la impunidad. La reconciliación nacional parte del principio jurídico y ético de que nadie puede quedar impune, nadie puede alegar privilegios ni jurídicos ni políticos, ni refugiarse en un territorio donde el estado perdió el control para alegar inocencia. Los países serios se construyen en base al respeto y a la igualdad ante la ley.
Celebro la reinserción de Bolivia en el mundo, su amistad renovada con los EEUU, la UE, y los países democráticos y más consumidores del planeta donde podemos hacer buenos negocios para mejorar la calidad de vida de los bolivianos. Los últimos 20 años, nos aislamos del mundo para fortalecer al narcotráfico, la decisión política de convertir a la cocaína en un arma antiimperialista y aliarse con el cartel de los soles, proteger al PCC y al comando Vermelho para que operen en Bolivia, no es una decisión aislada, es parte de una política de estado que estuvo a punto de convertir a Bolivia en un país forajido. Gracias a Dios hoy lo empezamos recuperar.
Estoy contento porque he recuperado la esperanza y la fe, no será fácil, la crisis en muy profunda pero tenemos que tener la capacidad y sobretodo la paciencia para ver la luz al final del túnel, hemos dado el primer paso eligiendo al binomio correcto Rodrigo Paz Pereyra y Edman Lara Montaño, ellos encarnan una visión moderna del estado y una sensibilidad social necesaria cuando hay que ajustarse los cinturones, creen en la economía de mercado, en la inversión extranjera, en la seguridad jurídica, en la reglas claras para la inversión privada y en la reinserción de Bolivia en el mercado internacional.
Ayudémoslos, no los dejemos solos, Bolivia nos necesita a todos y tenemos que ayudar desde donde estemos para demostrarle al mundo la capacidad que tenemos como país de salir adelante y sentirnos orgullosos de nuestras raíces.
Dios bendiga a Bolivia y a su nuevo gobierno.
Guido Añez Moscoso
