
Hace cinco meses, para Blanca Gabriela C., de 17 años, hablar abiertamente sobre métodos anticonceptivos y prevención de embarazos no deseados era un tema tabú que la hacía sonrojar. Hoy, tras recibir capacitaciones en derechos sexuales y reproductivos, oratoria y liderazgo, se ha convertido en una joven lideresa empoderada, dispuesta a orientar a sus compañeras y compañeros sobre lo que más buscan a su edad: información.
«Antes era muy tímida, pero después de ingresar al programa AIDA (Atención Integral de Adolescentes) ya puedo expresarme libremente (…) Nos han ayudado a conocer nuestros derechos sexuales y reproductivos, los métodos anticonceptivos y cómo podemos tener relaciones sexuales con cuidado para prevenir embarazos no deseados. También nos han enseñado oratoria y liderazgo», cuenta Blanca Gabriela, estudiante de un colegio público de la ciudad de El Alto.
Carlos Ticona, de 17 años, coincide en que participar en el programa AIDA ha sido un aprendizaje constante. «Hablamos de temas de salud sexual y de salud mental. Al igual que muchos de mis compañeros, yo desconocía muchas cosas, pero las capacitaciones me han ayudado muchísimo», comenta.
El adolescente explica que ahora tiene la confianza de hablar sobre métodos anticonceptivos para prevenir embarazos no deseados y evitar las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). «Con mis compañeros no sabíamos hablar de eso, nos daba miedo, pero poco a poco hemos comenzado a conversar, y eso nos ha ido ayudando mucho», sostiene.
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Blanca Gabriela y Carlos no son los únicos. En los últimos cinco años, más de 213.000 adolescentes accedieron a los servicios AIDA. Este modelo se implementó y fortaleció en cinco redes de salud de los municipios de El Alto, La Paz, Cochabamba y Sacaba durante el periodo 2021-2025, según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Bolivia.
Pablo Salazar Canelos, representante del UNFPA en Bolivia, explica que el modelo AIDA es “un servicio dentro del sistema de salud, pero creado para que los adolescentes reciban atención especializada, confidencial y sin juicio”. Su naturaleza responde precisamente a la necesidad de romper las barreras que enfrentan los jóvenes al momento de pedir orientación sobre su salud sexual, como el miedo, la desconfianza, los estigmas y la percepción de que los centros de salud tradicionales no están diseñados para ellos.
Los AIDA, a diferencia de la atención convencional, funcionan con horarios adaptados, consejería confidencial, personal formado específicamente para trabajar con adolescentes, acceso a métodos anticonceptivos modernos y apoyo psicológico. «Lo que hace diferente a un AIDA es que aquí se conversa, se orienta y se acompaña sin estigmas”, explica Salazar, quien detalló que este tipo de trato no forma parte del funcionamiento habitual del sistema tradicional de salud.

Dejar el miedo atrás y preguntar
Blanca Gabriela relata que, al participar en las capacitaciones del modelo AIDA, no se sintió «excluida», porque podía preguntar a médicos y psicólogos todas sus dudas sobre temas de sexualidad y cuidados. Así dejó de lado las ataduras del miedo a hablar de un tema tabú en casa y en el colegio.
«Estas capacitaciones son muy recomendables para los adolescentes, porque nos ayudan a conocer nuestro cuerpo, lo que nos gusta y lo que nos da miedo. Es recomendable que todos los colegios tengan acceso a este programa, porque, por lo que he visto, la mayoría de mis compañeros ya tiene una vida sexual activa y muchas dudas», dice Blanca Gabriela, quien agrega que, en algunos casos, sus amigas le preguntan cómo pueden evitar embarazos no deseados y cómo cuidarse.
A Carlos le ocurre algo parecido. Cuenta que, tras sus capacitaciones en el programa AIDA, sus compañeros del colegio comenzaron a preguntarle sobre los contenidos abordados, lo que le permitió compartir lo aprendido y, al mismo tiempo, perder el miedo a hablar del tema. Explica que considera importante transmitir esta información como una forma de prevención: para evitar embarazos no deseados entre adolescentes y para que sus amigos conozcan los métodos anticonceptivos disponibles, como el uso del condón o las pastillas.
Por sus experiencias, ambos coinciden en sugerir que los psicólogos y médicos visiten los colegios, si es posible semanalmente, para hablar con los jóvenes. «Es más fácil hablar con ellos, los profesionales en salud, porque sientes la confianza de que no te van a juzgar, porque les preguntas algo y te responden. Nunca me han hecho sentir incómoda; siempre que tenía una duda, me responden», sostiene Blanca Gabriela.
Su sugerencia viene del hecho de que hablar en casa sobre anticonceptivos o sobre cómo prevenir embarazos no deseados o infecciones de transmisión sexual (ITS) es muy complicado.
