Un nuevo volumen de relatos, que sale hoy a la venta, completa la obra del escritor norteamericano.
Procedentes de archivos familiares, legados universitarios y bibliotecas privadas, llega esta recopilación de los cuentos inéditos de Francis Scott Fitzgerald titulada Moriría por ti y otros cuentos perdidos (Anagrama, 2018), con prólogo y edición de la experta Anne Margaret Daniel. Un total de 18 relatos, entre cuentos, tratamientos cinematográficos y fragmentos, que recorren su carrera desde 1920 hasta prácticamente su muerte en 1940, a los 44 años.Cuando Scott empezó a escribir cuentos cobraba 4.000 dólares por pieza (unos 55.000 al cambio actual) y la circulación de las revistas en las que publicaba como The Saturday Evening Post, Collier´s Weekly o Esquire era millonaria. Las familias de toda norteamérica se reunían para leer en voz alta las historias de romanticismo jovial y descarado que el joven escritor era capaz de construir con una delicadeza inusual. Conectó de manera natural con el espíritu de las flappers, esas mujeres que se atrevieron a quitarse el corsé y llevar faldas cortas, y sus potentes personajes femeninos poseían una mezcla de misterio e insolencia que se convirtieron en el emblema de toda una época. De hecho, la fuente de inspiración de su literatura fue siempre su mujer Zelda, quien le acusó en tono jocoso (o no) de saquearle los diarios para alimentar sus novelas.
A medida que pasaba la década de los 30 y la “Gran Depresión”, su obra fue pasándose de moda, pero el escritor no dejó de buscar otros temas más allá del melodrama adolescente: “se bien lo que se espera de mí, pero, en ese sentido, el pozo está bien seco y creo que es más inteligente por mi parte no intentar exprimirlo, sino abrir un pozo nuevo, una nueva veta. (…) Sin embargo, un número aplastante de directores de revista siguen asociándome con un interés apasionado por las chicas jóvenes, interés que a mi edad probablemente me llevaría a la cárcel”, escribió al director de la revista Collier´s en 1939.Los trabajos que ahora se publican ha permanecido inéditos tantos años porque, en su mayoría, fueron rechazados por los directores de revista a los que iban dirigidos o le pidieron cambios que nunca llegó a hacer. Eran demasiado oscuros para la imagen de sueño americano de acero inoxidable que querían ofrecer esas revistas y eso es precisamente lo que los hace hoy más interesantes.Un buen ejemplo es el relato que da título al libro Moriría por ti, un “cuento de suicidas”, en sus propias palabras, en los que la inquiatante historia de una joven aspirante a actriz en Hollywood revela todo el talento del escritor para crear personajes inocentes y cínicos al mismo tiempo. En 1935, un Scott Fitzgerald alcoholizado, con una depresión nerviosa crónica, vivía con la preocupación constante de que su esposa Zelda se hiciera daño a sí misma y él también coqueteaba con la posibilidad del suicidio. “Conseguí un frasco de morfina”, escribió a su amigo Harold Ober, “y me tomé cuatro unidades, lo bastante para matar a un caballo. Resultó ser una sobredosis y casi antes de poder llegar a la cama lo vomité todo y vino la enfermera + vio el frasco vacío + lo pasé muy mal + luego me sentí como un imbécil”.
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Otro de los cuentos más logrados y del que el propio escritor se sentía más orgulloso es Ciclón en tierra muda, que está situado un hospital psiquiátrico y la protagonista Trouble (“Lío”) es una joven demasiado atractiva para el personal sanitario. Basado en la experiencia de su mujer, quien pasó buena parte de su vida entrado y saliendo de instituciones mentales, el escritor se negó a hacer los cambios que le proponían desde la dirección del Post: “Antes internaría a Zelda en un hospital psiquiátrico del Estado y viviría con los 200 dólares al mes de Esquire”.
UN ESCRITOR EN HOLLYWOOD
Tras unas breves estancias en 1927 y 1931, en el verano de 1937, scott fitzgerald se trasladó definitivamente a hollywood. arruinado y luchando desesperadamente por mantenerse sobrio, se unió a la larga lista de escritores que viajaron a la fábrica de sueños en busca de fama y dinero: Dorothy Parker, Aldous Huxley, William Faulkner, Blasco Ibáñez, Jardiel Poncela… la paga era muy atractiva, pero, en su caso, la burocracia cinematográfica acabó engullendo su trabajo sin apenas prestarle atención. él se vengaría creando al tronchante personaje de pat hobby, un guionista alcohólico que deambula por los pasillos de la meca del cine buscando un contrato.En 2004 gracias a un trabajador anónimo de la Warner Brothers salió a la luz todo el trabajo que Scott Fitzgerald realizó en Hollywood. Un total de 2.000 páginas, entre tratamientos, escenas, diálogos y reescrituras, que demuestran su laboriosidad durante aquellos años. “Se tomó la escritura de guiones muy seriamente”, dice Arlyn Bruccoli, experto en la su obra, “y es descorazonador ver cuánto esfuerzo puso en ello”. Ciertamente, en toda su carrera solo consiguió un crédito en una película, Three Camrades, y encima su parte fue reelaborada por el productor Joseph L. Mankievich. En palabras de su amigo Billy Wilder era como “un gran escultor contratado para hacer trabajos de fontanería”.De su relación con Irving Thalberg, productor de Freaks, surgió el personaje de El último magnate, su novela inacabada y, probablemente, la más ambiciosa. Muestra a un héroe americano que lucha por mantener su sensibilidad dentro de los engranajes de maquinaria despiadada de Hollywood. De alguna manera, Scott vio en él una vía para escapar de ese férreo sistema de producción, un sentimiento que alimentaría años más tarde el cine independiente. “Lo que quiero es encontrar”, escribió Scott Fitzgerald a su hija, “a un hombre clave entre todos los jefazos y su cohorte maleable de colaboradores, y luego luchar con uñas y dientes hasta que, por acción u omisión, conseguir estar solo con la película”.Este volumen incluye dos tratamientos cinematográficos, Gracie a bordo y Zapatillas de ballet. El primero es una comedia pensada para dos cómicos de la época que nunca consiguió vender, y el segundo es un dramático biopic de una bailarina rusa muy famosa que deja traslucir la pasión de su mujer Zelda por ser bailarina de ballet.Francis Scott Fitzgerald, en su libro póstumo The Crack-Up, escribió que “la prueba de una inteligencia de primera clase es la capacidad para retener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo, y seguir conservando la capacidad de funcionar”. Y su vida se convirtió en una cruel escenificación de esa frase. Rico y famoso a los 20 años, arruinado y olvidado a los 40. Afortunadamente, como demuestra este libro, su obra sigue funcionando como en los mejores tiempos.Fuente: revistavanityfair.es