Cinco estatales dejaron un daño de $us 1.294 millones y nunca industrializaron nada


Easba, Quipus, YLB, EBIH y Yacana fueron creadas durante 20 años de gobierno del MAS para generar excedentes y valor agregado, pero operan con pérdidas, alto endeudamiento y mínima producción. Fueron sostenidas por créditos del Banco Central

Por Ernesto Estremadoiro Flores

Cinco estatales dejaron un daño de $us 1.294 millones y nunca industrializaron nada



 

Fuente: El Deber

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Cinco empresas estatales —Empresa Azucarera San Buenaventura, Quipus, Yacimientos de Litio Bolivianos, Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos y Yacana— en conjunto generaron un daño económico de $us 1.294 millones al Estado. Creadas durante la administración del MAS, para ‘industrializar y generar excedentes’, tuvieron poca rentabilidad, alto endeudamiento y escaso impacto productivo. El nuevo Gobierno catalogó las compañías como ‘zombis’ porque operan en quiebra técnica.

A mes y medio de tomar las riendas del país, el equipo económico del presidente Rodrigo Paz realizó un informe inicial sobre la situación de las empresas públicas que fueron creadas durante los 20 años de administración del Movimiento al Socialismo. Durante este periodo se crearon 67 empresas, pero solo tres reportan utilidades para las arcas del Estado, el resto operan a pérdidas.

Pero los casos más sorprendentes son las cinco empresas mencionadas en las primeras líneas de este reportaje. En el papel, todas tenían como misión generar excedentes y consolidar al país como un polo productivo agroindustrial, textil y tecnológico, pero eso nunca paso. EL DEBER accedió a los informes de rendición de cuentas públicas de estas compañías en donde se puede seguir el rastro de la sangría de recursos.

San buenaventura

Creada en 2010 como empresa pública estratégica, la Empresa Azucarera San Buenaventura (Easba) nació con una misión ambiciosa: producir azúcar, alcohol y derivados para fortalecer la soberanía alimentaria del país. Quince años después, la Rendición Pública de Cuentas Inicial 2025 muestra una empresa que opera, cosecha, vende y proyecta, pero que arrastra cifras negativas.

Su presupuesto para 2025 fue de Bs 89,2 millones, pero de esta cantidad un 35,24% se destina al servicio de la deuda, superando incluso el gasto en servicios personales (31,05%). Ya en contraste, la inversión en activos reales apenas alcanza 0,06% del presupuesto.

En otras palabras, la empresa destina más recursos a pagar obligaciones pasadas que a renovar o ampliar su capacidad productiva. Un modelo que funciona para sostener la operación diaria, pero que limita seriamente cualquier salto de eficiencia o competitividad a mediano plazo.

La compañía obtiene casi todos sus ingresos de la venta de azúcar y alcohol (94,88%), pero la ejecución financiera muestra una alerta: parte de esos recursos se sostiene en el aumento de cuentas por pagar, incluidas obligaciones comerciales, salariales y patronales.

Para 2025, la empresa tenía previsto producir 163.841 toneladas de caña, pero más del 38% de su materia prima proviene de terceros. Con solo 1.986 hectáreas propias, la empresa debe sostener convenios y apoyo logístico que encarecen sus costos.

En cuestión de producción para este año se estimó una zafra de 295.000 quintales de azúcar, 1,7 millones de litros de alcohol y generación de energía para el Sistema Interconectado Nacional. Para sostener ese ciclo, cuenta con una planilla de 800 trabajadores, intensiva en mano de obra que implica un elevado gasto salarial.

Recientemente, Julio Linares, viceministro de Coordinación  y Gestión Pública, explicó que “la empresa San Buenaventura se prestó más de Bs 1.800 millones para construir el ingenio, pero hasta ahora devolvió apenas el 9% y no paga más capital ni intereses”. Este dinero fue gestionado por el Banco Central de Bolivia (BCB).

Quipus y YLB

En una situación similar está Quipus, creada en 2013 bajo el discurso de soberanía tecnológica, pero sigue siendo altamente dependiente del Estado y con baja ejecución presupuestaria.

