Marcelo S. Dabdoub
Resulta que Evo Morales decidió uno de esos días declarar al país, llamado Bolivia, libre de analfabetismo. El 20 de diciembre de 2008 llegó con mucha expectativa. Después de la “exitosa” campaña cubana del “Yo Sí Puedo”, financiada por el gobierno bolivariano de Venezuela, se batió al analfabetismo en éste país en tiempo record. Se habría alcanzado un 97% de letrados, necesario para cumplir con el requerimiento de la UNESCO del 96%.
Bolivia se convirtió entonces en la tercera región latinoamericana en liberarse de las cadenas del analfabetismo después de Cuba y Venezuela. Pero ahora volvamos a la realidad: Los resultados de estas campañas son muy dudosos, se podría decir que hasta fraudulentos. En un país donde se desconoce la existencia o identidad de un gran número de sus habitantes y (mucho menos) su lugar de residencia, el control efectivo de los resultados de ésta es bastante discutible. Es también muy singular que un estado tan escaso en recursos haya podido alcanzar esta meta social antes que sociedades más desarrolladas como la argentina o chilena. La idea de una Bolivia con 97% de alfabetismo en la población adulta es irrisoria, una ficción. Pero es que éste país es uno de ficciones, y de éstas se ha alimentado el gobierno central para manipular la opinión pública nacional e internacional.
La última aventura del señor Morales es la ley “Avelino Siñani-Elizardo Pérez”. Según el Art. 89 de ésta, el financiamiento estará en manos del Tesoro Nacional y de las entidades territoriales autónomas. Esto significa que la educación, para la opinión pública, no tiene dueño a quién se le reclame. Las disputas (políticas y legales) van a ser numerosas y se va a iniciar una contienda entre el estado central, los departamentos y los magisterios sobre responsabilidades en las distintas competencias. Desde mediados de 2010 también se observan irregularidades por parte del gobierno central y una tendencia absolutista en la administración de los recursos.
Aconsejable sería una educación en manos de entidades departamentales. Estas ofrecerían mayor eficiencia en la administración de los recursos gracias a un mejor conocimiento de las idiosincrasias y necesidades locales.
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El señor Morales también se ha referido reiteradamente al carácter “descolonizador” de la nueva educación boliviana (Art. 3 y 4 de la Ley de Educación y Art. 78 de la CPE). Sea por ignorancia o por estrategia política, éste no considera que una sociedad no es un ente estático. La sociedad boliviana es pues hoy día una de mestizos, muy lejana a las culturas precolombinas de hace 500 años. No necesita ser “descolonizada” de valores que hace mucho tiempo son propios.
Es interesante, los llamados colonizados del pasado han sufrido una metamorfosis: al son de la zampoña y los caporales, ondeando la whipala enérgicamente, están ansiosos en someter a culturas supuestamente ajenas a la suya. Resulta pues que Evo Morales se despertó una mañana después de un sueño intranquilo y se encontró sobre su cama, convertido en un monstruoso conquistador.