Un estudio especializado alerta que el cambio climático afecta de forma crítica y desproporcionada a la niñez y adolescencia en Bolivia, siendo las niñas y adolescentes mujeres quienes enfrentan los impactos más severos debido a razones de género. La investigación, elaborada por ChildFund Bolivia y la Fundación Educación y Cooperación, subraya que este fenómeno no es abstracto, sino una realidad que vulnera los derechos fundamentales de más de dos millones de personas entre 0 y 18 años.

Fuente: ANF
La investigación titulada «Impacto del cambio climático en los derechos de niños, niñas y adolescentes: un análisis prospectivo en Bolivia», identifica una vulnerabilidad crítica en este grupo poblacional. Esta condición se debe a una combinación de factores anatómicos, cognitivos, inmunológicos y psicológicos propios de su desarrollo, agravados por la pobreza multidimensional y la debilidad institucional del país, exponiéndolos de manera severa a sequías, inundaciones, olas de calor e incendios forestales.
El análisis es contundente al señalar el impacto desfavorable en derechos esenciales como la salud, la educación, la protección, la alimentación y la participación. Estos derechos, fundamentales para un desarrollo integral y seguro, se ven comprometidos por la crisis climática, configurando un escenario de alto riesgo para las nuevas generaciones.
Geográficamente, el estudio aplicó un Índice de Riesgo Climático de la Infancia (IRCI), identificando como territorios prioritarios las zonas adyacentes a cuerpos fluviales, donde las inundaciones son la amenaza más significativa. Asimismo, se destaca que cada bioma – andino, amazónico, chaqueño o chiquitano – presenta desafíos específicos, por lo que se requieren respuestas diferenciadas y territoriales.
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Frente a esta problemática, el diagnóstico señala que la respuesta actual es insuficiente. Las normativas, los recursos, los conocimientos técnicos y las intervenciones existentes no logran dar una respuesta oportuna y efectiva. A esto se suma una brecha crítica en el financiamiento climático, que no incorpora de forma sistemática a este grupo poblacional, y una participación escasa de los propios afectados en las decisiones.
Como horizonte de acción, el estudio plantea cinco recomendaciones centrales. La primera es la inclusión urgente de la niñez y adolescencia en la normativa medioambiental y climática del país, incluyendo las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), desde enfoques de derechos y de género.
Otras recomendaciones clave son el fortalecimiento de los sistemas de salud, educación y protección para que sean climáticamente sensibles; el destino de financiamiento específico con enfoque territorial para estrategias que los protejan; y la promoción de su participación como agentes clave en la construcción de soluciones sostenibles.
La investigación concluye que intervenir e invertir en la protección de la niñez y la adolescencia frente al cambio climático no es solo un acto de equidad y justicia, sino una apuesta estratégica por la sostenibilidad del país, advirtiendo que su futuro depende de las acciones resilientes que se prioricen hoy.
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