Bolivia a la deriva y el gasolinazo pendiente


daniel-pasquierDaniel A. Pasquier Rivero

El hombre, animal inteligente, busca asegurar su sobrevivencia: Primum vivere, deinde filosophare. Todo el mundo entendió, más allá de los argumentos del Vicepresidente, que el gasolinazo le iba a ajustar las tuercas de golpe hasta el límite. La intuición ha sido confirmada. Los precios no vuelven aún ni con el reculazo del D478, ni importando alimentos, ni controlando precios, ni chipando cada día más la política productiva del país.

El “juicio de la historia” no será benigno con el presidente Evo Morales. Las oportunidades perdidas, el centenar de muertos por acción u omisión política, la falta de garantías ciudadanas que ha obligado al Defensor del Pueblo a denunciar en su Informe 2010 que “no se respetan los derechos humanos”, traducido en presos sin juicio y sin sentencia, exiliados políticos acogidos en los países vecinos, la cifra de los desaparecidos o en la clandestinidad hasta ahora desconocida, son, hasta el quinto año de su gestión, la peor carta de presentación ante la opinión pública nacional e internacional. Es tan evidente que las referencias en los medios de comunicación de mayor difusión hacen mención abierta al estado de “dictadura” que vive el país. Por eso, en la construcción diligente de la imagen idílica del presidente y su gestión, se cuidan el mencionar cifras ligadas a la caída de “Goni” Sánchez tras los sucesos de octubre 2003, 63 víctimas fatales, ampliamente superada por la “revolución democrática y cultural”.



El valor de contar con un proyecto de nación, no sólo social político sino también económico. Según el informe del 22 de enero Bolivia está a punto de superar la meta del 2006. Todo hizo pensar que vivíamos en el País de las Maravillas. Pero, como muestra vale un botón. Un país como Israel, de dimensiones menores a la provincia cruceña Guarayos (22.072 km2 / 27.343 km2), alberga 7.6 millones de habitantes, contra 38.000; permanece en constante estado de alerta y con costos de guerra por el ambiente hostil en el que se desenvuelve, sin embargo supera por lo menos 35 veces la renta per cápita de los nuestros. Cuando se habla de países de avanzada, no importa mucho quién está al mando del gobierno, qué línea política e ideológica abraza el presidente; para la gran mayoría es desconocido quién está al frente del gobierno o qué coalición. De lo que se trata, y lo que importa, es el país, el Estado, la Nación.

Bolivia, es un país con los intereses invertidos. Todo parece apuntar a qué se hace, qué se decide, qué se planifica a futuro sobre Evo, de manera super reduccionista. Como si el destino de Evo fuera el destino de Bolivia. Lo único que parece importar, aún por delante de la construcción del Estado Plurinacional. Tanto se personaliza que pareciera el Rey Midas, olvidando que cambios y avances en todo orden se pueden dar y de hecho se han dado históricamente en cualquier circunstancia, desde tiempos inmemoriales, no importa bajo qué mandato. Por ejemplo, nada menos que Nerón, el terrible déspota romano en el imaginario universal, el incendiario de la capital del imperio, dictó leyes tan avanzadas como la de reconocer el derecho a los esclavos de demandar a sus dueños por abuso o maltrato. Estaba en marcha esa formidable corriente de reconocimiento a la dignidad de las personas por ser simples ciudadanos, base republicana de la doctrina moderna de los derechos humanos. El movimiento que acompaña al presidente debe decidir quién está por encima, qué es más importante, qué nos debe importar más, si la persona del presidente o el proyecto de cambio para la construcción del nuevo Estado.

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Es la hora de ampliar la perspectiva. Albert Camus nos ubica con el comentario del ciego frente a la desatención a su condición por las personas a su alrededor, “es que no ven”. A veces, hasta los ciegos ven más. No hay duda que la presencia y la persona de Evo hizo posible el ascenso al gobierno de los llamados movimientos sociales, con la promesa del cambio “para construir un nuevo Estado”, donde los marginados, sobre todo los indígenas campesinos, fueran finalmente incorporados con todos sus derechos y, fundamentalmente, con el reconocimiento y valoración de sus identidades culturales. Pero, a esta altura, después de cinco años del MAS en el poder, con el control casi absoluto de todo el aparato del Estado, las deficiencias son manifiestas y demasiadas. Los primeros descontentos son los indígenas campesinos. Asombroso.

Quizás sea la primera lección del gasolinazo. La revisión del precio de los carburantes reflejaba un sinceramiento, un análisis más técnico y transparente de la política medular del gobierno en el sector energético, piedra angular de toda su propuesta social y económica. Pero, erraron en el cálculo del costo político para su imagen y la de su líder. Cuando la realidad de la reacción popular se impuso el daño estaba hecho, a pesar del recule. Ha pasado un mes desde entonces y la disparada de los precios, con la consecuente irritabilidad colectiva, sólo va en aumento. Las colas, de día y de noche, para conseguir cinco kilos de azúcar, previa marcada de la muñeca, son relacionadas con las peores imágenes de pueblos bajo totalitarismos represivos y empobrecedores de triste memoria. Mientras tanto, otros son los que hacen planes para industrializar el gas boliviano: Dilma Rousseff lo ha priorizado y YPFB lo confirma con su silencio y la contratación de una planta de separación de líquidos en Río Grande sólo para una quinta parte del gas exportado a Brasil.

La lección está presente en la historia. Echar marcha atrás con el D478 brotó del instinto político de Evo por conservar el poder; se puso por delante de la racionalidad y del futuro del país. Y ante los rumores, el senador oficialista Isaac Avalos asegura que no habrá gasolinazo en dos años. Es la incógnita. Si aprenderán la lección o dejarán al país en la incertidumbre y a la deriva.