Le reprocha ofrecer una imagen frívola e irreal sobre el parto saliendo del hospital siete horas después de que naciera el príncipe Louis, maquillada y con tacones.
Keira Knightley también ha dado a luz y la perfecta apariencia física de Kate Middleton está en las antípodas de lo que la actriz sintió cuando tuvo a su hija Edie, un día antes de que naciera la princesa Charlotte.
Su vagina se partió, la actriz gritó de dolor, jadeó, se le pusieron encima, empujó todo lo que pudo para que, finalmente, la niña naciera, llorara y aún con la cabeza deformada y ensangrentada reconociera el cuerpo de su madre exhausto. Edie «se aferró a mi pecho de inmediato, con hambre, recuerdo el dolor», «la mierda, el vómito, la sangre, los puntos de sutura. Recuerdo mi campo de batalla. Su campo de batalla y su vida vibrando. Sobreviviendo. ¿Y yo soy el sexo débil? ¿Lo eres?”.
El relato podría ser el de cualquier madre, pero es el que hace la intérprete en un nuevo ensayo que acaba de publicarse incluido en la colección Feminists don’t wear pink and and other lies coordinada por la escritora Scarlett Curtis. Y, aunque pueda parecer lo natural, por lo visto esto no fue lo que le pasó a Middleton.
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Ese 2015, el 2 de mayo exactamente, la duquesa de Cambridge dejó el hospital St. Mary de Londres nueve horas después de dar a luz a la princesa Charlotte. Kate Middleton llevaba un bonito vestido blanco con flores amarillas y sonreía feliz. Estaba espléndida. Tanto que se habló de que en realidad hubiera parido unos días antes y de que lo hubieran ocultado a la prensa-al príncipe George lo presentaron un día después de nacer el 22 de julio de 2013 y ya pareció demasiado precipitado-, y se plantearon teorías mucho más alocadas como que Middleton y el príncipe Guillermo hubieran recurrido a un vientre de alquiler para tener un segundo hijo.El 23 de abril de 2018 ocurrió algo similar. Había que presentar a un nuevo miembro de la familia real, el príncipe Louis y no había tiempo que perder. En esa ocasión, Kate Middleton tardó aún menos en dejar el hospital St. Mary de Londres: siete horas. Presentó a su tercer vástago con un bonito vestido rojo con cuello de bebé y unos stilettos de tacón (en las tres ocasiones calzó zapatos altos).

Pero no, según Knightley, se trataba solo de una pose (de tres, en realidad), de un papel que responde a lo siguiente: “Esconde. Oculta nuestro dolor, nuestros cuerpos divididos, nuestros senos goteando, nuestras hormonas enloquecidas. Luce hermosa. Luce elegante, no muestres tu campo de batalla, Kate. Siete horas después de tu lucha con la vida y la muerte, siete horas después de que tu cuerpo se rompiera, abierta, y sangrienta, la vida de los gritos sale. No lo muestres. No lo digas. Quédate ahí con tu hija para que te dispare un grupo de fotógrafos”, ha escrito desgarradora la actriz sobre Middleton mostrando “la cara que el mundo quiere ver”, la de una familia feliz, perfecta y en pie -con maquillaje y tacones- dando la bienvenida a un nuevo miembro pero que, sin embargo, no es la verdadera historia que hay tras un parto, y Knightley está dispuesta a reivindicarla.
Fuente: www.revistavanityfair.es