Iglesia exhorta en Adviento a tomar la decisión personal de acoger el don de Dios


En ese contexto, Dowlaszewicz recordó la figura bíblica del rey Akas, citado tradicionalmente en el tiempo de Adviento como un ejemplo de desconfianza.

Monseñor Estanislao Dowlaszewicz. Foto/captura

Fuente: Erbol

El obispo auxiliar de Santa Cruz, monseñor Stanisław Dowlaszewicz, exhortó este domingo a los fieles católicos a asumir una decisión personal de fe y acoger el don de Dios durante el tiempo de Adviento, al que describió como una oportunidad para recibir “algo nuevo, bello y precioso” capaz de transformar la vida humana en la antesala de la Navidad.



Durante su homilía, el prelado subrayó que Dios no busca privar al ser humano de nada, sino enriquecer su existencia, restaurar las alegrías perdidas y ofrecer su misericordia. Señaló que, a diferencia de la lógica humana basada en el control y la autosuficiencia, Dios actúa con fidelidad incluso cuando el hombre duda o se resiste. “Dios no se rinde con el hombre y sigue ofreciendo señales, aun cuando no se las pidamos”, afirmó.

En ese contexto, Dowlaszewicz recordó la figura bíblica del rey Akas, citado tradicionalmente en el tiempo de Adviento como un ejemplo de desconfianza. Explicó que Akas, enfrentado a una crisis, optó por apoyarse en soluciones políticas y fuerzas humanas antes que confiar en Dios, rechazando la señal que se le ofrecía. Para la Iglesia, esta actitud representa la tentación permanente del ser humano de querer controlar su vida sin abrirse plenamente a la acción divina.

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El obispo contrastó esa actitud con la de José, quien, aun sin comprenderlo todo, optó por obedecer y confiar. “La salvación comienza cuando el ser humano toma una decisión interior”, sostuvo, al remarcar que la fe no se vive solo en momentos extraordinarios, sino en decisiones concretas de la vida cotidiana, como actuar con honestidad, perdonar o asumir responsabilidades difíciles.

Finalmente, Dowlaszewicz afirmó que el Adviento invita a cada creyente a preguntarse en qué deposita su confianza frente al miedo, la incertidumbre o el sufrimiento. Señaló que el mensaje central de este tiempo litúrgico es que Dios da el primer paso y llama a la puerta del corazón humano, esperando una respuesta libre y personal, porque —concluyó— es precisamente allí donde Emmanuel, “Dios con nosotros”, quiere nacer.