En el caso de Bolivia, los préstamos están principalmente asociados a proyectos estatales que se ejecutaron con contratistas, tecnologías o suministros provenientes de China.
Fuente: eldeber.com.bo
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China atraviesa un cambio profundo en su política financiera hacia América Latina, un giro que tiene efectos directos sobre Bolivia, hoy con una deuda estimada de $us 3.200 millones con el gigante asiático y ubicada como el quinto mayor deudor de la región.
Según un reporte del portal El Colombiano, Bolivia recibió durante más de una década créditos para infraestructura, energía y proyectos estratégicos; sin embargo, el ciclo de grandes desembolsos terminó y ahora Beijing prioriza el cobro, la administración de pasivos y la renegociación de obligaciones.
El flujo de nuevos préstamos desde China es mínimo. En un contexto de menor liquidez externa y mayor presión fiscal interna, Bolivia —como otros países que recurrieron masivamente a este financiamiento durante el auge de las materias primas— enfrenta un escenario de amortizaciones crecientes y condiciones crediticias más estrictas, señaló el medio colombiano.
“Los compromisos siguen vigentes, pero las condiciones actuales obligan a mayor orden fiscal y a revisar acuerdos que durante años fueron la principal fuente de financiamiento externo”, alertó el sitio digital.
Los mayores deudores
De acuerdo con el registro histórico, los países con mayor exposición a créditos chinos son:
- Venezuela, $us 59.200 millones
- Brasil, $us 32.400 millones
- Ecuador, $us 11.800 millones
- Argentina, $us7.700 millones
- Bolivia, $us 3.200 millones
Fuente: El Colombiano
El reporte destaca que, para países como Bolivia, los préstamos están principalmente asociados a proyectos estatales que se ejecutaron con contratistas, tecnologías o suministros provenientes de China.
Jonathan Fortun, economista del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), dijo a l sitio Bloomberg Línea que la radiografía regional explica por qué el país se encuentra hoy en una fase de mayor vulnerabilidad financiera. “Hubo un periodo en el que el crédito chino se convirtió en una fuente importante de financiamiento para varios gobiernos de la región”.
Bolivia fue uno de esos países. Usó estas líneas para obras energéticas, infraestructura vial, proyectos industriales y equipamientos estatales.
El mapa actual —según Fortún— muestra un periodo de madurez en el que los países deben atravesar procesos de ajuste, renegociación y, en algunos casos, uso táctico de instrumentos como swaps o cuentas especiales destinadas exclusivamente a garantizar pagos a acreedores chinos.
El propio analista advirtió que los créditos chinos son menos transparentes que los otorgados por organismos multilaterales. Incluyen cláusulas comerciales obligatorias, como uso de contratistas, tecnología o equipos chinos, y mayores niveles de confidencialidad. Eso limita la evaluación precisa del riesgo y complica la estimación de la sostenibilidad de la deuda, un tema crucial para Bolivia en medio de déficits fiscales persistentes y reservas internacionales en niveles históricamente bajos.
En el país, el interés chino ya está marcado por su participación en proyectos de litio, energías renovables y manufactura, lo que se alinea con la tendencia regional de mayor presencia en adquisiciones y control operativo sobre activos estratégicos.
Vínculo comercial
Las exportaciones latinoamericanas hacia China crecerían alrededor de 7% este año, sostenidas por carne, soya y minerales. Para Bolivia, que busca ampliar mercados para su carne bovina y depende de la venta de minerales como zinc y plata, esta dinámica supone oportunidades, aunque no resuelve el problema estructural del financiamiento.
China ha mostrado flexibilidad en algunos casos para evitar defaults desordenados —como en Surinam y Ecuador—, pero esa actitud no está garantizada. Para Bolivia, que se encamina a años de mayores pagos y menor acceso a financiamiento, la relación crediticia con el gigante asiático entra en una etapa de tensión y exige una evaluación más rigurosa sobre la sostenibilidad y el costo real de su deuda externa.

