Yo si apoyo al Gobernador…


Luis Fernando Camacho, el gobernador de Santa Cruz./ APG

Ya lo hice antes.

Lo hago ahora.



Y lo seguiré haciendo.

Y no tiene nada que ver por lo que hizo el 2019, tampoco lo apoyo por haber estado injustamente preso.

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No lo apoyo por el pasado.

Lo apoyo por lo que hace, o trata de hacer ahora.

Lo apoyo, porque al volver se encontró con muchas cosas en contra.

Lo apoyo, porque es un hombre que no ha conocido tregua.

Solo hay que verle la cara para entenderlo.

Un rostro marcado por la firmeza y el desgaste, reflejo de una lucha que no ha cesado, ni siquiera tras los barrotes de una celda.

Está claro: Su prisión fue política, su encierro una advertencia para todos.

Y mientras el país debatía su destino, él lo vivía desde una celda con la salud quebrada, con el cuerpo debilitado, pero con el espíritu intacto.

Desde ahí fue testigo impotente, sentía el desmoronamiento de una gestión; sentía el ocaso de un proyecto, la idea que él había prometido llevar con dignidad:

Pero un día volvió.

Directo al trabajo.

Sin el descanso físico, sin la pausa mental, sin el reposo emocional que precisaba.

Pero…

Al volver no halló la gobernación que dejó.

Encontró ruinas.

Una gobernación sin plata, desorganizada, y lo más doloroso: Traicionada.

Esos en quienes confió, esos a quienes dio responsabilidades, esos mismos que él respaldó, esos…

Se convirtieron en sus más feroces detractores.

Algunos, por ambición.

Otras, por conveniencia.

Y no faltaron los que seducidos por el poder central, vendieron su lealtad al mejor postor.

Y ahí está el Gober: Regresó no solo a gobernar, sino a resistir dentro de sus propias responsabilidades.

Y ahora…

Lo acusan de lo que ocurrió mientras estaba preso.

Lo culpan de decisiones que no pudo tomar, de contratos que no firmó, de omisiones que no le pertenecen.

El estadio, los desastres naturales, “todo es su culpa”, según sus detractores.

Pero a pesar de todo…

Él no se esconde.

Da la cara.

Recorre las provincias, escucha a los vecinos, habla con los productores, establece convenios de desarrollo…

¡Hace su trabajo!

Entiende que su deber no terminó con su liberación.

Y ahora…

En un giro inesperado, el gobierno nacional (por primera vez en dos décadas) extiende una mano para coordinar.

Y lejos de encerrarse en trincheras ideológicas, (innecesarias ahora), el Gober responde con madurez política.

Él entiende que Santa Cruz tiene que seguir avanzando, y que el gobierno actual es distinto al que había.

Para que se entienda…

El Gober es un capitán en medio de la tormenta y va con viento y lluvia en contra; pilotea un barco llamado Gobernación, una nave que fue mal conducida en su ausencia.

Pero él no huye.

No se lanza al mar en busca de salvación personal.

Se queda.

La pelea cada día.

Repara lo que puede.

Y enfrenta lo que viene, con la misma determinación que lo llevó a desafiar al MAS.

Así como enfrenta a los traidores, a esos que desde adentro sabotean su gestión.

Por eso lo apoyo.

Lo apoyo, porque el Gober eligió no rendirse.

Lo apoyo, porque el Gober carga con el peso de una cruz que no pidió, pero que lleva con dignidad y orgullo. Como lo hacen los Cruceños de Bien.

Lo apoyo…

Porque el Gober es un hombre que sigue, a pesar del dolor de sus dolencias físicas, a pesar del cansancio mental que representa y a pesar de las traiciones recibidas.

Lo apoyo…

Porque el Gober no es un mártir, él es un sobreviviente; y en tiempos de cobardía política, eso ya es por demás respetable.

Por eso lo apoyo…

Y le digo: Gracias Gober.

Gracias por no rendirse, a pesar de tener casi todo en contra.

Ahora le digo, lo que usted me dijo alguna vez en Chonchocoro:

“No pierda la fe”

Ya pasarán estas horas oscuras.

¡Dios lo bendiga!

EL ESCRIBIDOR.