La actriz explica en una entrevista por qué fue una gran noticia que el romance entre la pareja cinematógrafíca más sexy de los 80 no fuera más allá de la pantalla.
En la década de los ochenta Kathleen Turner y Michael Douglas formaron una de las parejas más atractivas y con mejor química de la gran pantalla. Las tres películas que protagonizaron juntos (la cinta de aventuras Tras el corazón verde, su secuela La joya del Nilo y la comedia negra matrimonial La guerra de los Rose) explotaron la apabullante sensualidad que ambos desprendían y también su incuestionable vis cómica. Lo que no se supo hasta mucho tiempo después es que entre ellos había habido algo más que una filmografía compartida.Como ya reveló en una extensa entrevista publicada en Vanity Fair en junio de 2013, Kathleen Turner estuvo durante años enamorada de su compañero de reparto. Lo que ha revelado ahora en declaraciones a The Guardian es que además mantuvieron una relación durante el tiempo en el que trabajaron juntos. «[Mientras rodaban Tras el corazón verde en 1984] entendí que se había separado de su primera mujer, Diandra, y en esa época yo no estaba con nadie», recuerda la actriz. En efecto, Douglas se había casado en 1978 y no se divorció de Diandra hasta 1995, con un acuerdo por el que Douglas pagó a su ex 45 millones de dólares, uno de los más comentados en aquel tiempo y el ideal inalcanzable que prometían los abogados matrimoniales a sus clientes.
Kathleen Turner, que había irrumpido con fuerza en Hollywood gracias a Fuego en el cuerpo, un thriller de alto contenido erótico junto a William Hurt, no había pasado desapercibida para otros grandes seductores. «Había una gran falta de respeto hacia las mujeres en Hollywood. En cuanto acababa una película yo cogía el primer avión disponible y me volvía a Nueva York. Después de Fuego en el cuerpo descubrí que Michael Douglas, Warren Beatty y Jack Nicholson se peleaban entre ellos para ver quién era capaz de ‘pillarme».La relación con Douglas no fue a más y ambos continuaron su carrera por caminos separados salvo las dos ocasiones en las que volvieron a coincidir –La joya del nilo y La guerra de los Rose–. Mientras el hijo de Kirk Douglas continuó cosechando grandes éxitos en los noventa con títulos como Instinto básico o The Game, y se casó con la actriz Catherine Zeta-Jones, a Turner se le diagnosticó una enfermedad en las articulaciones que intentó ocultar pero fue alejándola paulatinamente de la primera línea. Tampoco ayudó que aceptara con una naturalidad poco habitual en la industria el paso del tiempo y sólo pasara por el quirófano para luchar contra la artrítis reumatoide que le llegó a impedir andar.En cualquier caso, en la misma entrevista en la que habla del montaje teatral que interpreta hasta el 6 de mayo en Londres, Finding My Voice, un espectáculo en el que canta, interpreta y reflexiona sobre su propia vida, reconoce que no lamenta no haberse casado con el actor del que estuvo enamorada durante mucho tiempo. «[…] no me puedo imaginar que hubiera tenido la carrera que tengo si me hubiera convertido en la señora Douglas», dejando caer que habría sido relegada por la industria y, probablemente, su marido. Sin ir más lejos, Catherine Zeta-Jones era una actriz con una carrera imparable –La máscara del Zorro, La trampa, La guarida y un pequeño papel en Alta Fidelidad–, hasta que en 2000 en el rodaje de Traffic coincidió con su futuro marido. El trastorno bipolar diagnosticado y la crianza de los dos hijos de la pareja, así como los cuidados que precisó Douglas cuando tuvo cáncer, contribuyeron que la actriz espaciase más sus trabajos en cine.Si Turner se refería al machismo de Hollywood o a la personalidad de Douglas en concreto, es algo que no se ha encargado de aclarar en la entrevista. A juzgar por sus palabras, no es que le dé hoy mucha importancia. «Tampoco es que llegase a pedírmelo, no es cuestión de inventarme cosas».Fuente: revistavanityfair.es
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