Estas artistas revolucionaron la televisión italiana y eligieron marcharse del mundo del mismo modo en que lo habitaron.
Por Guillermo Urquiza

Lo dijeron públicamente en su 88º cumpleaños: “nuestro deseo es morir juntas, el mismo día. La idea de que una de nosotras muera primero es muy difícil de soportar”. Y poco más de un año después, ese deseo se cumplió. Alice y Ellen Kessler fallecieron en Gruenwald, cerca de Múnich, el mismo día y mediante suicidio asistido, una decisión que habían tomado con anterioridad y que se llevó a cabo según la legislación alemana. Tal como confirmó el medio digital Corriere della Sera, las gemelas habían planificado su muerte con meses de antelación. En la fecha acordada, un médico y un abogado de la acudieron a su domicilio para acompañarlas el proceso, conforme a la ley.
Nacidas el 20 de agosto de 1936 en Nerchau (Sajonia), las Kessler se convirtieron en un milagro televisivo para la Italia de los años sesenta. Su irrupción en el programa Giardino d’inverno en 1961 marcó un antes y un después en el entretenimiento. Caracterizadas por un estilo moderno, sofisticado y con una energía renovadora, se hicieron un hueco en la memoria colectiva de la época. Esto las convirtió en un símbolo cultural que proyectaba una imagen emancipada y autónoma de la mujer.
Canciones como Pollo e champagne o Concertino consolidaron su estatus de iconos. Su aura combinaba ingenio y profesionalidad extrema. Por eso fueron habituales en programas como Canzonissima y La prova del nove, y trabajaron con leyendas como Mina, Raffaella Carrà, Johnny Dorelli, Walter Chiari o Pippo Baudo.
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Iconos pop antes de que existiera la cultura pop
A lo largo de los años setenta, estuvieron muy presentes en la televisión italiana. Sin embargo, las constantes exigencias de la industria del entretenimiento, hizo que se empezaran a alejar progresivamente de la exposición constante. En los ochenta conjugaron el mundo televisivo – mediante apariciones especiales – con sus propias normas cotidianas basadas en la tranquilidad y el anonimato. Cuando les preguntaban si echaban de menos la televisión, ellas respondían al unísono: “para nada”.

Las gemelas vivían en Gruenwald, en dos casas simétricas y contiguas. En 2006 donaron sus bienes a Médicos Sin Fronteras, explicando: “no nos quedan familiares, y si los tenemos, no los conocemos”. Su círculo cercano eran sus amigas, todas mujeres, con quienes compartían cenas en su restaurante italiano favorito.
A pesar de las constantes peticiones para que regresaran a la televisión, ellas habían decidido que su tiempo bajo los focos había terminado. Y se retiraron juntas, igual que vivieron: con elegancia y autonomía. Su muerte, elegida y compartida, cierra la historia de dos vidas paralelas.
Un final premeditado
Del mismo modo en que vivieron, así abandonaron la vida las gemelas Kessler. A sus 89 años han fallecido juntas en Baviera. Con el deseo de no perder autonomía y enfrentar el deterioro, decidieron marcharse por voluntad propia. La Asociación Alemana por una Muerte Digna (DGHS) confirmó que ambas cumplían los requisitos legales para acceder al suicidio asistido en Alemania: ser adultas, actuar de manera autónoma y asumir la responsabilidad exclusiva de su elección. Según la organización, las hermanas expresaron en los últimos meses su deseo de evitar un deterioro prolongado y la pérdida de autonomía, además de la imposibilidad emocional de concebir una vida separadas después de casi nueve décadas juntas.