Así fue el final del primer gran imperio, y nos enseña una buena lección


Foto: Relieve de la roca Naram-Sin en Darband-i-Gawr.Relieve de la roca Naram-Sin en Darband-i-Gawr.

A la sombra del monte Damavand, situado en Irán, surgieron todas las historias del mundo. Los ojos de sus gentes están llenos de fatalismo, de una forma bella, y en nuestro ADN portamos todas las vivencias de aquellos que nos precedieron. Aún se sueña con encontrar la Torre de Babel, el Olimpo de los dioses o las riquezas de la Atlántida, y, mientras tanto, en una cueva alejada del mundanal ruido, se conservan los vestigios de una civilización anterior y ya extinta. Aún retumban los ecos del primer gran Imperio del mundo, su auge y caída. El ocaso del Imperio acadio se quedó grabado entre las estalagmitas de Gol-e-Zard.Quizá el cambio climático suene a algo reciente, a documental de Al Gore y a teorías de la conspiración sobre su supuesta falsedad, pero ni remotamente es así. Acadia es el ejemplo -aunque no viviente- de ello. Se trata del primer imperio del mundo, establecido en esa Mesopotamia dorada de nuestra imaginación. En sus dominios tampoco se ponía el sol, y se extendieron por toda la cuenca del Tigris y Éufrates, Elam y Siria y aún más allá, hasta el Líbano y la costa mediterránea. Mantuvo su máximo esplendor en el siglo XXII a.C. Disponer de una gran extensión de terreno también nos hace girar la moneda para ver su otra cara: cubría regiones con diferentes climas, desde tierras fértiles en el norte hasta llanuras fluviales en el sur. Quizá no lo parezca, pero eso puede ser un problema.

Auge y caída

¿Cómo desaparecen los grandes imperios? Normalmente tendemos a pensar en hechos fulminantes, que acaban con ellos de la mañana a la noche, pero eso es más la excepción que la regla. Es más común una caída progresiva como la del Imperio Romano, que una hecatombe que calcine a todos los seres humanos existentes como en Pompeya, pero el caso del imperio acadio es, sin duda, paradigmático: alrededor de un siglo después de su formación se derrumbó repentimanente, seguido de una migración masiva y conflictos. Un periodo de agitación con escasez de agua y alimentos, como señala ‘The Conversation’. «Las grandes extensiones cultivables no produjeron grano, los campos inundados no produjeron peces, los huertos no produjeron vino, las nubes no llovieron» explica un antiguo texto que bien podría ser una profecía apocalíptica.



Imperio Acadio en la época de Sargón I, el Grande.
Imperio Acadio en la época de Sargón I, el Grande.

¿Por qué? La razón aún no está clara. El arquéologo de Yale Harvey Weiss apunta a unas terribles condiciones de sequía que afectaron las regiones productivas del norte del imperio. El colapso de las civilizaciones no siempre viene propiciado por la mano humana, a veces la Madre Naturaleza también tiene mucho que decir al respecto. Weiss descubrió pruebas en el norte de Siria de que esta antigua región próspera se abandonó repentinamente hace unos 4.200 años, como indica la falta de cerámica en la zona, así como de otros restos arqueológicos. Los suelos de periodos anteriores fueron reemplazados por arena, lo que sugiere la aparición de condiciones de sequía. Una alegoría perfecta de la caída de un imperio, reducido a polvo.Posteriormente, los núcleos marinos del Golfo de Omán y del Mar Rojo proporcionaron evidencia adicional de una sequía regional en ese momento. No todos los investigadores, sin embargo, están de acuerdo con esta teoría y algunos la observan con cierto escepticismo. Argumentan que las evidencias arqueológicas y marinas no son lo suficientemente precisas para demostrar una correlación sólida entre la sequía y el cambio social en Mesopotamia.El colapso de las civilizaciones no siempre viene propiciado por la mano humana, a veces la Madre Naturaleza juega un papel importanteSin embargo no es la única vez que se atribuye la caída de un imperio a un cambio climático. Algunos hablan de los mayas y una sequía que duró 200 años. O la edad de hielo que los vikingos sufrieron, acostumbrados a un clima mucho más suave donde se podía cultivar y hacer vida al aire libre. Volviendo a Irán, un nuevo estudio ha proporcionado una historia detallada del polvo en el área (precisamente gracias a las estalagmitas en la cueva) y ha identificado dos períodos de sequía principales que comenzaron hace 4.510 y 4.260 años y duraron 110 y 290 años respectivamente. El último evento ocurrió precisamente en el momento del colapso del Imperio acadio y proporciona un fuerte argumento de que el cambio climático fue al menos, en parte responsable.El resto de la historia nos puede ser familiar, quizá porque en la actualidad la tenemos muy presente. Llegaron las migraciones, incluso se construyó un muro de 180 km entre el Tigris y el Eúfrates (¿te suena?) para paliar esa entrada masiva. Los ecos de Oriente Próximo llegan hasta nuestros días. Quizá el colapso de nuestra civilización esté más cerca de lo que creemos y tenga mucho que ver con la velocidad mínima a la que se nos permite conducir en carretera, para reducir la contaminación. Si la correlación entre el cambio climático y la caída de los imperios es cierta (y todo apunta a que sí) luchar contra su aceleración podría ser algo fundamental para no llegar al abismo antes de tiempo. Todo sea porque nuestros vestigios no terminen suspendidos en las estalagmitas de alguna cueva perdida, en el corazón de la tierra.Fuente: elconfidencial.com

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