«En mi casa no es muy cómodo hablar de esas cosas; con mamá puede ser, pero con nuestros papás no hay caso, ni con los hermanos. En la AIDA sí se puede, porque son doctores y psicólogos; ellos entienden», asegura la joven.
Para Carlos, antes de convertirse en un líder del programa AIDA, hablar de salud sexual era muy difícil, especialmente en casa. «Algunos tienen miedo porque lo ven como algo malo», comenta, al referirse a la percepción que muchas personas adultas tienen sobre el tema.
Recuerda que, al igual que ellos, él también solía considerar estas conversaciones inapropiadas o difíciles de abordar, porque no era común hablar de ello con naturalidad. «Yo igual era así, para qué mentir», admite. Sin embargo, asegura que esa visión ha cambiado, ya que ahora ha aprendido mucho y se siente más preparado para tratar estos temas abiertamente.
Reducir la cifra de embarazos adolescentes, el reto
En los centros de salud Germán Busch y Villa Ingenio, en la ciudad de El Alto, Georgina Adriazola, médica del programa AIDA, destaca que este modelo ayuda principalmente a que los adolescentes tengan mayor confianza en los servicios de salud para recibir atención en salud sexual y psicológica, entre otras áreas.
«De esta manera, podemos prevenir los embarazos adolescentes mediante la entrega de métodos anticonceptivos gratuitos», explica Adriazola, y resalta que uno de los pilares del programa es justamente la prevención de estos casos.
«Sabemos que hay una gran cantidad de embarazos adolescentes en El Alto, y la única forma de prevenirlos es mediante orientación y acceso a métodos anticonceptivos, porque es prácticamente imposible impedir que los adolescentes tengan relaciones sexuales», sostiene la profesional de salud.
Según cifras oficiales, entre las menores de 15 a 19 años se refleja una tendencia a la reducción, al pasar de 64.783 embarazos en 2016 a 22.674 en 2025. Este porcentaje de reducción también se aplica a los embarazos en niñas menores de 15, puesto que bajaron de 4.133 a 1.189 en una década.
Sin embargo, pese a esta reducción, el embarazo adolescente, especialmente en los grupos de 15 a 19 años y en niñas menores de 15, sigue siendo el indicador más difícil de reducir, advierte el UNFPA.
Pablo Salazar Canelos, representante del UNFPA en Bolivia, asegura que en los últimos años decenas de miles de adolescentes han recibido atención, pero advierte que las cifras demuestran que «hay un déficit» y una necesidad de incrementar el servicio. «Ahora estamos trabajando en generar un modelo escalable que pueda incluir la participación del sector privado y encontrar soluciones locales para asegurar que estos centros puedan aplicarse», sostiene.
De acuerdo con el personal médico, todos los métodos anticonceptivos aceptados y homologados por el Ministerio de Salud están a disposición de los jóvenes, y destaca que todos son de acceso gratuito en los centros de salud. «Tenemos implantes, la T de cobre, condones masculinos y femeninos, inyecciones trimestrales (Sayana), y, obviamente, damos la orientación para el uso adecuado de los mismos. Los métodos que son más dependientes del usuario, como los condones, requieren una explicación más detallada», explica Adriazola.
Mery Surco Espinoza, trabajadora social de la Red de salud Los Andes de El Alto, indica que «en los centros de salud se cuentan los insumos y los medicamentos para atender a los adolescentes». «Y son los que más se utilizan. Haciendo un análisis a nivel de red, en la revisión de coberturas e indicadores, se observa que la red ha aumentado en gran porcentaje en el uso de métodos anticonceptivos», señala.
Por ejemplo, de acuerdo con Surco, solo en la red de salud Los Andes, aproximadamente el 30% de cada 100 adolescentes ya solicita y utiliza métodos anticonceptivos, siendo el condón y las pastillas los más demandados.
En el Centro de Referencia Ambulatorio (CRA), ubicado en la zona Los Andes de El Alto, el psicólogo del consultorio AIDA, Rudy Armando Mamani, explica que desde muy temprana edad se registran indicadores de inicio de la vida sexual; desde los 13 años, esta población ya comienza su actividad sexual y, incluso, a los 16 años se presentan casos de adolescentes embarazadas.
«Por eso es importante brindarles orientación desde lo que es el enamoramiento, que constituye una base fundamental para que puedan diferenciar factores de riesgo relacionados con la violencia y la sexualidad. Es crucial hablarles en esta etapa», sostiene Mamani.
Según el especialista, además de hablar sobre enamoramiento y salud sexual, se debe enseñar habilidades de toma de decisiones, resolución de conflictos, empatía y comunicación asertiva. «Es necesario proporcionarles estrategias que les permitan tomar las mejores decisiones de manera autónoma e independiente. Esto les ayuda a reconocer qué relaciones son las que fomentan una mejor salud”, dice.
