Tarija y la cuestión urbana: planificación, especulación y un futuro por definir


A cuarenta años del DS 21060 y en vísperas electorales, arquitectos tarijeños exigen una agenda urbana que supere la expansión sin rumbo y asuma el desafío de integrar ciudad, patrimonio y vocación territorial.

Tarija y la cuestión urbana: planificación, especulación y un futuro por definir



Obras de impacto Foto: Miranda Lumière

Fuente: https://elpais.bo

En el Día Mundial del Urbanismo, mientras más de 30 países reflexionan sobre ciudades sostenibles y habitables, Tarija enfrenta su propia encrucijada. Cuarenta años después del DS 21060 que relocalizó mineros y transformó demográficamente Bolivia, la capital chapaca aún no logra articular un modelo urbano coherente que reconcilie su expansión con su vocación turística, su patrimonio paisajístico y las tensiones sociales de una ciudad que nunca terminó de integrar a quienes llegaron como migrantes internos y que hoy son exigidos como turistas.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

“El crecimiento urbano de la ciudad de Tarija no ha estado guiado por criterios claros ni coherentes de planificación”, afirma sin rodeos Giovanna Baldivieso Alarcón, arquitecta urbanista, presidenta de la Sociedad de Estudios Urbanos y Regionales del Colegio de Arquitectos de Tarija (CAT) y miembro del Instituto Boliviano de Urbanismo. “Se ha desarrollado a través de un ciclo de expansión extensiva y fragmentada, donde la fuerza del mercado de suelo y la presión demográfica han dictado la pauta, relegando los planes urbanos a un rol secundario”.

1985: migración, informalidad y crecimiento sin plan

La historia reciente de Tarija no puede entenderse sin el contexto del DS 21060, promulgado el 29 de agosto de 1985 por el gobierno de Víctor Paz Estenssoro. Aquel decreto que marcó el inicio del neoliberalismo en Bolivia provocó el despido masivo de más de 23,000 trabajadores mineros, cuyas familias migraron hacia ciudades como El Alto, Santa Cruz, Cochabamba y también Tarija.

El Día Mundial del Urbanismo fue reconocido en Bolivia mediante Decreto Supremo N.º 13037 del 7 de noviembre de 1975. Se celebra cada 8 de noviembre desde 1949, por iniciativa del urbanista argentino Carlos María della Paolera, con el propósito de promover la planificación urbana sostenible y el desarrollo de comunidades habitables.

La llegada de población de otros departamentos a una ciudad históricamente pequeña y culturalmente cerrada generó tensiones que persisten. Tarija, una urbe que en su fundación colonial apenas ocupaba 34 hectáreas con trazado de damero, experimentó en los últimos 30 años un crecimiento del 90% en su mancha urbana, pero de manera “ilegal y no planificada”, según reconoce Antonio Gonzáles, actual presidente del Colegio de Arquitectos de Tarija. “Mientras que el crecimiento poblacional se ha estancado”, añade, evidenciando la paradoja de una ciudad que se expande sin densificarse.

El resultado es una urbe notablemente extensa en proporción a su población, con baja densidad, alta presencia de parcelas vacías y una morfología urbana que responde a un “collage de planimetrías” antes que a una estructura planificada. “Estas planimetrías han operado como mecanismos de consolidación del suelo urbano a partir de la ocupación informal, la edificación y la posterior regularización”, explica Baldivieso, señalando un círculo vicioso que “reproduce y promueve la informalidad como forma dominante de producción del espacio urbano”.

Puentes, circunvalaciones y la tentación cruceña

Dos proyectos viales concentran hoy el debate urbano tarijeño. El Puente 4 de Julio, inaugurado en diciembre de 2024 tras años de controversia contractual y ajustes de gestión, costó más de 70 millones de bolivianos y es, según el alcalde Johnny Torres, “un monumento al triunfo” que salvó a la ciudad de tener “un elefante blanco en pleno centro”. Sin embargo, todavía hoy técnicos y vecinos cuestionan su emplazamiento y su real capacidad para descongestionar el tráfico.

Más significativa aún es la Segunda Circunvalación, con más de 65% de avance a julio de 2025, que contempla 15.8 kilómetros, cuatro carriles, 12 puentes y seis alcantarillas, con inversión superior a 280 millones de bolivianos. “Este proyecto debía haber sido ubicado en otro lugar”, señala Gonzáles sin ambages, quien además advierte que “no ha sido planificado en el momento de su ejecución los aforos del mismo”.

El País, Tarija, Segunda Circunvalación
Construcción de puente en la Segunda Circunvalación

Baldivieso va más allá en su análisis crítico: “La segunda circunvalación ha provocado el aumento en el precio de suelo en sus linderos, impulsando la proliferación de planimetrías, loteamientos, y de manera preocupante, la especulación”. Para la urbanista, sin una estricta regulación de densidades y usos de suelo, “el municipio se verá obligado a asumir costos crecientes y muy elevados para dotar de servicios a estas nuevas zonas que se incorporan sin una lógica de densidad planificada”.

