Inflacionario: El indicador del mes de diciembre fue afectado por alzas en el transporte y los alimentos. Acopiadores y especuladores se aprovechan de precios de Emapa.
El gasolinazo del pasado 26 de diciembre repercutió directamente en el alza de tarifas del transporte y en los precios de los alimentos; determinó un indicador mensual de 1,76 por ciento y empujó al indicador anual a un 7,18 por ciento para 2010.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) señaló en un informe de prensa que “los precios del servicio de transporte en microbús, minibús y almuerzo fuera del hogar registraron mayor incidencia positiva en el mes de diciembre”.
El Gobierno aplicó un incremento de precios a los carburantes que afectó a los costos de servicios y productos, y desató la protesta popular el pasado jueves en diferentes ciudades.
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El viernes 31 de diciembre, el presidente Evo Morales resolvió abrogar la medida y pidió que todos los precios incrementados en la última semana volvieran a su punto inicial, pero ese llamado no fue escuchado.
A principios del pasado año, el Gobierno proyectó una inflación de 4,5 por ciento, pero varios factores derivaron en alzas periódicas de precios, particularmente en los alimentos.
La sequía en el oriente y en otras regiones mermó la oferta de productos agrícolas y obligó al Gobierno a realizar importaciones de urgencia.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) es la referencia que se emplea para determinar los incrementos salariales, y los empresarios privados expresaron su deseo de tomar este dato como base para una futura negociación con sus dependientes. Hasta antes de la abrogatoria del gasolinazo, el Gobierno mantenía una política de incremento de salarios del 20 por ciento para maestros del sector fiscal, salubristas y efectivos de las Fuerzas Armadas y la Policía boliviana.
La descripción del INE indica que el servicio de transporte en microbús presentó una incidencia positiva de 0,45 por ciento y una variación de 15,27 por ciento. El almuerzo consumido fuera del hogar presentó una incidencia positiva de 0,14 por ciento y una variación de 2,45 por ciento.
En tercer orden, el transporte en minibús ascendió en 0,13 por ciento y una variación de 6,61 por ciento, y luego se consigna a la carne de pollo con 0,10 por ciento y una variación de 5,02 por ciento.
Tras la aplicación del gasolinazo, los transportistas urbanos incrementaron sus tarifas entre 75 y 100 por ciento, y desconocieron las tablas de la Autoridad de Transportes y Telecomunicaciones (ATT), que aplicaron niveles máximos de hasta 30 por ciento.
Por el contrario, el INE reporta una baja de precios en 7,28 por ciento en el tomate, y en la telefonía fija con 5,14 por ciento. Entre los productos con incidencia negativa también se anota al queso criollo (-4,07 por ciento), huevo de gallina (-2,39 por ciento) y zanahoria, con una baja de 3,11 por ciento.
En el mes de diciembre, el departamento con mayor incremento de precios fue Pando, con 3,37 por ciento, seguido por La Paz, con dos por ciento, y Potosí, con 1,88 por ciento.
Opiniones
“Cuando se hizo el gasolinazo fue como si se hubiera hecho un movimiento en el sol y todos los planetas se han desalineado por ese movimiento.
“Ahora, el intento de alinear precios es muy difícil porque requiere tiempo y es una transición compleja. Los otros planetas han cambiado de órbita y volverlos a colocar en el mismo lugar costará mucho trabajo.
“Planteaban un país de una fotografía macroeconómica que no era la realista. Entonces, la primera cosa que el Gobierno tiene que hacer es mostrarnos todos los síntomas que están detrás de la tomografía: problemas en el sector hidrocarburos, problemas fiscales, problemas de productividad, de inversión, de empleo”.
Gonzalo Chávez / Economista
“El IPC del 7,18 por ciento estaba entre las previsiones inflacionarias. Un índice de este nivel no es para asustarse o pensar en una inestabilidad. Por el contrario, muestra una estabilidad relativa.
