Mosoj wayras phukumusan


 

 



El contundente triunfo del binomio presidencial del Partido Demócrata Cristiano, ha puesto en evidencia que el pueblo boliviano no está dispuesto a soportar jefes eternos; es así que Rodrigo Paz Pereira, a diferencia de otros postulantes, a lo largo de su correteo político desde 1997, ha sido un ganador permanente, nunca ha perdido una elección. Fue diputado uninominal, Alcalde de Tarija y Senador del Estado, y muy a pesar de lo que sostienen sus detractores gratuitos, es un servidor público eficiente y sencillo, y ambas cosas es lo que premia el pueblo, algo que no aceptan los llamados líderes que prefieren tener en sus filas solo a obedientes.

Su extraordinario triunfo en las elecciones nacionales, en primera y segunda vuelta, no ha sido por acuerdos subterráneos con el movimiento que lideraba el violador de los derechos de las niñas y apaleador de los indígenas en Chaparina, sino que es consecuencia de su cercanía con la gente.

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Y no es que me esté corcheando con el Presidente electo, pues no tengo por qué hacerlo, sino que él entendió afinadamente que mantener la proximidad con el pueblo –y estoy seguro de que seguirá siendo- es muy importante para alcanzar objetivos, lo que varios no creen ni por asomo.

A Rodrigo Paz y a su hermano mayor Jaime, los conocí en mi militancia mirista, relación que se afianzó a partir de 1997, año en el que por primera vez se elegían diputados uninominales y junto a su padre, el expresidente Jaime Paz Zamora, recorrimos los municipios del Cono Sur de Cochabamba, del departamento y del país, acercándonos a conversar con la gente y fue consolidándose con las elecciones municipales de 1999 y nacionales de 2002 y 2005, año en el que el MIR perdería su personería jurídica.

De ahí en más, el contacto con el ahora Presidente electo ha sido ocasional, y las veces que nos encontramos, sea en Madrid, Washington D.C., La Paz, Tarija, Santa Cruz, Riberalta, Cochabamba o El Picacho, ha sido para discernir sobre política, empero confesar que observé en él una pertinacia para alcanzar la Presidencia del Estado, como aquel sábado 5 de marzo de 2022, en el Corso de Corsos en Cochabamba, notándolo seguro de sí mismo, pues me dijo que el pueblo le transmitía esa seguridad.

En lo personal, Rodrigo Paz entendió el compromiso político-institucional que asumí con Manfred Reyes Villa, siendo su vocero, secretario departamental en la Prefectura y general en el gobierno municipal –aclaro que fue por convicción no por interés-, y entonces intercambiamos sentires, y como no podía ser de otra manera, Rodrigo siempre se mostró respetuoso, algo que no es habitual en otros.

El irrefutable triunfo ha sido la suma de un recorrido de Rodrigo Paz por el país a lo largo de los años, con la yapita de errores y subestimaciones de sus contendores y de algunos medios de comunicación, por lo que el pueblo decidió explayarse apoyando el trabajo sencillo y cercano a la gente, condenando y confinando la arrogancia y los aires presidenciales anticipados de algunos grandilocuentes.

Ahora, la responsabilidad es de todos y todos tenemos el deber de apuntalar al nuevo gobierno para salir de la crítica situación económica, social, cultural y política que dejaron los gobiernos de Evo Morales, de Jeanine Añez y el actual de Luis Arce Catacora, administraciones plagadas de corrupción, ineficiencia, de acciones vergonzantes e incluso delictivas.

El sábado 8 de noviembre, se inicia un nuevo tiempo político en Bolivia; chay p’unchayman pacha, mosoj wayras phukumonqa Bolivia suyuyninqueqpi. (a partir de ese día, soplarán nuevos vientos en Bolivia).