El exvocal relató los momentos más difíciles que atravesó para que la gente vuelva a confiar en el Órgano Electoral Plurinacional.
Fuente: https://www.boliviatv.bo
AHORA EL PUEBLO // Con más de 55 años de experiencia en procesos democráticos, el expresidente del TSE Oscar Hassenteufel aseguró, en una entrevista con Ahora El Pueblo, que el sistema electoral boliviano es uno de los más seguros y transparentes del mundo, pese a las críticas y observaciones que expresaron en su momento algunos actores políticos.
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Hassenteufel, de forma cordial y amable, acompañado de su esposa, Mary Loayza, recibió al periódico estatal en su vivienda de la zona Sur. Habló de su pasión por el fútbol, el amor por su familia, relató algunas anécdotas electorales y los momentos difíciles que superó. También recordó el proceso para que la población boliviana vuelva a creer en la institución democrática, representada en el Órgano Electoral Plurinacional (OEP).
Recientemente cesó sus funciones como presidente interino y vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero su vocación de seguir de cerca los procesos democráticos continúa intacta.
Su trabajo sigue mediante el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica (Ceela), una organización autónoma, de la cual el exvocal forma parte, que se encarga de monitorear elecciones en los países de América.
—¿CUÁNDO COMENZÓ SU LABOR COMO VOCAL?
—Mi primer contacto con el tema electoral fue el año 1966, cuando era estudiante de Derecho, gracias a un diploma, como dactilógrafo corresponsal, que obtuve a mis 12 años en Argentina.
Gracias a ese título trabajé en la Corte Electoral Departamental de Chuquisaca, en la elección de 1966.
Trabajé por unos meses, porque entonces las cortes no funcionaban de forma permanente, solo se organizaban para cada proceso electoral.
Esa fue mi primera experiencia. Luego estuve en la Corte Nacional Electoral, de 2001 a 2006, y recientemente en el Tribunal Supremo Electoral como presidente. Son 12 años de trabajo propiamente en el Órgano Electoral Plurinacional.
Sin embargo, llevo años como integrante de una organización que se llama Ceela (Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica) y siempre he estado en contacto con los procesos electorales en toda América.
Este Consejo está conformado por gente de casi todos los países de Latinoamérica, es una institución noble, no gubernamental. No recibimos financiamiento de nadie, ni de los rusos ni de los gringos. Es totalmente autónoma, está reconocida y tiene carta de ciudadanía. También fue invitado en Bolivia.
—¿CUÁLES FUERON LOS MOMENTOS MÁS DIFÍCILES EN LOS SEIS AÑOS QUE ESTUVO EN EL TSE?
—El panorama se volvió complejo debido a que en 2019 ocurrió algo que no debió pasar. En ese entonces, el Órgano Electoral carecía absolutamente de credibilidad. La gente no confiaba en el Órgano Electoral. Hubo complicaciones específicas en cada momento, pero en general el problema más grande ha sido recuperar la confianza de la ciudadanía en la institucionalidad democrática.
No sabemos exactamente qué pasó en 2019, lo cierto es que la imagen del Tribunal Supremo Electoral quedó muy maltrecha. Si se acuerdan, los vocales salieron enmanillados, un espectáculo que deberíamos desear que no se vuelva a repetir nunca más.
Hubo otros problemas que se fueron presentando. Por ejemplo, durante la pandemia (Covid19 en 2020) se han ido postergando las elecciones. Había manifestaciones todos los días, la gente se reunía en la plaza Avaroa pidiendo que no haya elecciones por miedo a contagiarse. Hasta hubo estribillos que decían: “Romero, la salud está primero”, dedicados a Salvador Romero, que era presidente (del TSE) en ese entonces.
No sé qué hubiera pasado si en ese momento hubiera estado como presidente, seguramente no hubieran podido ensayar un estribillo por mi apellido.
Se entendía la oposición por la situación que se vivía en el mundo, pero hubo procesos electorales que se realizaron en plena pandemia, y República Dominicana fue el primero en celebrarlas. A partir de esa experiencia hicimos las elecciones en Bolivia en 2020 y se demostró que, si se tomaban las medidas de prevención adecuadas, no pasaba nada.
Otro momento difícil fue cuando se tuvieron que llevar adelante las elecciones judiciales parciales. En vez de elegir a 26 magistrados, elegimos solo a 19, y ahí hay una tarea pendiente.
Ese fue un momento difícil porque tuvimos que defender la visión del tribunal de muchos amparos; no solo en La Paz, sino en el interior. Eso significaba movilizar a abogados, apoyar los argumentos…
En la elección general se tuvo que enfrentar la falta de divisas para el proceso en el exterior, pero se buscaron soluciones creativas y logramos el apoyo de embajadores.
—¿HUBO OTROS MOMENTOS?
—Sí, cuando se analizó quitar la personería jurídica a los partidos políticos. Eso siempre es complicado porque una cosa es segura, no hay democracia sin partidos y quitarle la personería a un partido es como afectar al sistema democrático.
—¿QUÉ HIZO EL TSE PARA DEVOLVER LA CONFIANZA A LA GENTE? ¿USÓ TAL VEZ ALGUNAS CLAVES, TOMÓ DECISIONES DETERMINANTES?
—No existen secretos ni claves, lo único que toca demostrarle a la gente es la transparencia con hechos, que las cosas se hacían de forma imparcial y transparente, que no había nada oculto detrás de cada una de las acciones que se iban tomando. Es como dice la Biblia: por sus frutos los conoceréis.
