Insulza: “Democracia supone discrepancia”


El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, se refirió a los ácidos comentarios de Hugo Chávez, la polémica Ley Antirracismo que mantiene convulsionada a la prensa boliviana y eludió opinar sobre las declaraciones de la Iglesia Católica boliviana. También habló de sus frustraciones, perspectivas, las limitaciones del organismo internacional que dirige,  pero también de la esencia de la democracia, que implica el derecho a pensar distinto, discrepar. En la conversación enfatizó que la OEA intenta no inmiscuirse en la política interna de los países porque es “una organización multinacional”.

image José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, ayer en Santa Cruz en entrevista con Los Tiempos. 

Por Paula Muñoz Encinas – Los Tiempos



    El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, en entrevista con Los Tiempos, habló de sus frustraciones, perspectivas, las limitaciones del organismo internacional que dirige,  pero también de la esencia de la democracia, que implica el derecho a pensar distinto, discrepar.

    Se refirió también a los ácidos comentarios de Hugo Chávez, la polémica Ley Antirracismo que mantiene convulsionada a la prensa boliviana y eludió opinar sobre las declaraciones de la Iglesia Católica boliviana.

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    Insulza, que se encuentra en Santa Cruz para asistir a la inauguración de la IX Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, arribó para “suscribir un programa bastante amplio en asesoría técnica para los órganos Ejecutivo, Electoral y Legislativo”, con miras a desarrollar técnicas en formas y capacitación para un mejor gobierno.

    En la conversación enfatizó que la OEA intenta no inmiscuirse en la política interna de los países porque es “una organización multinacional”.

    La OEA fue criticada por su ineficacia y débil estructura financiera en un momento. 

    – A la OEA le han asignado demasiadas tareas para los pocos recursos que tiene. Ésa fue la conclusión que se les leyó a los participantes de la junta de auditores externos, encabezada por auditores formales de todos los países de la región. O aumentan los mandatos o aumentan las cuotas de todos los países de la región.

    ¿Cuáles fueron sus principales frustraciones en su primera gestión?

    – La primera frustración fue Honduras, porque finalmente el sistema internacional reaccionó. La OEA marcó un camino y nadie reconoció al gobierno de Micheletti, y eso fue un gran éxito. Pero como esto tenía plazo fijo, finalmente bastó que ellos fueran capaces de aguantar seis meses, elegir otro presidente y cambiar su escenario por completo. Eso produjo una cierta diferencia entre los países porque algunos estaban por normalizarlo todo.

    – Otras frustraciones he tenido también. Hay gente que me pregunta sobre algunos insultos. No son ni frustraciones ni grandes molestias, pero los tratan mejor a los que los dicen que a los que los reciben. Creo en la democracia, y la democracia es divergencia. Si todos pensamos igual, ¿para qué queremos democracia? Pongamos a los inteligentes a gobernar al resto. La democracia y la política suponen discrepancia. Hay que discutir con respeto.

    ¿Hay algún problema personal entre Hugo Chávez y usted?

    – Nunca pasó nada, y yo apenas lo conozco. Me manda mensajes, pero no le voy a contestar nunca, como nunca lo he hecho.

    ¿Cuáles son los objetivos de su segunda gestión?

    – En lo político, preservar los fundamentos democráticos; pero, además, fomentar el desarrollo en los países, formas de elegir a los representantes. Cosa que se ha producido bien en los últimos años. Lo importante es que los gobiernos gobiernen bien. Segundo: el tema de la seguridad pública. Tenemos muchas tareas en materia de seguridad. El desminado en América Central fue un proyecto fundamental y vamos a ponerle gran énfasis a la lucha contra el crimen y el  crimen organizado. Tercero: el tema del desarrollo, la capacitación de los recursos humanos. Cuarto: diría el tema de los derechos humanos. Tenemos un buen sistema, pero queremos universalizarlos completamente y regionalizarlos para que todos los países sean parte del sistema, ayuden a financiarlo y acaten su difusión. Quinto: el tema de género, al que quiero darle un especial énfasis. La atendemos bien desde el punto de vista de la violencia contra la mujer, pero hay países donde no tienen trabajo y hay que ver su participación política también.

    ¿Qué pasa con los objetivos y las prioridades en situaciones de crisis?

    – Todas las prioridades pasan a segundo plano, como lo que pasó en Ecuador, Nicaragua… Somos una organización multinacional, no supranacional. No les damos órdenes a los países y atendemos las crisis con los recursos que tenemos, y éstos son los que los países nos quieren proporcionar. Son soberanos, y si no quieren responder al llamado de la OEA, no es mucho lo que podamos hacer. Los otros países deben tratar de imponer las decisiones.

    ¿Qué es lo que falta para que Honduras retorne a la OEA?

    – Creo que es mejor si Honduras estuviera dentro que fuera de la OEA, pero algunos países tienen otras exigencias. Primero que el presidente derrocado, Manuel Zelaya, pueda volver a su país sin ser procesado. Yo diría que hay algunos temas de DDHH que se han complicado mucho. Hay asesinatos de periodistas. Y algunos países cuestionan por qué algunas de las personas que protagonizaron el golpe están sentados en cargos de gobierno. Creo que todo esto se podría resolver, pero tampoco voy a promover una división en los países ni una votación. No creo en las unanimidades, pero tiene que haber un grado de consenso.

    Algunos países esperan una acción interventora por parte de la OEA…

    – La OEA no tiene rol de interventor porque eso sirve para que los ricos y los grandes intervengan a los pequeños, y eso no es bueno. Los países de la región no son iguales. A EEUU no lo vamos a intervenir, ni a Brasil o México, y probablemente terminemos interviniendo a los pequeños. Y eso no me parece correcto. Tenemos el papel de apagar incendios, pero en ningún caso de intervenir.

    Probablemente el mayor problema que hoy atiende la OEA sea el diferendo entre Costa Rica y Nicaragua. ¿Cómo ve la evolución de esta situación?

    – Se exigía que la OEA emita su opinión sobre el pequeño bloque sobre el que están hablando, pero el Consejo ha dicho que no.

    Nicaragua ha dicho que este territorio es suyo. Y les hemos respondido que deben ir a dirimir el conflicto en otra parte. Y ahora los dos dicen que recurrirán al diálogo, y que si no hay diálogo, irán a la Corte Internacional de Justicia. Esto se va a resolver. Lo importante es que no se siente el precedente de que uno puede entrar en territorio que otro dice que es también suyo y decir: ‘Este pedazo es mío y me lo llevo’.

    ¿Modificará la Carta Interamericana del organismo internacional?

    – Está en funcionamiento y muchos países han recurrido a ella. Es un programa democrático y marca la cancha respecto de lo que son las democracias en el continente. Tengo dudas de que se vaya a modificar. Tengo dudas de abrirla. Creo que se pueden tomar decisiones paralelas para mejorar su implementación, pero tocar el texto no se sabe en qué va a concluir.