Johnny Nogales Viruez
Después de años de silencio y de un caos cambiario que dejó más dudas que certezas, el Banco Central de Bolivia vuelve a publicar un valor referencial del dólar. La medida ha generado curiosidad e incluso sospechas, pero también mucha confusión. Algunos creen que el Estado ha retomado el control del tipo de cambio; otros imaginan que el BCB vuelve a fijar el precio del dólar. Nada de eso está ocurriendo. Lo que el Banco Central está haciendo es mostrar, con datos reales, cuánto están pagando y cobrando las entidades financieras cuando compran y venden dólares en el mercado formal.
Conviene explicarlo con precisión. El valor referencial diario no es una imposición, sino un cálculo técnico. Se elabora a partir de todas las operaciones de compra y venta de dólares que realizan los bancos y casas de cambio autorizadas. Cada transacción tiene dos datos básicos: el precio al que se hizo y el monto en dólares que se transó. Con esa información, el BCB obtiene un promedio ponderado.
¿Qué significa “promedio ponderado”? Significa que no todas las operaciones valen lo mismo para el cálculo. Si un banco compra 20.000 dólares a cierto precio y otro compra 200.000 a un precio distinto, el segundo influye diez veces más en el valor final. Es decir, el referencial no es la simple suma de precios dividida entre el número de operaciones; es el precio que resulta de multiplicar cada operación por su volumen, sumar todas y dividir el total entre los montos transados. De esa forma, el dato refleja el comportamiento del mercado real, no las variaciones pequeñas o anecdóticas.
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Además, el BCB publica dos valores: uno de compra y otro de venta. El de compra refleja lo que pagan las entidades financieras en el mercado interno para adquirir dólares. El de venta incluye los costos de transferencia para operaciones internacionales, de modo que muestra cuánto cuesta efectivamente enviar dólares al exterior o cubrir obligaciones fuera del país. Son precios distintos porque responden a operaciones distintas.
¿Por qué esto es importante? Porque Bolivia convivió demasiado tiempo con múltiples cotizaciones: la oficial, la del paralelo, la callejera, la digital, la de “preferencia” según contactos o favores. La falta de una referencia clara permitió que la especulación floreciera y que el ciudadano no supiera cuál era realmente el valor de la moneda con la que importa, ahorra o paga sus necesidades. La transparencia no resuelve el problema de fondo, pero sí ordena la información y reduce la confusión.
Esta decisión tampoco implica una alteración del régimen cambiario. No es volver al tipo de cambio fijo, que ya había dejado de funcionar en los hechos, ni es una flotación libre. Es simplemente mostrar lo que el mercado hace cada día. El precio referencial no obliga a ningún banco a vender a ese valor, ni obliga a los ciudadanos a transar a esa cotización. Es una guía. Una señal. Un dato público que permite comparar y, sobre todo, evitar abusos.
Pero sería ingenuo creer que con esto se soluciona la crisis. Mientras las reservas no se recuperen, los ingresos del gas sigan en caída, las exportaciones no suban y el déficit fiscal siga desbordado, la presión cambiaria no desaparecerá. La transparencia es un paso necesario, no suficiente. Lo que sí cambia es la relación del Estado con la verdad. Durante años se negó la escasez, se escondieron cifras y se sostuvo una paridad ficticia hasta que el mercado la desmintió. Publicar un precio derivado de operaciones reales es reconocer que la realidad se impone, aunque se la quiera ocultar.
El ciudadano debe entenderlo. El BCB no está fijando el precio del dólar; está, por fin, mostrándolo. Eso no resuelve la crisis, pero reduce la oscuridad. Y en un país que lleva demasiado tiempo rodeado de sombras, a veces el primer paso es encender la luz y mirar de frente lo que ocurre.