El debate se complejiza cuando funcionarios y sectores económicos miran a Santa Cruz de la Sierra como modelo a seguir. “El modelo de Santa Cruz está basado en un crecimiento acelerado, expansivo, ultra motorizado, segregador y con una huella urbana muy amplia, se contradice profundamente con la escala, identidad y vocación de Tarija”, advierte Baldivieso. “Tarija no debe replicar modelos; debe aprender de las lecciones”.

Gonzáles coincide: “Santa Cruz no es comparable con Tarija. Son dos pueblos muy distintos en su planificación y su desarrollo”. Y añade una reflexión crucial: “A mayor crecimiento existe mayor contaminación urbana. Enfermedades sociales como contaminación, basura, polución, caos vehicular, alcoholismo y otros males sociales que no se ven en las ciudades pequeñas”.

Turismo, enoturismo y la paradoja de la hospitalidad selectiva

Si Tarija apuesta al turismo como alternativa económica frente al agotamiento de las regalías hidrocarburíferas, enfrenta una contradicción histórica. Una ciudad que recibió migrantes nacionales con reticencia ahora los necesita también como visitantes. Las contradicciones de las élites tarijeñas, que afloraron de aquella difícil integración posterior a 1985, chocan con el discurso oficial de “hospitalidad chapaca”.

“Tarija posee un valor indiscutible en su riqueza natural y el enoturismo como marca, pero su vocación no debe ser ni única ni excluyente”, plantea Baldivieso, quien propone proyectar la ciudad hacia el Turismo Sostenible y consolidarla como Ciudad Cultural. “No se limita a museos o teatros; se proyecta como una ciudad de proximidad y de barrio, donde lo público y lo privado se articulan en función de la comunidad”.

Gonzáles destaca que “Tarija es conocida por su producción de vino y singani, lo que la convierte en un destino ideal para los amantes de la cultura del vino”, pero reconoce que la ciudad también “es rica en su historia, en su patrimonio, en su cultura con una arquitectura patrimonial que debe ser conservada mediante políticas de protección, promoción y difusión”.

El concepto de Paisaje Cultural emerge como articulador posible: “Reconoce el valor patrimonial de la interrelación entre el ser humano y su entorno”, explica Baldivieso. “En Tarija, esto vincula viñedos, gastronomía, sistemas tradicionales de manejo territorial, quebradas, ríos y tradiciones chapacas. Adoptar estos enfoques significa proteger no solo las estructuras, sino la manera en que la comunidad vive y gestiona ese territorio”.

Ciudadanía, fiscalización, participación y derecho a la ciudad

Ambos arquitectos coinciden en que el desafío urbano de Tarija no es exclusivamente técnico sino fundamentalmente político y ciudadano. “La ciudad la hacemos todos”, sentencia Baldivieso. “Nuestra ciudad requiere que se asuma una ciudadanía crítica y participativa, informada y consciente de la importancia de su voz”.

“Debemos asumir que el suelo es un recurso limitado y de alto valor”, continúa. “En lugar de verlo como activo individual y/o especulativo debe verse como un bien común vinculado a la ciudad colectiva. En ese sentido debe rechazarse culturalmente la lógica del loteo informal, de las planimetrías como algo normal”.

El País, Tarija, Planimetrías
Entrega de planimetrías

Gonzáles apela a la responsabilidad individual: “Cuando nosotros empezamos a respetar el entorno urbano social, colectivo y privado, vamos a poder valorar la ciudad”. Y añade: “Todo ciudadano tiene que conocer el plan de desarrollo urbano de su ciudad. Es importante que estén informados sobre lo que comprende un plan de desarrollo urbano. También pueden aportar, pueden contribuir a su implementación. ¿De qué manera? Respetando las normas”.

2026 y la agenda urbana ausente

Con elecciones regionales en el horizonte y un nuevo gobierno nacional que aún no define políticas urbanas claras, Tarija enfrenta una oportunidad crítica. Los instrumentos formales de planificación territorial (PMOT, PDOTT, PTDI) existen, pero su aplicación ha sido fragmentaria. “Se debe trabajar sobre los aforos, sobre la movilidad vehicular que debe ser ordenada”, reclama Gonzáles respecto al Puente 4 de Julio. “Las vías son de primer orden en la planificación urbana”.

Baldivieso es más categórica: “Como ciudadanos debemos demandar transparencia, exigir actualización de nuestros planes urbanos, con respaldo técnico especializado, ser partícipes y agentes que promuevan normativas y leyes a favor del desarrollo de la ciudad, exigir su cumplimiento”.

La posible agenda urbana incluirá definiciones sobre el tipo de ciudad que se quiere tener y construir en las próximas décadas, decidiendo el modelo adecuado a una identidad territorial única, escogiendo la expulsión informal a través de la especulación del suelo o la implementación de políticas de densificación y espacio público, y declarando su relación con el paisaje como un bien de consumo para el crecimiento o un patrimonio cultural vivo.

Cuarenta años después del DS 21060, la oportunidad de superar la herida migratoria y construir una verdadera capital de la sonrisa exige planificación democrática, ciudadanía activa y la valentía política para anteponer el bien común al mercado de suelo.