De beneficiarios a líderes
Blanca Gabriela lleva cinco meses dentro de AIDA; ya es una destacada lideresa y ha compartido réplicas de las capacitaciones en su colegio. «Hemos ido a exponer sobre derechos sexuales y cómo se deben utilizar los métodos anticonceptivos», dice.
Y justamente una de las principales fortalezas del modelo AIDA es cómo esta población beneficiada pasó de ser simple receptora a convertirse en la verdadera protagonista de su salud y de sus derechos sexuales y reproductivos, participando activamente en el control social de los servicios.
«Esto fue posible gracias a la innovadora articulación intersectorial entre salud y educación, al compromiso admirable del personal de salud capacitado y al liderazgo asumido por los gobiernos autónomos municipales, que han comenzado a hacer suya la estrategia», destaca el informe del UNFPA Bolivia.
Al ver que la población adolescente es un poco reacia a acudir a los centros de salud, que tiene miedo o cree que alguien los va a juzgar por buscar atención en sexualidad, los impulsores de este modelo implementaron la estrategia de creación de líderes y lideresas adolescentes.
«Son una extensión de nuestro brazo operativo. En su comunidad, ellos pueden captar a otros adolescentes de su unidad educativa o de otros entornos donde se encuentren, y de esa manera pueden traerlos al centro de salud. Hemos visto que a veces los adolescentes no se abren con libertad con nosotros como personal de salud, pero cuando tienen un intermediario que es otro adolescente, entonces entran en más confianza», afirma Georgina Adriazola, médica del programa AIDA en los centros de salud Germán Busch y Villa Ingenio de El Alto.

Para ser líderes o lideresas, los adolescentes son capacitados en varios temas: prevención de violencia, embarazos no deseados, métodos anticonceptivos y conductas desafiantes en la adolescencia, como el cutting. “El conocimiento que ellos adquieren lo van divulgando a sus compañeros; así se convierten en una extensión de nosotros en la comunidad”, destaca la doctora.
Además de formar a líderes y lideresas, el personal de salud también organiza una serie de actividades. Por ejemplo, se identificó que el centro de salud no siempre resulta atractivo para los jóvenes, por lo que se idearon actividades que generen mayor interés, como carreras deportivas. Entre ellas, destaca una 4K que se realiza desde hace tres años entre dos centros de salud, con el objetivo de que los estudiantes los conozcan, acompañadas de incentivos como premios y becas para quienes obtengan los primeros lugares.
También se organizan campeonatos de wally, concursos y ferias de salud, en los que los adolescentes participan y exponen, además de visitas a sus unidades educativas para apoyar sus actividades. Con todo ello, según Adriazola, se busca romper el paradigma de que el centro de salud permanece únicamente dentro de sus instalaciones, saliendo a la comunidad y fortaleciendo la interacción para generar confianza y lograr que los jóvenes se acerquen con mayor seguridad.
Los talleres con juegos didácticos son clave, según los adolescentes. «Ahí nos enseñan cómo funciona un método anticonceptivo y cómo se puede utilizar», dice Blanca Gabriella, y destaca que los psicólogos y médicos se toman el tiempo para escuchar y responder todas las preguntas.
Romper los tabúes
Al principio, cuando el personal de salud del programa AIDA comenzó a visitar las unidades educativas para capacitar a los jóvenes, se encontró con la negativa de los directores, quienes temían la reacción de los padres de familia, ya que generalmente se mostraban reacios a hablar de temas de salud sexual y reproductiva.
Pero los médicos y psicólogos no se daban por vencidos y lograban convencerlos. “Tratamos de que ellos cambien un poco esa perspectiva negativa que tienen sobre la salud sexual y reproductiva y de hacerles saber que los adolescentes ya tienen acceso a estos temas: tienen celulares, internet, y la información está a su alcance”, explica Georgina Adriazola, médica del programa AIDA en los centros de salud Germán Busch y Villa Ingenio de El Alto.
“Lo que nosotros hacemos es garantizar que ese acceso sea seguro y saludable, y que los jóvenes obtengan conocimiento de primera mano, porque sabemos que, a veces, en internet se encuentran muchas cosas que no son reales”, agrega la doctora.
Poco a poco, y con el tiempo, los padres de familia lograron abrirse y aceptar las capacitaciones para los adolescentes. Incluso, algunos compartieron que en sus tiempos no se hablaba de estos temas, pero se dieron cuenta de que eso no era favorable.
Pero pese a estos avances, todavía, muchas personas mayores desconocen la normativa y no saben que los métodos anticonceptivos, como servicio de salud, son universales para todos. Así como no se le puede negar atención a una persona menor de edad que sufre un accidente en la calle, tampoco se le puede negar la anticoncepción.
