Un hombre llamado caballo enseñó sus secretos en Santa Cruz


Maestro. El domador argentino Oscar Scarpati estuvo en Santa Cruz donde llevó adelante un curso sobre la ‘Doma India’, una filosofía distinta en el trato con los animales y también con las personas



Ref. Fotografia: Arte. Scarpati habla con los animales. Aprendió la doma india como lo hacía su abuelo.

Oscar Scarpati bordea los 70 años, levanta la pierna como una bailarina de ballet y la posa suavemente sobre el lomo del caballo. Una hora antes, el animal de raza árabe había sido enlazado por varios peones de campo que estuvieron casi toda la mañana luchando para atraparlo. El equino ingresó sopado en sudor al ruedo de metal preparado para la doma. Resoplaba ruidosamente por la nariz, denotando estrés y miedo a raudales. Huye, se asusta, no deja de mirar fijamente al amansador y constantemente se prepara para escapar.



El animal tiene cuatro años y se ha pasado casi toda su vida a campo, sin sogas, bozales y menos con alguien tan cerca tratando de hacer cosas con él. Lo domina la ansiedad, como a todos los caballos, animales preparados para huir ante el mínimo indicio de peligro o atacar con poderosas armas que lleva en sus patas traseras y sus dientes con los que puede matar a un hombre con suma facilidad.

Scarpati lleva 55 años amansando caballos. Ha recorrido decenas de países promoviendo la “Doma India” un método que usaban sus ancestros, los nativos ranqueles que habitaron el centro oeste de Argentina. Su abuelo Cristóbal, que pertenecía a esa etnia, le enseñó el idioma de los animales y fue su madre la que le transmitió el método, que no es más que la bondad y la comprensión hacia un animal al que, de un momento a otro, sacan de su ambiente natural y lo introducen a un mundo desconocido al que solo es capaz de responder con pánico.

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Compresión. Cuando era chico, Scarpati tenía todos los síntomas de un autista, le costaba relacionarse, no hablaba y en el colegio lo declararon “discapacitado”, lo relegaron y por supuesto, lo maltrataron creyendo que no entendía, no aprendía y no era capaz de avanzar al ritmo de un “niño normal”. El amor de su madre se transformó en comprensión y solo ella fue capaz de dejar a un lado el ego, considerado por él como el peor enemigo del hombre, que siempre lo empuja al error, a la violencia y el abuso.

La doma de caballos tiene de sobra historias de ego y machismo, de hombres que utilizan la fuerza bruta para dominar a la bestia, someterla, humillarla y obligarla a la fuerza a hacer cosas que se hubieran podido conseguir con caricias, con comunicación y juegos que dan como resultado un animal que jamás tomará venganza del jinete, como sucede frecuentemente y que le dan al caballo la fama de peligroso e imprevisible.

Scarpati es en realidad un domador de emociones. Él considera que los sentimientos son más importantes que el conocimiento y que la inteligencia. Su primera misión cuando toma un caballo chúcaro es lidiar con el miedo, hacerle saber que es injustificado y que su relación con el humano no le ocasionará ningún dolor. Empieza con juegos que lo hacen ver como un depredador que asusta al caballo; se le acerca bruscamente, hace ruidos y le demuestra que detrás de todo no hay ninguna consecuencia. 

Caricias en lugar de látigo. Le siguen las caricias, pero no al estilo de los humanos, sino del modo que lo hacen los caballos, con pataditas, sobajeos con los pies y hasta mordiscos. En esa etapa, el domador juega a ser caballo y si bien existe suavidad, también le hace saber al animal que en esa relación hay una jerarquía y que su rol es obedecer, como sucede naturalmente en la manada, donde existe un orden perfectamente establecido, que le ayuda al grupo a sobrevivir en un mundo salvaje y hostil. El caballo cede, acepta el liderazgo, pero a cambio de que no exista dolor y la relación se establezca en base a la confianza.

El caballo transmite toda esa información a través del lenguaje corporal, del movimiento de las orejas, la respiración, la posición de la cola y el relajamiento, que lo hace saber porque de pronto comienza a tragar saliva y meter aire a los pulmones con total normalidad. Hasta eso han pasado una o dos horas y el domador comienza a agitar la soga, bailar y saltar al lado de él, a mover una vara delgada con una bolsa de plástico en el extremo y hacer otros juegos que le ayudan al caballo a perder el miedo a movimientos y ruidos inesperados y extraños para él.

Scarpati es enemigo de los métodos rígidos, de las estructuras y dice que solo las emociones son capaces de transmitirle a él cuándo es posible dar el siguiente paso, cuándo percibir que el caballo ha perdido las cosquillas, se le ha ido el miedo y puede consentir que alguien se le pose sobre su lomo. En este caso y pese a que se trataba de un animal muy temperamental, el domador lo hizo luego de tres o cuatro horas de “manoseo”. Empezó recostándose con el estómago sobre el caballo y a los pocos minutos se extendió con todo el cuerpo hasta conseguir montarse muy suavemente. El caballo ni siquiera hizo el intento de corcovear y tampoco rechazó la montura o el freno que le pusieron en la boca posteriormente.

Estableciendo el vínculo. A partir de ahí, cuando el caballo ha establecido un vínculo con el domador, se puede empezar un proceso mucho más largo que consiste en enseñarle los rudimentos de cualquier disciplina ecuestre, es decir, andar, parar, girar y seguir las instrucciones del jinete. Scarpati, dice que nada de esto es posible hacerlo con éxito y sin accidentes si antes no se ha producido esa relación de confianza, donde no es necesario matar el carácter del caballo, quitarle su autoestima y obligarlo a hacer algo por miedo.

¿Existen caballos indomables?, le preguntaron a Oscar. “Mirá, hay dos clases de caballos, los que se pueden domar y los que vuelan”, dice bromeando. Él está convencido que ni siquiera existen caballos difíciles o problemáticos y que los complicados somos los humanos que terminamos descargando nuestras frustraciones en los animales. En realidad toda esta filosofía, estos métodos y enfoque es posible aplicarlos a la educación de los niños. Primero la confianza y el afecto y luego el aprendizaje.

55 Años
de la vida de  O. Scarpati fueron dedicados a domar caballos 

2 Días 
o tres son suficientes para aprender a domar un caballo con Scarpati.

5 Hijos
Tiene el domador de caballos y casi siempre es acompañado de los mayores.


Doma India en Santa Cruz

El domador de caballos Oscar Scarpati estuvo en Santa Cruz junto a su hijo Cristóbal con quien llevaron adelante un curso dirigido a criadores, amansadores y aficionados a la hípica. El seminario tuvo lugar en Haras La Alhambra y se realizó a iniciativa de la hipista Claudia Martin, quien está buscando desarrollar en nuestro medio este paradigma que busca desterrar el maltrato a los animales y transformar la relación con los caballos en una experiencia placentera y segura, tanto para el jinete como para el animal. En el curso práctico de tres días, ambos domadores consiguieron amansar dos animales partiendo de animales chúcaros. El objetivo es conseguir que la “Tribu Scarpati” se expanda a Bolivia y que en el futuro haya más domadores indios que sigan este camino de bondad y comprensión hacia el caballo.

Acción. Al lograr domarlos llegan hasta montarlos sin problema.

Talento. Para amansar los animales primero le demuestran cariño. 

 

Fuente: eldia.com.bo