Cuatro para una celda


En el primer mes de gobierno de Rodrigo Paz, que ha merecido una clara aprobación ciudadana por su incansable trabajo, se ha descubierto toda una red de latrocinios masistas, que, poco a poco, se irá ampliando hasta llegar a la punta de la madeja. De momento se trata de un “poker” de segundo orden, hasta que se llegue a la “escalera real”, que será con la ayuda de algunos organismos como la DEA, experta en la captura de mafiosos.

De momento, tenemos a cuatro ases, lo que no significa que no haya otros juegos completos en el MAS, que desconocemos. Estos cuatro ases que están detenidos o en la clandestinidad son: la exdiputada y exdiplomática doña Lidia Patty; el también exdiputado y nada menos que candidato a la Gobernación de La Paz, Franklin Flores; el expresidente de YPFB Armin Dorgathen; y el exsecretario ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huarachi. Hay muchos más, pero estos nos vienen tarde a la cabeza, como la comadrona Achacollo, por ejemplo.



Algunos lamentan que doña Lidia Patty haya sido encerrada; dicen que es una cholita ingenua, con falta de experiencia política, que fue engañada y que no es culpable. Al oírla hablar, se nota que la pobre señora no tiene idea de nada y que le han podido ordenar que haga cualquier disparate. Pero eso no debe volver a suceder. Debió quedarse en su ayllu y no prenderse del poncho de algún “mallku” para ascender y hacer otomías. Con su carita de “yo no sé nada”, acusó de golpistas a la expresidente Jeanine Añez, al gobernador cruceño Luis Fernando Camacho y al ex cívico Marco Pumari, dando pie al juicio de los tres. Eso no salió de su cacumen. Pero, además, en su carácter de Bartolina y diputada, se incrustó en la jerarquía del Fondo de Desarrollo Indígena y no rindió cuentas del abundante dinero que recibió ni mostró las obras que debió hacer, pero la plata desapareció como por arte de magia. Un perfecto desastre la dama y el gobierno pensó que, tal vez, tenía aptitudes para diplomática, con ese criterio estúpido del MAS de utilizar el Servicio Exterior como basurero de su gobierno.

A Franklin Flores no se le conoce “currículum” alguno. Como la mayoría de los masistas llegó al parlamento por obra de Evo Morales, no abrió la boca en toda la legislatura y Morales, como recompensa a su derrota en la Gobernación de La Paz, y a falta de gente idónea, pensó que lo haría mejor administrando la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA). El hombre, aparentemente, se preocupó más de sus propias finanzas, al extremo que se ha hecho gas para no rendir cuentas de sus actos. Seguramente que no repartió bien las ganancias, lo que entre maleantes es imperdonable.

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Del expresidente de YPFB, Armin Dorgathen, no teníamos la menor información tampoco. Pero, he ahí, que, por sus relaciones amistosas con el poder, apareció al mando de la más importante empresa nacional. Mintió hasta el cansancio sobre la gasolina y el diesel, y cuando las mentiras ya no le servían y se sumaban las acusaciones de corrupción, hizo lo que todos los bandidos: huyó.

Del diminuto ex secretario ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huarachi, se puede escribir toda una “novela negra”, pero serán los jóvenes escritores los que la escriban, si es que ven que vale la pena hacerlo. Huarachi ha sido un maestro de la ubicuidad, un diestro para cambiar de camiseta, pero sin quitarse el casco de minero que siempre utilizó como su garantía. Zigzagueó hábilmente con Evo Morales, bailando diablada a sus pies, estuvo discretísimo con Jeanine Añez, y se convirtió en cumpa de cama y rancho con Arce Catacora. Cobró sueldos jugosos y ganó “primas” suculentas, aunque la producción minera perdiera. Un verdadero as que tuvo el cuero más duro que todos sus antecesores.

Este poker de la nomenclatura masista, es solo el barniz de lo que se encontrará en las próximas semanas y meses, cuando se pueda tener los resultados de las estafas gigantescas que se ha realizado con los inmensos recursos del gas, la producción y comercio de pichicata y co