La madre de todas las batallas


 

A cuatro días del Decreto Supremo 5503, que levanta la subvención a la gasolina e instala las bases del modelo de “capitalismo para todos”, impulsado por el presidente Rodrigo Paz Pereira, el país asiste al previsible aleteo de sectores políticos y sindicales que sienten que se les acaba el tiempo. No protestan por convicción económica ni por sensibilidad social; reaccionan porque ven peligrar su supervivencia política.



Lara, Evo y Tuto —desde trincheras ideológicas supuestamente opuestas— lanzaron duras críticas y amenazas de movilización exigiendo la abrogación del decreto. Lo impensable ocurrió: los tres bajaron la misma línea, usaron el mismo libreto y activaron el mismo reflejo defensivo.

La semejanza no es casual. Los une más de lo que admiten: miedo a un presidente que decide, rechazo a un modelo que rompe privilegios y pánico a quedar fuera del nuevo orden político. Cuando el poder legítimo se ejerce, los relatos se caen y los intereses se alinean.

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Para ellos, esta es una batalla de vida o muerte. Si Rodrigo sostiene el decreto y logra su objetivo, sus aspiraciones políticas se diluyen. El país entenderá que se puede gobernar sin retroceder ante la presión política y corporativa. Tendremos Rodrigo para largo, y ellos lo saben.

En contraste, la ciudadanía consciente entiende que la medida es necesaria. Seguir caminando hacia el abismo no es responsabilidad social, es suicidio colectivo. Bolivia no puede sostener indefinidamente un modelo de subvenciones que alimentaron el contrabando, la corrupción y las mafias público-privadas en torno al diésel y la gasolina.

Una vez más, los intereses personales y sectarios aparecen divorciados de la realidad nacional y de las necesidades del nuevo Estado. Los mismos que ayer defendían el “proceso”, la “democracia” o el “libre mercado”, hoy coinciden en una sola consigna: que nada cambie si ellos no son actores centrales del proceso. El discurso de evitar la quiebra del Estado por la sangría que significa la subvención fue solo eso: discurso. Llegado el momento de las decisiones, se van al frente.

El mandato popular le asignó a Edmand Lara la responsabilidad de ser parte del gobierno; el hombre no entendió ese mandato y se instaló en una trinchera que lo llevará a una jubilación temprana. Tuto está extraviado: sus frustraciones y rencores muestran que no tiene la talla para pensar en el bien mayor, apoyar y poner el hombro sin condiciones. Evo es un conspirador externo, sin representación parlamentaria; solo le queda amenazar con movilizaciones en las que no podrá participar. Sus colaboradores cercanos están en fuga; seguramente, en poco tiempo, seguirá el mismo camino, algo que él conoce bien.

El dato histórico es contundente. En diciembre de 2010, Evo Morales decretó la eliminación de la subvención al diésel y la gasolina; cuatro días después, tuvo que abrogarla: el rechazo ciudadano fue incontenible. Han transcurrido cuatro días desde la promulgación del Decreto 5503 y observamos una dinámica de diálogo y aceptación ciudadana. Todo indica que Rodrigo pasará el bache, sostendrá la decisión y hará historia.

Todo hecho histórico exige continuidad. Liquidada la mafia público-privada en torno al diésel y la gasolina, el siguiente paso es inevitable: presidente, desbarate las mafias narcotraficantes del Chapare. sin eufemismos, sin pactos y sin miedo.

Esta no es una escaramuza más. Es la madre de todas las batallas.

Jaime Navarro Tardío

Político y exdiputado Nacional.