No hay vuelta atrás


Todo el país estuvo sufriendo durante meses la escasez de combustible, expresado en interminables colas, pérdidas de carga, agotamiento de conductores, y, sobre todo, produciendo un grave daño a la economía nacional imposibilitada de exportar.

Ante semejante espectáculo tan desastroso, no hubo un candidato serio a la presidencia en las últimas elecciones, que no afirmara la necesidad de tomar medidas urgentes para terminar con los subsidios de los hidrocarburos, además de otros desastres que dejaron las administraciones de Evo Morales y Luis Arce Catacora, abandonando a Bolivia convertida en una cloaca, al decir del actual presidente Rodrigo Paz.



Durante el gobierno de Arce, existían colas que se extendían por kilómetros en las carreteras del país, provocando toda clase de problemas en el tráfico y en la humanidad de choferes y viajeros; se rogaba por combustible, viniera de donde viniera y al precio que fuera. Estaba en la boca y en la conciencia de todos de que el combustible más caro era el que no existía. Aunque además de las largas filas, los “evistas” no desaprovechaban la oportunidad de aplicar su enfermiza y contagiosa especialidad: los bloqueos. Entre colas y bloqueos, la nación estaba paralizada y el presidente Arce Catacora amenazado de ser colgado como Villarroel.

Pero he ahí que a poco más de un mes de la actual gestión, el presidente Paz emite lo que muchos reclamaban y empezaban a criticarlo como ineficiente y fue el decreto 5503. Todo el decreto es importante, todo es necesario, pero la eliminación de los subsidios al Diesel y la gasolina fue el guillotinazo. Fue el filo del acero que le cortó la cabeza a la corrupción. La población lo esperaba, pero no lo creía. No lo creía tan audazmente ejecutado.

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Saltaron de inmediato los líderes de la COB, transportistas, campesinos, todos beneficiados antes con los combustibles regalados, y todos atentos a las canallescas estupideces que desde su radio habla diariamente Evo Morales, con unos ignorantes que le hacen el juego al ventrílocuo.

Desde luego que, para no variar, los políticos quisieron sacar su mordida a costa de la medida, y no faltó la voz, siempre despistada y demagógica, del vicepresidente Lara, que se ha convertido en un indisimulado opositor que huele a una infame traición política y que no esconde sus ganas de suceder lo antes posible a Rodrigo Paz en la presidencia, para lo que necesita su renuncia.

Luego salieron los infaltables caciques de los “movimientos sociales”, evistas en su mayoría, y secretarios ejecutivos, de algunos sindicatos que quieren ganar en río revuelto y que amenazan con “sacar a patadas” al jefe de Estado, dizque por querer matar de hambre al pueblo. Son bravucones que no pueden contenerse de insultar ante la entrevista de un canal de televisión, una televisión que parece deleitarse mostrando escenarios donde se injuria a las autoridades y mejor si hay pedradas y puñetazos.

Pero, además, nos deja secos Tuto Quiroga, el candidato de tantos cruceños y compatriotas que estábamos seguros de que, de perder, haría una oposición constructiva, como anunció. En vez de seguir el comportamiento de su jefe y mentor, el general Hugo Banzer, que apoyó sin miedo ni mezquindades a Paz Estenssoro, cuando se elaboró el decreto 21060 que salvó a Bolivia, ahora aparece vacilante, defraudando a quienes habían votado por él.

Menos mal que el Gobierno está sereno, seguro, confiado, convenciendo a los descontentos de que Bolivia no se va a salvar con charlas “hardvarianas”, sino con acciones valientes. De discursos estamos hartos, como de diálogos y comisiones inconducentes. Pasaron las elecciones que dejaron ultrajes y puñaladas y a Rodrigo Paz no le queda otro sendero que administrar la suma pobreza del país y hacerlo sin perder tiempo.