«Me dejé llevar porque pensé que iba a morir»: el dramático relato del draguero que sobrevivió a la riada del Piraí


Desde el sábado 13 de diciembre continúa la búsqueda de desaparecidos en El Torno, Porongo, Warnes, Montero y Colpa Bélgica.

Por Lourdes Molina Rea

Fuente: eldeber.com.bo



“En ese momento pensé: así será la muerte. Ya no podía más. Bajé los brazos y me dejé llevar por el agua”.
Con esas palabras, Miguel Ángel Núñez, de 37 años, revive el instante en el que creyó que no saldría con vida de la riada del río Piraí, que el pasado fin de semana golpeó con fuerza a varias zonas de Santa Cruz.

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Con más de 15 años de experiencia como draguero, Miguel fue arrastrado por la corriente desde el Urubó hasta Colpa Bélgica, en un trayecto mortal marcado por golpes, troncos y palizadas. Hoy, con una pierna fracturada y múltiples contusiones, se recupera en el Hospital San Juan de Dios, donde su evolución es favorable.

La madrugada en que todo cambió

Eran cerca de las 3:00 de la madrugada del sábado cuando colegas le advirtieron sobre la crecida repentina del río. La prioridad era una sola: sacar la maquinaria y las herramientas de trabajo antes de que el Piraí lo arrasara todo.

Sin dudarlo, Miguel y su padre acudieron al lugar en plena oscuridad y lograron llevar los equipos hasta una “isla grande”, una zona que antes no era alcanzada por el agua. Pero el alivio duró poco.

“Pasaron las horas y el río seguía creciendo. De pronto nos vimos sobrepasados y tuvimos que agarrarnos de un tronco”, recuerda. Era apenas el inicio de una odisea desesperada.

Separado de su padre, solo frente al río

Miguel cuenta que pidió a su padre que se sujetara con fuerza y mantuviera la calma. “Me dijo que todo estaba bien, pero de repente llegaron olas grandes y nos separaron”. Desde ese instante, cada uno luchó por su vida.

“A mí me arrastró la palizada, troncos y más troncos. Uno me golpeó tan fuerte en la pierna que me la fracturó”, relata. Aun herido, siguió peleando contra la corriente.

“No veía nada. No se distinguía el agua de la tierra. Cuando el tronco se encalló pensé que estaba en la orilla, pero el río volvió a llevarme. Ahí fue cuando me rendí: estaba cansado, solo y herido. Me dejé llevar”.

Aferrarse a la vida entre el lodo y el frío

Tras horas atrapado en el cauce, cerca del mediodía la fuerza del río comenzó a disminuir. Miguel quedó atrapado entre troncos y palos. “Uno a uno los fui sacando del cuerpo. Intenté caminar, pero la pierna no me respondía. Estaba hinchada”.

Sin poder ponerse de pie, avanzó arrastrándose entre el lodo, como pudo. Ya entrada la noche, en medio del monte, buscó hojas para cubrirse del frío. Exhausto y desorientado, divisó luces a lo lejos.

“Pensé que había gente, que había esperanza, pero para llegar tenía que volver a cruzar el río”, recuerda.

Con las primeras luces del domingo, reunió fuerzas y lo hizo. Cruzó nuevamente el cauce y llegó hasta el puente de Colpa Bélgica.

“Pensaban que era un indigente”

Su aspecto era devastador. “La gente pensaba que yo era un loquito, un indigente. Estaba desnudo, con hambre, sueño y golpeado”, cuenta. Con el paso de las horas, finalmente recibió ayuda y fue trasladado a un centro médico.

Hoy, Miguel Ángel Núñez permanece internado en el Hospital San Juan de Dios, con diagnóstico favorable, mientras espera noticias sobre el paradero de su padre, de quien aún no tiene información.

Su historia es la de un hombre que miró de frente a la muerte, se dejó llevar por el río… y aun así logró volver.