Por Christopher Ingraham
En la isla de Hawai se siguen abriendo nuevas fuentes de lava debido a la erupción del volcán Kilauea, y continúan las destrucciones de viviendas y las evacuaciones en la región.
Si bien las imágenes de los flujos de lava que demuelen casas y engullen automóviles son aterradoras, hasta el momento no se han reportado muertes causadas por la actividad volcánica. Los hallazgos de una base de datos de muertes de volcanes globales publicadas el año pasado en el Journal of Applied Volcanology ofrecen algunas pistas: las muertes relacionadas con la lava fluyente son relativamente raras, lo que representa una pequeña fracción de la mortalidad mundial causada por volcanes.
Primero, lo básico: la vulcanóloga Sarah Brown de la Universidad de Bristol y sus compañeros compilaron datos sobre más de 278.000 muertes relacionadas con volcanes a nivel mundial, que se remontan al año 1500. Clasificaron cada una de las muertes por la causa precisa del deceso ya que, como explican con algo de subestimación, «los volcanes pueden producir una serie de peligros potencialmente letales».
Esos riesgos incluyen columnas de flujo rápido de gas caliente y materia volcánica conocidas como corrientes de densidad piroclásticas, tsunamis volcánicos, flujos de lodo volcánico, cenizas volcánicas, trozos llameantes de roca fundida que llueve del cielo, avalanchas, emisiones de gases, eyecciones explosivas de vapor y flujos de lava.
Las corrientes de densidad piroclásticas (PDC por sus siglas en inglés) son las principales causas de las erupciones volcánicas, que representan cerca de las 60.000 muertes desde 1500. «En general, los PDC se mueven demasiado rápido para que las personas escapen, y la muerte es casi segura para los que quedan atrapados por un PDC«, cuentan Brown y sus compañeros. Estadísticamente hablando, el registro sugiere que si 1.000 personas quedan atrapadas en un PDC, todas menos cuatro de ellas morirán.
Los tsunamis son el segundo mayor impulsor de las muertes relacionadas con los volcanes, con casi 57.000 muertes registradas. Se estima que el tsunami impulsado por la erupción de Krakatau en Indonesia, en 1883, representa 36.000 de esas muertes.
Los flujos de lodo volcánico son el otro gran asesino, causando más de 56.000 muertes. Pueden estar lo suficientemente calientes como para quemar carne, pueden extenderse a cientos de kilómetros de la fuente de la erupción y pueden ocurrir durante años después de una erupción.
Mientras que los flujos de lava cobran gran importancia en la imaginación popular, solo se han registrado 659 muertes por lava desde 1500. «Las lavas normalmente avanzan lentamente, lo que permite que la gente pueda escapar«, explican Brown y sus colegas. Por lo tanto, todos esos desgarradores videos de Hawai que muestran personas paradas a metros de la burbujeante lava no son tan aterradoras como podríamos pensar.
Muchas personas también mueren en los meses posteriores a las erupciones volcánicas por causas indirectas, como el hambre y la enfermedad. La categoría indirecta de la base de datos también incluye los accidentes de transporte relacionados con la erupción, los ataques cardíacos sufridos durante las extenuantes limpiezas después de las erupciones y todo tipo de desventuras aleatorias que ocurren alrededor de los volcanes incluso cuando no están en erupción activa, como, por ejemplo, caer al respiradero y que un banco de lava te atrape.
Desde un punto de vista global, las muertes a causa de los volcanes son bastante raras en Estados Unidos en relación con otras naciones, particularmente en lugares como Indonesia y Filipinas. Solo en Indonesia se registran más de 145.000 muertes relacionadas con volcanes desde 1500, lo que supone más de la mitad de la base de datos completa.
Estados Unidos, por el contrario, solo ha visto 708 muertes relacionadas con los volcanes. Desde 1784, el año de la primera fatalidad volcánica registrada en áreas que forman parte de los actuales Estados Unidos, al menos 421 de ellas han ocurrido como resultado directo o indirecto de la actividad volcánica en el Kilauea en Hawai.
La mayor parte de las muertes de Kilauea, aproximadamente 400, fueron el resultado de una erupción explosiva en 1790. Durante ese evento, una gran grupo de guerreros hawaianos «se vio envuelto en una corriente de vientos huracanados, compuestos por vapor caliente y gases sulfúricos«, de acuerdo con el Servicio de Parques Nacionales. Las huellas fosilizadas que datan de la época de la erupción permanecen en las laderas de Kilauea.
Desde entonces, el volcán ha estado en un período de quietud relativa. En los últimos años, las muertes asociadas con el volcán han tendido a involucrar a turistas y visitantes que caen en conductos de vapor o inhalan gases nocivos. A principios de este año, un experimentado guía turístico en la isla murió después de ser superado por «una nociva nube de vapor».
El Monte Saint Helens de Washington es el segundo volcán más mortífero de Estados Unidos, según la base de datos de fatalidades del volcán. Se cree que una erupción en 1800 fue responsable de, al menos, 100 muertes relacionadas por inanición en el invierno siguiente, de acuerdo a los autores de la base de datos.
La erupción más notoria de 1980 está relacionada con, al menos, 57 muertes directas debido a las corrientes de densidad piroclásticas asociadas con la explosión. Al menos cuatro personas más murieron en accidentes después de la erupción, o después de sufrir ataques al corazón mientras traspalaban cenizas una vez que había terminado el evento.
El volcán Mauna Loa de Hawai se cobró 77 vidas en el curso de una erupción en 1846, 46 debido a un tsunami volcánico y 31 adicionales por flujos de lodo volcánico.
El cuarto volcán más mortífero de la nación puede ser una sorpresa: la caldera de Yellowstone, que ha estado dormida durante decenas de miles de años. Al menos 23 visitantes del parque han muerto allí desde que comenzó el mantenimiento de registros. Todos cayeron en las famosas piscinas termales del parque. Más recientemente, en 2016, un hombre de 23 años abandonó los pasillos designados del parque y se metió en un charco de agua ácida hirviendo.
Una sorpresa final en la lista de volcanes mortales de la nación: la montaña Mammoth de California, hogar de una gran estación de esquí. Desde 1998, cuatro personas han muerto allí debido a la descarga de gas de dióxido de carbono.
Pero, en general, las muertes relacionadas con los volcanes son relativamente raras, particularmente en Estados Unidos. De media, los volcanes han matado a aproximadamente tres personas por año, con la mayor parte de esas muertes causadas por un solo evento en Hawai en 1790.
Por el contrario, los rayos suelen matar a más de 20 estadounidenses por año.
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Fuente: infobae.com