Pablo Cingolani
Busca esas piedras “(…) poéticamente, habita el hombre en esta tierra…”. Hólderlin
Entre las montañas, en esta tierra, algo late, algo bueno se preserva, algo inmemorial y que sonríe a los hombres
Puedes intuirlo en la aspereza que alza su majestad en devoción a los cielos que la amparan día tras día, llueva o brillen arriba las estrellas
Lo escuchas cuando el agua y las piedras se conjugan y su canción llena el silencio de la quebrada con fragancias de alboradas, con radiantes destellos de esperanza
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¿Hay en la vida mejor recompensa
que sentir esa amable dureza?
Si todos los caminos se te revelasen
porque un dios bondadoso te los concediera,
¿Cuál elegirías?
Busca esas piedras.
Escrito en una piedra
Si llegué hasta aquí, fue por decisión propia. A nadie más, hago responsable.
Vengo de tan lejos, de tan pero tan lejos que ni te imaginas. Eso sí. Eso, depende de ti.
Te diré un secreto: alguna vez, fui parte de una estrella. Viajé por todos los mundos posibles: un día, elegí estarme aquí. Mañana, tal vez, quien sabe, reinicie mi marcha.
Por eso te digo: no te detengas. Álzame si quieres, llévame contigo, pero no te detengas.
Hazlo por mí, pero, sobre todo, hazlo por ti.
Los mundos que imaginaste, también están por ahí.
Lo venerable
Al sudeste, en serena majestad, el cerro de Mullumarka late sin prisa.
La gratitud lo guía, lo recompensa, lo milagrea: agasaja a sus piedras con cósmicos rituales.
Ellas, habitadas de bondad, sin saber de soledades y hastíos, lejos del dolor y la tristeza, oyen al viento contar historias de su ir y venir incesante.
Son tantas presencias, moradas, huellas las convocadas que siempre hay algo que celebrar acá adentro, allá arriba.
Yo hablé con esas piedras. Las sentí vivas. Me abracé con ellas. Las creí invencibles. Ellas me ampararon con su emoción mineral. Ellas mitigaron la espera.
Ansié su antigua verdad. Las ansié eternas en mi corazón. Ya vuelven a palpitar dentro mío. Ya brillan señalando el camino. Ya escribirán, de nuevo, sobre mi piel, mi devoción y mi destino.
Piedra mágica del abra [*]
Cuando todo se derrumbaba, se astillaba y estallaba, te encontré
Estabas ahí, apremiante, debajo de la peña, aguardando el momento de develarte. Estabas ahí, destellando tu majestad serena. Estabas ahí, venerable de sólo mirarte
Cuando te vi, te alcé y te ofrendé, devoto, a las encrucijadas: te deposité en la cima de la apacheta del abra
Ahora custodias todos los caminos, todos los destinos: lo cierto y lo incierto, lo diminuto y lo colosal, lo efímero y lo eterno.
Todas las cosas, los rostros, las voces; todas las conmociones, los encantamientos y las dichas, los sentimientos, te pertenecen: febriles los alojas en tu corazón de paciente geología y tenacidad mineral
Por eso sabes que las aguas no esperan, suben y bajan, que el viento aúlla o el viento se calla, que los cerros duermen, deliran o danzan: el mundo cabe dentro tuyo y también está afuera, en las travesías que proteges y cortejas, que se ansían, en las huellas que van o que vienen desde lo inmemorial o el momento fugaz desde el cual te evoco y te escribo
Amiga fértil del Rey Jampatu –el padre ancestral de todos los sapos-, compañera de la Roca Madre y de cada waka, centinela de las incesantes arenas de la quebrada, amparas al día y a la noche y ellos te amparan: así amputas la maldad que acecha y la condenas al olvido, la arrojas lejos de tu sagrada, áspera, belleza
Piedra mágica del abra, curtida piel del cosmos, estrella caída, salvaje faro del universo, lates y me incitas el alma, lates y me lijas las penas, lates y me esperanzas
Tú, que eres inmortal, tu, que eres invencible.
Añorada, me devuelves la fe.
Inmóvil, perpetúas la errancia.
Callada, me dictas cada palabra.
[*] El nombre completo del escrito es Piedra mágica del abra de Mullumarka, del lado de Chojo, y en dirección sudeste bajo la tutela de la Suprema Waka Illimani.
Fuente: https://inmediaciones.org