—SIN EMBARGO, HAY PERSONAS, INCLUSO LOS PROPIOS POLÍTICOS QUE EXPRESARON SU DESCONFIANZA EN LOS PROCESOS ELECTORALES DE BOLIVIA, SOBRE TODO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS.
—La gente, a pesar de las campañas que se hacen, no parece estar muy interiorizada por el sistema electoral propiamente dicho. Entonces se hacen comentarios, por las redes sociales, que no corresponden a la verdad.
El sistema electoral boliviano es uno de los más seguros y transparentes del mundo, de verdad.
Desde el primer momento en que se constituyen las mesas electorales, que están conformadas por ciudadanos que se escogen al azar por un sistema tecnológico, se muestra la transparencia que hay en el proceso.
Son los jurados que muestran las papeletas al público, y el ciudadano recibe esa papeleta para votar. Lo mismo pasa con el cómputo de votos, cuando se muestra el acta. Eso no se hace en otras partes. Hay lugares en donde el cómputo se hace a puertas cerradas, pero el nuestro no.
No se cambian los datos. Siempre he dicho que Bolivia tiene uno de los sistemas más confiables del mundo.
Los políticos cuando hablan de fraude, lo hacen porque cuando pierden tienen que buscar a un culpable.
—¿QUÉ SIGNIFICA PARA BOLIVIA CONTAR CON UNA PLATAFORMA PROPIA COMO EL SIREPRE?
—El Sirepre (Sistema de Resultados Preliminares) fue el gran instrumento que terminó de darle confianza a la gente en el Órgano Electoral.
El sistema fue un gran logro, porque es un instrumento que se genera con técnicos del país. No se apeló a ningún tipo de sistema, tecnología ni técnico extranjero.
Se hizo desde el propio Tribunal Supremo, con directores, técnicos, y creo que el mérito es de ellos. Es una herramienta absolutamente confiable y funciona de verdad.
No se olviden que los organismos internacionales avalaron el sistema y uno fue la Organización de Estados Americanos.
Tal vez en un futuro habrá que mejorarlo, porque toda obra humana es perfectible, pero la gente tiene que confiar. En todo caso, hay que proteger ese sistema si en algún momento deja de funcionar.
—BOLIVIA LLEVA 43 AÑOS DE DEMOCRACIA Y SE HABLÓ TAMBIÉN DE LA FRAGILIDAD DE ESTE PROCESO. ¿CUÁLES SON LOS RIESGOS QUE PUEDE ADVERTIR?
—Se ha demostrado que la democracia es la mejor forma de gobierno; sin embargo, en Bolivia y en otros países, no ha sido suficientemente buena, en el sentido de que no ha solucionado los problemas que tiene la gente, por ejemplo, la falta de empleo.
Entonces, uno de los riesgos para la democracia, en nuestro país, es que la gente busque otro tipo de soluciones más rápidas para sus problemas. Tal vez busque apoyar iniciativas golpistas, rompiendo el ciclo democrático, pero ojalá no ocurra eso.
Esperemos que la gente aprenda a confiar en la democracia, porque es la única manera de definir el futuro y resolver los problemas de un país.
—¿QUÉ LES DICE A LOS BOLIVIANOS?
—El pueblo boliviano tiene una profunda vocación democrática, pero creo que se debe cuidar con mayor participación ciudadana. Por ejemplo, se debería consultar a la gente si quiere que se construya un centro comercial o una plaza, esto para fortalecer la gestión pública, como se hace en Suiza.
Suiza, por ejemplo, es un país excesivamente democrático, porque cada vez se consulta a la gente.
Bolivia ha avanzado muchísimo en esto porque antes no teníamos referendos. Nada más que en 2016 hemos tenido una experiencia no muy buena, cuando no se respetó el resultado.
—¿ALGUNAS ANÉCDOTAS QUE NOS PUEDA COMPARTIR?
—Hay muchas anécdotas. En el pasado, cuando las elecciones no eran tan confiables, el gran humorista y escritor ‘Paulovich’ (Alfonso Prudencio Claure) sacó un artículo, creo que era candidato a diputado por los años 60, y él decía: “¿Dónde está mi voto? ¿Por qué no aparece mi voto?”
Esa fue una anécdota que quedó, pero hay otras, como cuando un ciudadano se acercó a la mesa diciendo: ¡Quiero votar! Le explican: “¡Pero ya votaste!”. Luego el campesino se va, pero regresa a la mesa y pregunta: “Pero quisiera saber por quién he votado”. Le explican que no se podía, porque el voto es secreto.
Son cosas que se cuentan como anécdotas, pero que no necesariamente son realidades como tal.
EL EXVOCAL DEL TSE, APASIONADO DEL FÚTBOL Y DE LA DEMOCRACIA
A los 80 años, Oscar Hassenteufel mantiene su pasión por el fútbol y por la democracia. Es hincha de The Strongest, pero también pondera la unidad de su familia, valor que construyó con su compañera de vida, Mary Loayza, con quien lleva más de 56 años de casado.
Es padre de tres hijos y tiene siete nietos. Hassenteufel nació el 14 de abril de 1945 en Ticucha, provincia Luis Calvo del departamento de Chuquisaca.
Su esposa lo define como un hombre “estrictamente ordenado” y dedicado a su labor democrática. Tal es así que conserva en buen estado el primer certificado de Dactilografía Corresponsal, que obtuvo en Argentina cuando tenía 12 años, documento con el que fue contratado para trabajar en la entonces Corte Departamental de Chuquisaca.
En una ocasión, Hassenteufel tuvo que organizar un referendo en su casa para definir si podían vivir en Santa Cruz o La Paz. El resultado fue que él perdió y su esposa ganó… y decidieron quedarse en la sede de gobierno.
