Una riada en el municipio de Yapacaní destruyó la vivienda y los cultivos de dos hermanos mayores de edad. Ambos lograron sobrevivir aferrado a uno de sus árboles, pero ahora piden ayuda para comenzar de nuevo.
Fuente: eldeber.com.bo
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Dos adultos mayores del Puerto de Yapacaní, Wilson y Guery Valencia Orozco, lo perdieron absolutamente todo tras la repentina crecida del río Yapacaní. La riada destruyó su vivienda, sus pertenencias y los pequeños cultivos de los que vivían. Los hermanos salvaron la vida solo porque permanecieron varias horas aferrados a un árbol de pacay para no ser arrastrados por la corriente.
El desborde los sorprendió de madrugada, cuando descansaban en su casa. El agua ingresó con tal fuerza que no pudieron rescatar ropa, herramientas ni alimentos. “No nos dio tiempo de nada. Intentamos salir, pero el agua nos golpeó. Mi hermano decía: ‘vamos a morir’, pero yo lo animé”, relató Wilson, conmovido al recordar la desesperación de esa noche.
Cuando el nivel del agua disminuyó, los dos —empapados, descalzos y temblando de frío— caminaron por más de dos horas entre barro y escombros, arrastrándose en algunos tramos para no caer.
Un vecino los encontró, dio la alerta y les proporcionó ropa seca y comida antes de que fueran trasladados en ambulancia al hospital de segundo nivel de Yapacaní, donde ingresaron con signos de hipotermia. Aunque ya están fuera de peligro, al dejar el hospital se enfrentaron a la dura realidad de haber quedado sin nada.
La riada no dejó nada, ni un colchón, ni una prenda de vestir, ni un utensilio. Entre los restos solo se hallaron algunas calaminas retorcidas y objetos cubiertos de lodo. Su pequeña producción de piña, plátano y pacay, que era su único sustento, también fue arrasada.
Hoy, Wilson y Guery viven en total incertidumbre. No tienen techo, ropa, zapatos ni alimentos. Su esperanza está puesta en la solidaridad de la población. Requieren con urgencia calaminas, ropa, calzado, víveres y cualquier aporte que les permita comenzar de nuevo después de que el río les arrebató todo, salvo la vida.
Los hermanos Valencia piden ayuda para reconstruir aquello que la riada destruyó sin aviso, con la expectativa de que la gente buena pueda tenderles una mano en medio de esta tragedia.

