La Comisión Europea y Mercosur esperaban confirmar esta semana la firma del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el bloque sudamericano, pero Francia, una vez más, se resiste a la adopción del tratado, negociado desde hace más de 25 años. En el país, el pacto se ha convertido en el chivo expiatorio de un modelo agrícola víctima de crisis sucesivas.

Por Lúcia Müzell
La crisis más reciente de ellas es sanitaria: una dermatosis nodular contagiosa bovina amenaza al ganado francés y obliga al Gobierno a promover el sacrificio masivo de animales para contener la epidemia. Al mismo tiempo, el país lucha contra la gripe aviar, que amenaza la región de Landes, principal productora de patos para el famoso foie gras.
Las crisis sanitarias se suman a dificultades más profundas en sectores emblemáticos de la producción agrícola francesa, desde el trigo hasta los viñedos, víctimas de la competencia internacional, el cambio climático y los vaivenes del comercio mundial. En 2025, por primera vez en 50 años, la agricultura francesa podría registrar un déficit comercial, importando más de lo que exporta.
Esta inversión se explica, por un lado, por el aumento de los precios del cacao y el café en el mercado internacional y, por otro, por la disminución de las exportaciones de vinos y destilados tras la guerra arancelaria de Donald Trump, a lo que se suma la mala cosecha y la caída de los precios de los cereales.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
“Ha sido más coyuntural, pero se suma a los retrocesos con respecto a otros países europeos, como en el sector de las frutas y hortalizas. Tenemos un problema coyuntural y otro de competitividad en algunos sectores”, explica Jean-Christophe Bureau, profesor de Economía en AgroParisTech y especialista en comercio agrícola internacional. “Nuestro déficit en los últimos años se ha acentuado, sobre todo con los países de la Unión Europea”, subraya.
Recorte de las subvenciones a la vista
Los riesgos de recortes en la Política Agrícola Común (PAC) del bloque europeo aumentan la preocupación: el próximo presupuesto (2028-2034) podría ser un 20 % menor, con un mayor impacto en Francia, principal beneficiaria del programa de subvenciones. Los agricultores franceses reciben alrededor de 9.000 millones de euros de ayuda cada año, lo que representa dos tercios de sus ingresos.
Las cifras ponen de manifiesto el déficit de competitividad de la agricultura francesa, que valora la producción local y el saber hacer familiar y tradicional, en detrimento de la agricultura intensiva practicada por las mayores potencias mundiales. El país es líder europeo en producción agrícola y agroalimentaria, pero ha pasado de ser el segundo al sexto mayor exportador del planeta, con un 4,3 % del mercado en 2024.
Desde 2015, Francia importa más de lo que exporta a sus vecinos de la Unión Europea. De cada dos frutas o verduras que se consumen en el país, una proviene del extranjero.
“En algunos casos, existe una diferencia real en el coste de la mano de obra, que es menor en España, gracias a la inmigración y a los salarios más bajos, o en Alemania, donde las cargas laborales son mucho menores”, señala Bureau. “Pero también podemos citar nuestras deficiencias en investigación y desarrollo e incluso en la formación de algunas técnicas”, agrega.

Normas medioambientales europeas
El éxodo rural es otra preocupación. La renta media de los agricultores se ha estancado en los últimos 20 años y el aumento de las dificultades del sector aleja a la nueva generación del campo, en comparación con otras potencias agrícolas del bloque, como Italia o Alemania. Algunos sindicatos agrícolas también critican lo que consideran un exceso de regulaciones sanitarias y medioambientales en el bloque.
“La agricultura francesa se caracteriza por su sostenibilidad, en comparación con las grandes potencias agrícolas mundiales. Al mismo tiempo, comienza a enfrentarse a dificultades medioambientales cada vez mayores, agravadas por el cambio climático. Tenemos obstáculos técnicos para hacer frente a las plagas sanitarias en animales y vegetales”, señala Aurélie Cathalo, directora de Agricultura del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), a RFI. “Tenemos problemas con la fertilidad de los suelos, lo que explica el estancamiento o incluso la disminución de los ingresos de los agricultores. Tenemos que poner la agronomía a nuestro favor, hacer el esfuerzo de adaptarnos y poder seguir produciendo, a pesar de la evolución de la situación”.
Acuerdo visto como una amenaza
En este contexto, para la mayoría de los agricultores franceses, el acuerdo con Mercosur representa un peligro. Denuncian la competencia desleal debido a las normas de producción menos estrictas en América Latina, especialmente desde el punto de vista medioambiental. Francia ha obtenido garantías de la Comisión Europea para proteger a los sectores más amenazados, pero las barreras son insuficientes a ojos de los productores.
“Según nuestros cálculos, el acuerdo con Mercosur no tiene un gran impacto, ya que se han introducido límites a las importaciones. Sin embargo, es un acuerdo que se suma a otros que ya tenemos, lo que hace que, para algunos sectores, como el de la carne de vacuno, las aves y la miel, resulte desfavorable”, reflexiona el profesor de AgroParisTech.
“Hay un descontento generalizado y es evidente que, en un año de ingresos muy bajos debido a las malas cosechas, en el que se han sucedido problemas climáticos como inundaciones e incendios, el acuerdo con Mercosur es la gota que colma el vaso”.
Este martes, el Parlamento Europeo aprobó una serie de medidas de protección y creó un mecanismo para supervisar el impacto del acuerdo en productos sensibles, como la carne vacuna, las aves y el azúcar. Las disposiciones abren la puerta a la aplicación de aranceles en caso de desestabilización del mercado en el bloque.
Los eurodiputados desean que la Comisión Europea intervenga si el precio de un producto latinoamericano es al menos un 5 % inferior al de la misma mercancía en la UE y si el volumen de importaciones exentas de aranceles aumenta más del 5 %.
Aun así, es probable que Francia no apruebe el texto. París ha solicitado a la Unión Europea (UE) el aplazamiento de la firma del pacto comercial, que Bruselas querría concretar el próximo sábado en Brasil. Queda por ver si Italia, que ha mostrado señales contradictorias en los últimos meses, se pondrá del lado de la Comisión o del lado de los franceses, en cuyo caso se formaría una mayoría cualificada de Estados miembros para bloquear el pacto, con el apoyo de Polonia y Hungría, también contrarias al proyecto.
(Con AFP)