Reconstruir Bolivia desde abajo: el papel que nos toca a todos


Bolivia atraviesa una etapa decisiva. La crisis política, económica y moral de los últimos años ha dejado al país con heridas profundas y con una sociedad cansada de la confrontación. Pero también, con una oportunidad única: reconstruirnos desde abajo, desde la gente común, desde la diversidad de voces que hacen de Bolivia una nación extraordinaria, viva y múltiple.

No podemos seguir esperando que la reconstrucción venga solo desde el poder político. El ciudadano común tiene hoy más que nunca una tarea crucial: volver a creer en el valor de su palabra y de su acción cotidiana. Participar en los espacios locales, instruirse, informarse, exigir transparencia, cuidar el barrio, la escuela, la comunidad. En tiempos de desencanto, el acto más político es no rendirse ante la pasividad e indiferencia.



La sociedad civil, tanto urbana como rural, debe recuperar su papel articulador. No se trata solo de protestar y reclamar, sino de proponer y tender puentes. Las organizaciones vecinales, cooperativas, colectivos culturales, escuelas y colegios, universidades y comunidades campesinas tienen la capacidad de impulsar pequeñas transformaciones sostenibles: proyectos de agua, educación, producción local, justicia ambiental. Cada una de esas acciones es una pieza del nuevo tejido nacional que necesitamos.

Por su parte, los movimientos sociales están llamados a renovarse. Su fuerza histórica es innegable, pero esta nueva etapa exige liderazgos que escuchen y dialoguen, que pongan la justicia social por encima de la disputa partidaria. La reconstrucción requiere movimientos sociales que acompañen y fiscalicen al Estado, pero también que construyan propuestas de futuro junto a él.

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Bolivia no se levantará solo con leyes ni con promesas y discursos. Se levantará con confianza recuperada, con ciudadanos que decidan que su voz importa y que su acción suma. Reconstruir el país no es tarea de unos pocos iluminados; es responsabilidad de todos: del campesino que cuida la tierra, del profesional comprometido con su patria, de la madre que enseña a sus hijos el respeto, del joven que decide informarse antes de opinar, del trabajador que cumple con dignidad su labor.

A propósito, recordamos esta famosa reflexión de John F. Kennedy, que se aplica perfectamente a este momento histórico: “No preguntes que puede hacer tu país por ti, pregunta que puedes hacer tú por tu país”

Es hora de entender que la democracia no se delega: se ejerce.

Y que reconstruir Bolivia no es un proyecto político, sino una tarea moral, individual y colectiva.

Fernando Crespo Lijeron