El régimen de China volvió a elevar la tensión en el Estrecho de Taiwán al anunciar una nueva ronda de maniobras militares de gran escala alrededor de la isla, con la participación coordinada de fuerzas terrestres, navales, aéreas y de misiles.
El despliegue, anunciado por el propio Ejército Popular de Liberación (EPL), se produce en un momento de fricción sostenida con Estados Unidos y Japón, y refuerza el clima de presión militar sobre un territorio que se gobierna de forma autónoma y mantiene un sistema democrático propio.
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El Comando del Teatro Oriental de Operaciones informó que las maniobras, denominadas Misión Justicia-2025, buscan aproximarse a Taiwán “desde múltiples direcciones” y enviar “una seria advertencia a las fuerzas separatistas que buscan la independencia de la isla y a las fuerzas de interferencia externa”.
El mensaje, difundido en la cuenta oficial del mando militar en la red social WeChat, apuntó de forma explícita al apoyo político y militar que recibe Taipei de sus socios internacionales.

Según el comunicado, los ejercicios incluyen patrullas conjuntas de preparación para el combate marítimo-aéreo, simulaciones orientadas a la toma de control del entorno operativo, prácticas de bloqueo de puertos y zonas consideradas estratégicas, y acciones de “disuasión externa tridimensional”, que combinan capacidades por tierra, mar y aire. Las autoridades militares señalaron que el objetivo es “poner a prueba la capacidad de combate conjunto del teatro de operaciones”.
Desde el régimen de Xi Jinping, las autoridades castrenses defendieron la operación como una acción “legítima y necesaria” para “proteger la soberanía nacional y la integridad territorial”. Sin embargo, para Taiwán y buena parte de la comunidad internacional, este tipo de despliegues forman parte de una estrategia de coerción militar que busca intimidar a la isla y alterar el statu quo en la región.

El nuevo ejercicio coincide con un período de mayor acercamiento entre Washington y Taipei en materia de seguridad. En las últimas semanas, Estados Unidos avanzó en medidas para profundizar la cooperación militar con la isla y en trámites vinculados a la venta de armamento defensivo, decisiones que provocaron una dura respuesta de China, incluidas sanciones contra empresas estadounidenses del sector de defensa.
Las autoridades taiwanesas venían anticipando un aumento de la actividad militar china antes de fin de año. A comienzos de diciembre, el director de la Oficina de Seguridad Nacional de Taiwán, Tsai Ming-yen, advirtió que no era “improbable” que el EPL realizara maniobras de gran envergadura alrededor de la isla.
Tsai recordó que el ejército chino suele llevar a cabo ejercicios en noviembre y diciembre para evaluar su nivel de preparación, y señaló que algunos entrenamientos podían unificarse en operaciones de mayor alcance dirigidas específicamente contra Taiwán.
La escalada también se da en un contexto de deterioro de las relaciones entre China y Japón. La primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, afirmó recientemente que un eventual ataque chino contra Taiwán podría constituir una “situación que amenaza la supervivencia” de Japón y justificar la intervención de las Fuerzas de Autodefensa niponas.

Beijing reaccionó con protestas diplomáticas y calificó esas declaraciones de “grave injerencia” en sus asuntos internos.
Taiwán se gobierna de manera autónoma desde 1949 bajo el nombre de República de China, con fuerzas armadas propias y un sistema político, económico y social distinto al de la República Popular China.
Reconocida como una de las democracias más consolidadas de Asia, la isla mantiene vínculos estrechos con Estados Unidos, Japón y otros socios regionales. Pese a ello, Beijing continúa reclamándola como una “parte inalienable” de su territorio y no ha descartado el uso de la fuerza para imponer su control, una postura que mantiene al Estrecho de Taiwán como uno de los principales focos de tensión geopolítica a nivel global.
(Con información de EFE, AFP y Reuters)