De acuerdo con algunos emprendedores, en una fase inicial los costos pueden alcanzar los Bs 20.000.
Por Daniel Zenteno

Un ciudadano realiza un trámite empresarial. Foto: Archivo.
Fuente: La Razón
Crear y sostener una empresa en Bolivia no solo implica pasar por casi 2.000 horas de trámites, también supone enfrentar una red de costos ocultos que golpean con mayor dureza a los actores pequeños y empresas nacientes.
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Para José Eduardo Iriarte, presidente de la Cámara Departamental de Industrias de La Paz (Cadinpaz), la burocracia se ha convertido en una “sobrefiscalización y sobrenormativa” que genera altos costos de transacción, resta competitividad y termina alimentando la informalidad.
“La tramitología genera pérdida de competitividad a las empresas tanto grandes, medianas y pequeñas y es una de las razones que promueve a las economías informales, en particular, de las pequeñas unidades económicas”, explicó en contacto con La Razón.
Costos
Ese impacto se hace evidente en los emprendimientos tecnológicos emergentes. David Duran Ibáñez, CEO de Pneuma Analytics, describe tres obstáculos que pueden quebrar una idea antes de que nazca: la falta de acceso al capital, la ausencia de información clara y el costo de la tramitología.
“Los abogados y contadores cobran demasiado dinero para hacer este procedimiento junto con el resto de los requisitos. Nos han pedido 20.000 bolivianos por hacer todos estos documentos, me parece sencillamente demasiado, es casi igual a la cantidad de capital inicial que inviertes en los equipos”, indicó en contacto con este medio.
Duran también cuestionó la rigidez laboral aplicada por igual a empresas grandes y nacientes. “El salario mínimo debería tener una excepción temporal. No puedes contratar gente si aún no tienes margen. Eso desanima”, señaló.
Ambas miradas coinciden en que la burocracia no solo retrasa, sino que encarece, desincentiva e inmoviliza. Hasta que el país simplifique procesos, reduzca costos iniciales y brinde información clara, el camino para formalizar una empresa seguirá siendo muy costoso.
Fuente: La Razón