El Imperio devaluado…


cayetano2Entre paréntesis….  Cayetano Llobet T.

Si yo fuera un contribuyente en Estados Unidos estaría furioso por la forma en la que el Departamento de Estado desperdicia mis impuestos sosteniendo una red mundial de chismosos con pretensiones de espías, convencidos de que están enviando cables secretos con información reveladora. Y estaría más furioso con todo lo que se gasta en unos sistemas de seguridad que un soldado de 22 años puede pinchar y, con la complicidad involuntaria de Lady Gaga, lograr que Estados Unidos protagonice un papelón mundial.

Que alguien me revele  que Venezuela está llena de cubanos y que además me haga creer que me está contando un secreto, es que me está tomando por imbécil. Que alguien sospeche que Rodríguez Zapatero no entiende bien el inglés y que pase el dato como un secreto, es una tomadura de pelo. Que el ministro de Defensa de Brasil, ¡nada menos!, deslice al embajador de Estados Unidos que Evo Morales tiene un tumor en la nariz parece de una importancia estratégica formidable. Que Berlusconi disfruta sus fiestas de entrepierna, ¡todo un descubrimiento!  Que Hillary Clinton tenga que hablar con los dirigentes del mundo para advertir que le han pescado los chismes sólo merece la respuesta que le dio uno de ellos: “No te preocupes Hillary, tú no sabes todo lo que hablamos de ti”. Y que ella misma piense que lo de Wikileaks “es un ataque a Estados Unidos y al mundo” es no asumir con seriedad el ridículo que ha hecho su país.



Y es que las dimensiones que logró la mayor potencia en la historia del mundo, esa suerte de nueva Roma que significó Estados Unidos, hace difícil para muchos la necesidad de asumir que es un imperio en retirada. No es buena la apreciación del Vicepresidente García Linera cuando dice que el gobierno de Estados Unidos “sostiene una lógica imperial”. Eso era cierto hace muchos años, en los setentas  -los años en los que García Linera inspira sus discursos-, cuando esa lógica imperial se imponía en serio, planificando cambios de fondo y volteando democracias para colocar regímenes militares en Bolivia, en Uruguay, en Chile, en Argentina. Cuando Nixon preguntaba, refiriéndose a Allende, “cuándo se podía matar a ese hijo de puta”; cuando Kissinger ponía todo su talento para encumbrar en los gobiernos a los gorilas que ellos mismos entrenaban en las Escuela de las Américas  -todavía hay bolivianos importantes que pueden atestiguarlo- y coordinaba en persona la implementación del Plan Cóndor. Cuando competía con potencias de verdad y manejaba la mitad del mundo. ¿Alguien se imagina, en esos momentos, al embajador americano en Moscú enviando un cable secreto para informar que se sospecha que Nikita Kruschev tiene un forúnculo en la nalga izquierda?

Hoy es otra cosa. El ex imperio no sabe cómo salir de Irak y Afganistán, ninguno de los dos países tiene horizonte democrático, sus aliados árabes siguen siendo los autócratas millonarios de siempre pero muertos de miedo por Irán, Israel se ríe de sus consejos; los aliados estratégicos regionales que Obama definió al comienzo de su mandato  -Brasil en América Latina y Turquía como eje para Medio Oriente y el mundo islámico- terminaron de íntimos amigos de Ahmadineyad y, según la propia Hillary Clinton, como un peligro para la política norteamericana.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Y si creemos en los cables, hoy Estados Unidos le pide por favor a Cristina Kirchner que modere a Evo Morales y lo convenza de que no quieren hacerle ningún daño y Cristina accede “a pesar de lo difícil que es Evo”.  Eso no es imperio ni potencia. Es un papelón mayúsculo. Que a Evo le sirva, es otra cosa.