“Hay que analizar en cuánto ha subido el precio de los alimentos en el año 2010 y en los últimos tres años.
“Ocurrió que en los tres años los precios de los alimentos subieron en 30 por ciento, y un poco más.
“Este dato tiene un alto significado para la gente de menores ingresos. Si bien es aceptable para la macroeconomía, en lo microeconómico es preocupante. No hubo una forma clara para aumentar el ingreso de los sectores de menores recursos a través de actividades económicas”.
Alberto Bonadona / Economista
Acopiadores y especuladores se aprovechan de precios de Emapa
Oportunistas: Varios miembros de una familia compran, acumulan y luego fraccionan el producto para comercializarlo.
Precios: una mujer abandona un centro comercial de Emapa llevando una arroba de azúcar
Los bajos precios de los alimentos comercializados por la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) generaron una lucrativa actividad para acopiadores y especuladores de azúcar y harina, según testimonios de amas de casa y vecinos de los sitios en los cuales se comercializa los productos.
Una seria advertencia expresada ayer por el viceministro de Defensa del Consumidor, Fernando Fuentes, de sanción con tres años de cárcel a los especuladores y acumuladores de alimentos no impide la continuidad de una actividad generada por el mercado.
La diferencia de precios entre los aplicados por Emapa y los de venta en mercados y puestos callejeros es aprovechada por ingeniosos intermediarios que forman largas filas con el apoyo de familiares para multiplicar las compras.
La especulación, el agio y otras actividades económicas que el Gobierno ha calificado como delictivas incrementaron y generan una nueva fuente de ingresos a la sombra de la diferencia de precios oficiales y los que determina el mercado de alimentos.
Desde su vivienda, ubicada en la céntrica calle Rodríguez, el vecino Miguel Ángel Bernal relató que cada día se observa a varios miembros de familias que, organizadas, forman colas, compran alimentos y luego se reúnen, cuadras más abajo, para juntar los productos y transportarlos en un vehículo.
Esta actividad es muy simple, de acuerdo con lo que describen los vecinos consultados: una arroba de azúcar comprada en Emapa a un precio de 49,50 bolivianos es fraccionada posteriormente en 25 libras y expendida a cinco bolivianos cada una.
El ingreso que se obtiene por esta cantidad alcanza a 125 bolivianos, suma que cubre fácilmente el costo por las horas empleadas en la espera, el transporte y los envases en los cuales se fracciona y entrega al cliente final.
Sin embargo, un ejecutivo de Emapa explicó en un medio radial que se ejerce un control riguroso de los compradores, a quienes se registra con el número de su cédula de identidad, y se establece la norma de venta de una arroba de azúcar por semana a cada uno de éstos para evitar la intermediación.
Opiniones
“Es increíble, todos los días observamos que vienen a comprar en familia a Emapa. Participan padre, madre, hijos, nueras, nietos, abuelos. Todos se reúnen una cuadra más abajo y juntan lo que han comprado para transportarlo en un solo vehículo. Es culpa de Emapa, porque ellos llevan un registro y deberían vender mínima mente cada dos semanas, pero una misma persona hace fila dos a tres veces en un solo día. No es posible que día que pasa las filas no disminuyan de 500 personas”.
Miguel Ángel Bernal / Vecino de la calle Rodríguez
“La mayor parte de las señoras que están aquí venden en el mercado Rodríguez y en la calle Antonio Gallardo. Es el caso de ella (dirigiéndose a una mujer que compraba un quintal de harina). Es diario este hecho, ya que para ellas es más lucrativo hacer fila. Compran la arroba de azúcar a 49,50 bolivianos y luego lo venden por libras a cinco bolivianos. En las reuniones que hacemos en la calle Yacuma se las ve a todas, es por eso que la reconocí. Como ella, hay muchas en centros de Emapa”.
Armando Estrada / Asoc. Mcal. Santa Cruz
La Prensa