Según el personal de salud, la anticoncepción es también una atención en salud, por lo que los adolescentes tienen derecho a recibir orientación sobre cómo usar un método anticonceptivo, acceder a él en una farmacia o adquirirlo incluso si no cuentan con seguro.
“Entonces, los tabúes, quizás por parte de las personas mayores, se deben principalmente a la desinformación y a la falta de conocimiento sobre las normativas”, sostiene la doctora.
Para el psicólogo del consultorio AIDA del CRA de Los Andes de El Alto, Rudy Armando Mamani, la participación de los padres y madres de familia es fundamental. Por esta razón, en los consultorios se brinda atención gratuita tanto a los adolescentes como a sus progenitores.
“Es una dinámica familiar que hay que cambiar y estructurar. Los papás y las mamás nunca han tenido una escuela para padres y, muchas veces, no saben cómo apoyar a sus hijos. Por ello, reciben orientación sobre cómo fomentar disciplina, establecer límites saludables y claros, mejorar la comunicación y, en general, transformar su entorno familiar”, explica Mamani. “Entonces, los papás ya están más predispuestos. Se están rompiendo estos tabúes de hablar de sexualidad, de sexo y de cuidarse”, agrega.

“Nadie nos puede juzgar”
Al ser lideresa, Blanca Gabriela se ganó la confianza de sus compañeras; algunas se acercan y le preguntan: “¿Cómo se pueden usar las pastillas anticonceptivas y cómo pueden cuidarse a la hora de tener relaciones sexuales?”
En su colegio, Carlos también escucha preguntas de sus compañeros y cuenta que una de sus principales inquietudes es el uso del condón y la forma de conseguirlo de manera gratuita. Explica que, cuando conversan sobre métodos anticonceptivos, las dudas suelen centrarse en cómo prevenir un embarazo, qué método utilizar y la manera correcta de aplicarlo, temas que, según afirma, son los más frecuentes entre los chicos.
“Los condones son lo que más me preguntan: cómo saber, cómo usarlos y si los venden”, comenta. Él mismo se encarga de aclarar que pueden adquirirlos en farmacias, donde no deberían negarles la venta, y que también pueden obtener preservativos de forma gratuita en los centros de salud, asegura.
Entre las otras preguntas más recurrentes entre los adolescentes están: ¿A qué edad es recomendable tener relaciones sexuales?, ¿cómo es el uso correcto del condón para protegerse del contagio de infecciones de transmisión sexual (ITS)? y ¿dónde pueden acceder a métodos anticonceptivos de forma gratuita?
Georgina Adriazola, médica del programa en los centros de salud Germán Busch y Villa Ingenio de El Alto, afirma que una de las principales dudas de los adolescentes es cómo acceder a los métodos anticonceptivos. Algunos piensan que se necesita la autorización de sus padres o que deben tener 18 años o más, pero no es así. “Nosotros vemos la anticoncepción como un servicio de salud, y la salud no se le puede negar a nadie por ser menor de edad. Entonces, aunque tengan menos de 18 años, también pueden acceder a orientación en anticoncepción y a métodos anticonceptivos”, sostiene.
La menstruación y la masturbación son otros de los temas que preocupan a los adolescentes. “Son cosas que ellos fácilmente no te van a decir, pero poco a poco están empezando a perder el miedo a preguntar. También los temas de sexualidad y enamoramiento: si tienen pareja o no, porque muchos jóvenes todavía no pueden comunicar esto a sus papás, ya que tenemos familias destructivas también, padres muy ausentes”, asegura Rudy Armando Mamani, psicólogo del consultorio AIDA del CRA de Los Andes de El Alto.

Carlos explica que, actualmente, los jóvenes buscan más información y quieren aprender sobre salud sexual para prevenir situaciones que puedan afectar su futuro. “La verdad sí, porque uno se friega la vida cuando es joven y tiene un bebé; entonces es papá y le va muy mal. Por eso es mejor prevenir y evitar un embarazo no deseado”, afirma.
Blanca Gabriela asegura que, con las capacitaciones, al igual que ella, muchas adolescentes lograron romper los tabúes a la hora de hablar de sexo y sexualidad, pero considera que, para las mujeres, es más difícil, porque es inevitable sentirse juzgadas. “Pero yo les digo: todos somos libres de tener una vida sexual activa; nadie nos puede juzgar. No es nada malo”, concluye la joven lideresa, quien está por decidir entre estudiar Derecho o Medicina.
(*) Esta investigación fue realizada con el apoyo del Fondo Concursable de la Fundación para el Periodismo (FPP), en el marco del proyecto Periodismo de Soluciones.

