¡Eternamente agradecido!


 

 



Se nos fue otro año.

Al año seremos algo más viejos, y los niños serán algo más jóvenes.

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El milagro de la vida no se detiene.

Este año que se despide ha sido, sin duda, uno de los más exitosos de mi vida.

Pero también…

Es un año que me deja cicatrices en el alma, porque se llevó a varios de mis mejores amigos.

A ellos, mi memoria eterna y mi promesa de seguir escribiendo con la tinta de la verdad, y con la rebeldía que compartimos.

A pesar del dolor, hoy agradezco estar vivo.

Agradezco tener salud, tener voz, tener palabras.

Porque mientras haya palabras, hay caminos. Y mientras haya caminos, hay esperanza.

Gracias a los maestros, a las maestras, a los padres de familia y a los estudiantes que, en medio de tantas necesidades, eligieron mis libros.

Cada ejemplar que llegó a sus manos fue un abrazo silencioso, un puente entre mi corazón y el de ustedes.

Ustedes me dieron razones, para seguir creyendo que la lectura aún puede salvarnos.

Gracias por permitirme ser útil.

En una sociedad donde la cultura y sus exponentes somos muchas veces la sexta rueda del carro cuando no el repuesto olvidado en el maletero.

Cada oportunidad de compartir una historia, un taller, una charla, ha sido un acto de resistencia y de fe.

Gracias a los pueblos y provincias donde estuve con mis libros y palabras, maravillosas personas que me abrieron sus puertas este año.

Al este los hermosos valles, al oeste la inmensa Chiquitania, al sur la zona chaqueña y al norte, el poderoso Norte Integrado.

Estuvimos en los cuatro puntos cardinales del departamento.

¡Én 2026 duplicaremos el esfuerzo!

Gracias por recibirme con el alma abierta, por escucharme, por hacerme sentir parte de sus luchas y sus sueños.

En cada pueblo, en cada aula, en cada plaza, confirmé que la palabra sigue viva, aunque a veces la quieran callar.

A mi pueblo cruceño, les digo:

No perdamos la fe.

Aunque el panorama parezca oscuro, aunque la incertidumbre nos apriete el pecho, sigamos sembrando esperanza.

La historia de Santa Cruz no se ha escrito aún del todo, y cada uno de nosotros tiene un párrafo que aportar.

A las familias cruceñas y no cruceñas que viven en Santa Cruz, les deseo unidad.

Que el amor sea más fuerte que las diferencias. Que el pan alcance.

Que la risa vuelva.

Que los abrazos no falten.

Y a quienes sienten que ya no pueden más, les digo: Resistan.

No están solos.

La vida, aunque duela, también sabe sorprendernos con pequeños milagros.

A veces basta con mirar al cielo, o con abrir un libro.

Gracias a la señora Rosita Bustos y a su familia, ella nos permite tener el Rincón del Escribidor en su casa.

Que difícil sería sin ese maravilloso apoyo.

Gracias por un año más de fútbol, a mis amigos de “La Pesada”.

Tengo tantos motivos para agradecer, tantas personas a quienes les debo un abrazo.

Y no faltan:

Aquellas personas a quienes les debo una disculpa, a quienes sin querer o queriendo haya ofendido, fallado o lastimado.

Gracias por este año.

Gracias por leerme.

Gracias por seguirme.

Gracias por creer.

¡Que Dios nos bendiga y cuide a todos!

 

Con gratitud y esperanza:

 

EL ESCRIBIDOR.