Bolivia extractiva: en 75 años, el 70% de las exportaciones continúan siendo tradicionales; el subdesarrollo es histórico


Desde la Revolución del 52, hasta la industrialización de Luis Arce, los modelos productivos bolivianos influenciaron en el subdesarrollo crónico del país. Una muestra son las exportaciones, que continúan siendo recursos naturales.

Por Raúl Domínguez



Fuente: eldeber.com.bo

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Bolivia arrastra, desde la República hasta el actual Estado Plurinacional, un rasgo estructural que ningún gobierno —ni conservador ni progresista, ni dictaduras ni democracias— ha logrado revertir: la dependencia casi absoluta de los recursos primarios y la incapacidad para construir un modelo productivo diversificado, sostenible y competitivo.

“La maldición de los recursos naturales”, término acuñado por el economista británico Richard Auty en 1993, en su libro Sostenimiento del Desarrollo en Economías Minerales, es el fenómeno donde países ricos en recursos como petróleo o minerales, paradójicamente, tienen un peor desarrollo económico y social que aquellos con menos recursos, debido a la mala gestión, corrupción, volatilidad de precios, falta de diversificación económica y debilidad institucional, creando dependencia y fomentando conflictos.

Aunque casos como Noruega o Australia muestran que puede evitarse con buena gobernanza, en Bolivia se demuestra lo contrario: casi el 70% de las exportaciones son tradicionales (hidrocarburos y minerales) y solo el 30% de exportaciones no tradicionales como la soya y la carne bovina.

Todo ello ha derivado en un subdesarrollo histórico de los modelos productivos bolivianos, con concentración en primarios y falta de diversificación económica.

El economista y expresidente del Banco Central de Bolivia, Juan Antonio Morales, recordó que Bolivia ha hecho muchos esfuerzos por diversificar su economía desde la llamada ‘Revolución del 52’ con el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), pero no se ha logrado el éxito esperado.

“La razón principal es porque nuestra ventaja comparativa está en recursos naturales. Eso no quiere decir que hayamos manejado bien esos recursos naturales, muy al contrario, con los recursos naturales hemos pasado por ciclos de auge y de caída”, resaltó.

Morales criticó también el modelo de “industrialización con sustitución de importaciones” que pretendió implementar el gobierno de Luis Arce, pero fracasó porque no tuvo la capacidad técnica y los capitales fueron recursos fiscales que fueron mal empleados.

“Hubo algo de industrialización a través de las empresas de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF), que fue (el ingenio) Guabirá, que era industria azucarera, pero fuera de eso no hubo mucho más que uno pueda decir, aunque es simplemente una elaboración de la caña en azúcar y alcoholes que, está muy bien manejado, pero siguen siendo materias primas”, argumentó Morales.

Modelos y modelos

Distintos gobiernos intentaron implementar modelos productivos, algunos con éxito relativo.

Gonzalo Sánchez de Lozada, por ejemplo, impulsó en su primer gobierno (1993–1997) la Ley de Capitalización, un programa de privatización de empresas públicas que reestructuró sectores estratégicos como energía, electricidad, telecomunicaciones y agua, y orientó la economía hacia la inserción de capitales extranjeros.

Ese paquete promovió la atracción de inversión en hidrocarburos y minería, pero también profundizó conflictos con movimientos sociales e indígenas por la gestión de recursos.
Sin embargo, en lo productivo, la política continuó favoreciendo la orientación exportadora de recursos naturales.

Hugo Banzer (1997–2001) gobernó dentro de ese marco regional de ajuste/privatización heredado de los 90; su administración mantuvo políticas pro-mercado, continuó apertura a inversión y aplicó políticas de control de cultivos (erradicación de coca) que afectaron directamente a sectores campesinos.
La llegada del Movimiento Al Socialismo (MAS) en 2006 trajo el discurso de romper con el neoliberalismo y apostar por la industrialización, la economía comunitaria y el desarrollo productivo. Bajo el entonces ministro Luis Arce se diseñó el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (Mescp).

Para 2025, en el proyecto de Presupuesto General del Estado (PGE) elaborado por la gestión de Luis Arce, se tenía una inversión pública de $us 4.024 millones, de los cuales $us 1.849 millones se destinarían al “sector productivo”. De ese paquete, se calcula que $us 491 millones corresponderían específicamente al desarrollo del modelo de “industrialización con sustitución de importaciones”.

