El alcalde Jhonny Fernández informó que el número de vendedores en las calles creció un 18% en el último año, debido a la falta de empleos formales. Hasta 2024, se estimaban más de 35.000
Fuente: eldeber.com.bo
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Ya sea en las calles aledañas a los antiguos mercados, en pleno centro de la ciudad o en los barrios más alejados, el comercio informal va copando los espacios públicos.
Lugares que fueron despejados, como las calles cercanas a Los Pozos, ahora son presas de los ambulantes.
Una situación similar ocurre en la rotonda del Plan Tres Mil, donde apenas cae el sol, el caos se desata. En medio de las obras del puente, decenas de puestos improvisados se instalan en cuestión de minutos. Carritos de comida, vendedores de verduras, ropa usada y aparatos electrónicos ocupan aceras y calzadas.
En los barrios, cualquier calle, avenida o acera sirve para instalar un puesto donde se ofrece comida, verduras y hasta ropa.
El alcalde Jhonny Fernández reconoció que el comercio informal aumentó un 18% entre 2024 y 2025, un fenómeno que atribuye a la crisis económica que afecta a las familias.
“Lamentablemente al mes de septiembre hemos tenido un incremento de casi un 18%. Desde 2024 al 2025, un 18% de más vendedores en las calles, impresionante. Esto ya no es de una avenida, sino ya en los barrios se está dando esta situación, que, obviamente, hay que controlar”, indicó durante una reunión con dirigentes de los mercados.
Fernández aseguró que la Alcaldía busca proteger la actividad formal, aunque reconoce que la expansión del comercio callejero está directamente vinculada a la falta de empleos estables.
En junio de 2024, el alcalde había informado que el número de vendedores ambulantes superaba los 35.000, mientras que en 2021 se calculaban alrededor de 20.000. “Tenemos que lidiar con este problema, pero también hay que tomar en cuenta que, si la gente sale a las calles a vender no es para perjudicar al ciudadano, sino porque quiere comer y vivir. Entonces, hay que ir cubriéndolo con políticas locales y nacionales”, indicó aquella vez.
Entre tanto, la Alcaldía intenta recuperar los espacios con controles periódicos y puntos fijos.
Al respecto, el dirigente gremial y exconcejal, Jesús Cahuana, coincide que la falta de empleos empuja a muchos a buscar su sustento en las calles. “Muchos han migrado del campo a las ciudades porque no hay combustible”, manifestó.
Criticó los asentamientos que se permiten en el antiguo mercado La Ramada. “Se ha convertido en una feria permanente, pese a que existe una ley que prohíbe el asentamiento de cualquier comerciante, porque todos los que vendían en la calle deberían estar en el nuevo La Ramada”, insistió.
Cuestionó la intención de conceder concesiones individuales. “Tienen que realizar una concesión seria, de modo que el gremialista asuma todos los gastos relacionados con los servicios básicos y el mantenimiento”, señaló, al indicar que esperan la convocatoria del alcalde para definir de qué forma se harán las concesiones y en qué espacios.
También lamentó que los mercados zonales que fueron construidos en los distritos están abandonados y no se ha cumplido con las obras complementarias, como accesos, iluminación y otros. “Santa Cruz no necesita construir ni un mercado más, lo que necesita es darles condiciones a los que hay”, dijo.
Por su lado, el concejal de Comunidad Autonómica (C-A), José Alberti, cuestionó la gestión municipal y aseguró que existe improvisación, particularmente en el manejo de los mercados. A su juicio, la falta de planificación pone en riesgo incluso el mercado Mutualista, valuado en más de 100 millones de dólares.
La concejala Lola Terrazas también considera que no hay planificación y eso se evidencia en los operativos, porque, tras las batidas, los comerciantes vuelven a ocupar los espacios públicos sin que se adopten medidas de fondo.