En 2024, Quipus reportó ventas por Bs 55,3 millones, concentradas en más del 80% hacia clientes estatales como la Agencia Nacional de Hidrocarburos y el Instituto Nacional de Estadística. Pero sus ventas al público son marginales, evidenciando que la empresa no compite realmente en condiciones de mercado, sino que administra compras públicas.

El año pasado registró una utilidad de Bs 5,15 millones, pero mantiene una deuda con Finpro de Bs 246,6 millones y una ejecución presupuestaria de apenas 23,4%. Además, la contratación directa concentró la mayor parte de los recursos, lo que genera riesgos de opacidad y sobreprecio.

Otro elefante blanco, es Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), creada en 2017 para gestionar toda la cadena productiva del litio en Bolivia. Su objetivo era transformar las reservas del Salar de Uyuni en riqueza nacional mediante la industrialización de derivados como el carbonato e hidróxido de litio. Pero en  2024  registró un déficit de Bs 196 millones.

Otro dato no menor, es que en  más de una década, el programa de industrialización del litio impulsado por el expresidente Evo Morales acumuló una inversión superior a los $us 960 millones. Sin embargo, el Gobierno de Luis Arce denunció que este gasto no dio los frutos esperados, dejando un avance real mínimo en comparación con los anuncios oficiales.

Daño económico y fallas técnicas La empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos identificó un daño económico al Estado de 425 millones. Este perjuicio se debe a graves deficiencias estructurales en las piscinas de evaporación y el uso de tecnología que el actual Gobierno califica como “desfasada” e ineficiente.

Fallida industrialización

La Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos (EBIH) es otra firma pública estratégica con un rol claro en la teoría: industrializar el gas natural y otros hidrocarburos para darles valor agregado a través de productos petroquímicos. Sin embargo, acumula pérdidas por Bs 29 millones.

Por eso figura entre las empresas que operan en quiebra técnica, con pérdidas acumuladas y una situación financiera que —desde la perspectiva oficial— no es sostenible sin subsidios o apoyo estatal.

Mientras que La Empresa Pública Yacana fue creada para industrializar productos derivados de camélidos (como alpaca, llama y vicuña), promoviendo valor agregado en un sector tradicionalmente exportador de materias prima, pero acumula pérdidas.

La idea parecía buena: aprovechar la fibra de camélidos para producir hilos y telas con mayor valor, generando empleo y exportaciones. Pero los números no acompañaron: según datos oficiales, las ventas fueron muy bajas (unos Bs 6 millones) frente a presupuestos mucho mayores asignados para salarios, funcionamiento y compras públicas. Y ademas acumula pérdidas por Bs 203 millones.

El modelo que no funcionó

El director de la Oficina Técnica para el Fortalecimiento de la Empresa Pública (OFEP), Pablo Camacho, lanzó un diagnóstico contundente sobre la situación de las empresas estatales: de las 67 que están bajo su tuición, al menos 13 cerraron 2024 con un déficit conjunto de Bs 542 millones, mientras que en casi dos décadas se diluyeron alrededor de $us 14.000 millones en créditos e inversiones que no generaron el retorno prometido por el discurso de la industrialización.

Camacho explicó que la OFEP ya existía desde el anterior gobierno, pero nunca cumplió su función central: generar información técnica para la toma de decisiones.

El origen del daño económico está en el financiamiento masivo vía el Banco Central de Bolivia, del cual apenas se devolvió el 18% en 19 años, además de préstamos externos de la BID, el Banco Mundial y el Exim Bank de China. Entre los casos más críticos figura Yacimientos de Litio Bolivianos, con pérdidas de 196 millones de bolivianos, seguida por empresas como la azucarera de San Buenaventura (EASBA), Beagro y Yacana, varias de ellas sin producción sostenida o directamente inoperantes.

La ruta que plantea la OFEP incluye la elaboración de fichas técnicas de las 67 empresas y la ejecución de auditorías técnicas y financieras para determinar responsabilidades, posibles sobreprecios y alternativas de salida.

“El tiempo juega en contra”, advirtió, al referirse al litio y a otras industrias intensivas en capital. El mensaje es claro: los números ya no permiten sostener los elefantes blancos heredados por el MAS.

Fuente: El Deber