Dependencia

Luis Carlos Jemio, exministro de Hacienda y doctor en Desarrollo Económico, subrayó que uno de los factores más importantes que ha contribuido a que Bolivia se especialice en la producción y exportación de recursos de los sectores primarios, es que el país es abundante en recursos naturales extractivos.

Sin embargo —a decir de Jemio— esa dependencia genera lo que en economía se conoce como la “enfermedad holandesa”, ya que los ingresos de exportación de estos sectores generan una apreciación del tipo de cambio, lo que a su vez inhibe el desarrollo de otros sectores de exportación y la diversificación de la economía.

“El tener un tipo de cambio competitivo es necesario, pero no suficiente. Se necesita también políticas que promuevan las exportaciones y la llegada de inversión privada a potenciales sectores de exportación. Esto incluye políticas que fortalezcan el clima de inversión, como ser la seguridad jurídica, estabilidad tributaria, reducción de la tramitología”, consideró Jemio.

Para el experto es importante también la apertura de mercados mediante la firma de acuerdos comerciales con diferentes países del mundo, incluyendo Estados Unidos, países europeos y asiáticos, y por supuesto con los países de la región.

¿Cuestión cultural?

El experto afirmó que existen diferencias culturales entre regiones, pero que no debería ser una barrera para el crecimiento. “Los gremios exportadores de soya de Santa Cruz, son diferentes, y operan dentro de una lógica distinta a los gremios de productores de quinua en el Altiplano. Sin embargo, con las políticas adecuadas, es perfectamente posible desarrollar aquellos sectores rezagados”, agregó.

En ese sentido, puso como ejemplo el rápido crecimiento y diversificación experimentado por la economía peruana. “China es un país culturalmente completamente diferente a los países de occidente. Sin embargo, ha podido insertarse perfectamente en la economía mundial y ahora es la segunda economía del mundo”.

Por último, Jemio sugirió al nuevo gobierno comprender que el crecimiento y desarrollo del país no va a ocurrir a través del mercado interno, sino que es el acceso a los mercados de exportación los que nos van a permitir crecer en forma sostenida.

“Segundo, es el sector privado, y no el sector público, el que tendrá la responsabilidad de generar el crecimiento y diversificación de la economía, en base a las señales del mercado. Debe ser el sector privado, nacional y extranjero, el responsable de realizar las inversiones en los sectores empresariales”, expresó Jemio.

Una economía basada en la explotación de recursos

El gerente de Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, afirmó que Bolivia sufre el atávico problema de vivir de la exportación de recursos naturales sin valor agregado, lo que la hizo dependiente y vulnerable. “Una economía extractivista basada sucesivamente en la explotación del oro, la plata, el estaño y el gas natural, la hicieron crecer sin avanzar a una estructura diversificada, llevándola a ser tipificada como un país subdesarrollado o, en vías de desarrollo.

Rodríguez citó al experto en materia de negocios, Peter Drucker, de que “no hay países subdesarrollados, sino, mal administrados”. “¡Esto es lo que explica el insuficiente avance económico boliviano!”, aseveró.

Según el economista, a lo largo de los ciclos de auge, el país gastó mucho y transformó poco. El excedente no se convirtió en tecnología, industrias nuevas o en un capital humano educado: “Bolivia produce poco, con los mismos métodos y bajo la misma lógica y no por falta de recursos, sino, por no usarlos en pro del conocimiento y la productividad, que hacen al crecimiento de verdad”.

Puntualizó que faltan políticas de Estado que, trascendiendo gobiernos e ideologías, privilegien la seguridad jurídica, la inversión, la educación y salud; la capacitación técnica; el uso de la ciencia y la tecnología; una mejor infraestructura y logística; la productividad y competitividad sistémica, para que el empresario sea el agente de cambio.

“Cuánta razón la de Drucker al decir que ‘la mejor manera de predecir el futuro es crearlo’: Bolivia llegará a ser un país desarrollado cuando cambie sus políticas públicas, aprendiendo de sus propios errores y de los aciertos ajenos”, agregó.

CORRUPCIÓN

  • Denuncias. Rodrigo Paz y su gobierno han señalado un daño de más de $us 15.000 millones atribuido a la gestión anterior (Luis Arce) en auditorías y declaraciones públicas.
  • Emapa. Es el caso más emblemático porque se detectó una red de corrupción que provocó un daño aproximado de Bs 95,5 millones por obras inconclusas, maquinaria no recibida o pagos a proveedores con pólizas adulteradas.
  • Fondioc. En el Fondo Indígena Originario Campesino se habla de un desfalco de entre $us 182 600 millones, según cálculo de partidarios de la oposición e investigadores independientes.

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