Ezekiel, de seis semanas, posa a la cámara en brazos de su madre en una clínica en Port Vila. Vanuatu VLAD SOKHIN UNICEFLos 14 países insulares del Pacífico tienen una de las mayores tasas del mundo de violencia contra la infancia y las mujeres
Relaciones tóxicas
Según Harvey, los costes se desprenden de la demanda de servicios sociales y de los problemas de salud física y mental, que impiden una participación plena en la vida económica y social y pueden causar problemas como depresión crónica, consumo de drogas, conductas sexuales de riesgo y suicidio. Además, los supervivientes son más proclives a seguir recibiendo —y propinando— maltratos el resto de su vida y a padecer dolencias cardíacas y diabetes. Buena parte de estos problemas tienen su origen en un fenómeno descrito recientemente por la ciencia.Atizar constantemente a un niño, ridiculizarlo en público o decirle que no llegará a nada en la vida cada vez que se equivoca les puede parecer poca cosa, pero neurobiólogos como los de la Universidad de Harvard en EE UU sugieren lo contrario. Se ha descubierto que la producción continuada de hormonas del estrés como el cortisol interfieren en el desarrollo del cerebro, alterando la arquitectura y la química neuronal. El daño afecta de por vida la capacidad de la persona de aprender, progresar en el terreno laboral y mantener relaciones estables. “Sobre todo si se produce en los primeros 1.000 días de vida”, señala Harvey.Estudios en el Pacífico dan cuenta de la magnitud del reto: un 71% de los menores en Fiyi han experimentado violencia física y/o psicológica en su hogar; frente a un 72% en las Islas Salomón, un 78% en Vanuatu y un 81% en Kiribati. “Los niños están para ser vistos, no para ser oídos”, reza un dicho en las Islas Salomón. Hace apenas una década que se recogen datos sobre violencia en la región, por lo que los expertos coinciden en la importancia de seguir recabando más y mejores informaciones sobre el fenómeno y la eficacia de las intervenciones. Pero no es tan sencillo parece.“Recolectar datos sobre violencia contra la infancia es muy caro y hacerlo en lugares tan remotos como las islas del Pacífico es extremadamente difícil”, explica Yett, de Unicef. Sabe por experiencia que, a menudo, la única forma de acceder a centenares de islas es en barco y a través de aguas embravecidas. “Es difícil llegar allí y saber qué ocurre en las comunidades, que son todas diferentes entre sí. Al contrario de lo que suele pensar la gente, trabajar con poblaciones pequeñas y aisladas es tanto o más complicado que hacerlo con grupos mayores y más concentrados”.El Pacífico está realizando avances en materia de igualdad de género. Sin embargo, tiene tres de los cinco países del mundo con una mayor proporción de chicos adolescentes que aprueban que un hombre pegue a su esposa. En las Islas Cook, formadas por volcanes subacuáticos cubiertos de corales, una de cada cuatro mujeres considera que “el hombre debe mostrar que él es el jefe”, y una de cada tres víctimas no se lo cuenta a nadie.Según un informe de Unicef y el Fondo de Población de la ONU, entre un 60% y un 80% de las mujeres en el Pacífico sur sufren violencia física y sexual durante su vida, tanto por parte de sus parejas como de otros hombres. En el archipiélago de Vanuatu, una de cada cuatro mujeres afirma que su primera experiencia sexual fue una violación antes de los 15 años. Para los niños, presenciar violencia en el hogar puede ser tan dañino como sufrirla, y al hacerse mayores tienen más probabilidades de emparejarse con personas que les maltratan y de agredir a sus propios hijos, perpetuando un ciclo de violencia intergeneracional. “La violencia contra las mujeres y contra la infancia van de la mano y deben abordarse de forma conjunta”, apunta Yett.
Esfuerzo colectivo
“La única forma de acabar con la violencia es mediante un esfuerzo colectivo”, afirma el responsable de Unicef en el Pacífico. “Los servicios educativos, de salud y de bienestar social deben arrimar el hombro, y necesitamos leyes adecuadas y medios para hacerlas cumplir, además de enseñar a las familias nuevas formas amorosas y constructivas de educar a los niños,” explica. Por ello, su equipo trabaja con organizaciones a todos los niveles: desde Gobiernos nacionales y locales, hasta escuelas, comunidades religiosas y grupos de la sociedad civil. Sensibilizando, formando, aportando apoyo técnico.Una de las entidades con las que colabora Unicef es el Grupo de Apoyo a las Víctimas de Samoa (SVSG), una ONG creada en 2005 para acoger a las niñas que han sufrido agresiones y darles oportunidades de formarse y trabajar. “Al principio no fue sencillo porque nadie quería hablar sobre violencia, pero cuando más la escondemos, peor”, señala la presidenta de SVSG Siliniu Lina Chang.Países de Asia-Pacífico se reunieron este octubre en Camboya para intercambiar experiencias sobre la cuestión, incluyendo el problema emergente del acoso online, y este 2019 se celebrará un foro político de alto nivel en la ONU.“Tenemos que asegurarnos de que los Gobiernos comprendan la importancia del tema”, afirma Yett. “No es una inversión a la que puedas poner una placa y señalar con el dedo como es el caso de un edificio nuevo. El trabajo con las familias es lento y difícil de mostrar, pero es esencial para el desarrollo de las sociedades, en el Pacífico y en todo el mundo”. La violencia llega lejos, pero el cambio, también.
Fuente: elpais.com
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