José Luis Bolivar
No soy aficionado a las tele novelas y honestamente no me agradan en lo absoluto, pero he de reconocer que más de un par he visto, ya sea que haciendo zapping me hice atrapar por la historia o como en el caso de la que más he disfrutado, la constante interpretación de música tradicional mejicana, hicieron que vea “La hija del mariachi” incluso más de una vez.
Pero de laque más memorias peculiares tengo, por que creo que es la primera que vi ysigue siendo la mejor historia de todas, es una de origen brasilero que sellamó “O Bem Amado” (el bien amado), un culebrón producido por la Red O Globoel año 1976. Si no la vio, puede hacerlo en YouTube, pero procure buscar laoriginal, porque los mexicanos se animaron a hacer un remake, y como todos susrecalentados, este también fue de pésima calidad y distorsionando malamente laversión original.
El bienamado, se trata de la historia de Odorico Paraguazú, un político corrupto ytrinquetero que se hace de la Alcaldía de Sucipira (un balneario ficticio delLitoral Bahiano) al que promete dotarlo de un cementerio.
En la narrativadestacan las hermanas Cajazeira, tres solteronas puritanas, que en laclandestinidad son amantes del alcalde, sin que lo sepan entre ellas y quecuando la menor de ellas queda embarazada de Odorico, es obligada a casarse conDirceu, secretario personal del alcalde, un homosexual de closet y tartamudo,amante de las mariposas e incapaz de ejercer como varón.
Odoricoatraviesa su gestión política entre muchos problemas y su férrea oposiciónpolítica, liderada por la jefa de la Policía, el dentista, el periodista y el farmacéuticosuicida, que vive dándole esperanzas a Odorico de que pronto se va a matar,pero nunca lo hace.
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Tambiéndestacan el médico, que además de enamorar a la hija del alcalde, le salva lavida a todo el cae en alguna enfermedad y el más divertido de todos, Nezinho,el alcohólico del pueblo, quien cuando está sobrio es el mayor fanático deledil, pero cuando se pone beodo, es su más acérrimo crítico, profiriendo unaserie de improperios a través del pueblo, terminando casi siempre en prisión.
Como labandera de gestión de la Alcaldía era el cementerio del pueblo, laimposibilidad de enterrar a alguien y así poder inaugurarlo, ponía muy nerviosoa Odorico, que empezó a buscar la forma de que alguien fallezca pronto, aunqueno sea de causas muy naturales que digamos.
Lassituaciones van transcurriendo entre lo interesante y lo hilarante, llegando alo maquiavélico, cuando hace buscar a Zeca Diablo, un matón de muy pocas pulgasy de dedo suelto, que le garantizaba al burgomaestre, una buena cantidad dedifuntos en muy poco tiempo. Lo que no sabía, era que el sanguinario, sufrióuna profunda transformación religiosa y su fe le enseñó a contar hasta 10 antesde apretar el gatillo y ya nunca más volvió a matar ni una hormiga, provocandoen el alcalde una enorme decepción, pero a la vez, una lluvia de ideas parabuscar quien pueda provocar lo suficiente a Zeca Diablo, de manera que su irasobrepase los 10 segundos y apriete el gatillo.
Por si ledan ganas de verla, me da mucha pena trolearle la novela, pero si no lo hagoesta columna perdería absoluto sentido. Lo que va desencadenado el final de lahistoria es que la obsesión del alcalde por enterrar algo o alguien en sucementerio, le hace cometer una serie de errores que provoca la ira de su másleal sirviente y culmina en un complot donde es el mismo Zeca Diablo, quienpierde los estribos y termina fulminando de un tiro, al político que se sentíainmortal.
Al igualque el obsesionado Odorico, desde hacen dos años exactamente, el partido degobierno en general, ha trabajado en una serie de estrategias para inaugurar unnuevo tipo de cementerio de fechas y enterrar el 21 de febrero para siempre, demodo que la gente asuma que su victoria democrática, es un cadáver que de Diosgoza.
El hijo quese murió después de nunca existir, el cartel de la mentira, el día la mentira,la Sentencia Constitucional 84/2017, las elecciones primarias y cuanta idea seles vino encima, han sido parte de los innumerables intentos que la bandaoficialista ha tratado de institucionalizar, para inaugurar su cementerio defechas, y darle santa sepultura al que seguramente sería, su cadáver favorito.
Lastimosamentepara el oficialismo, las fechas, sobre todo cuando son especiales y terecuerdan algo grato o importante, son inmortales y para peor de males, serepiten una y otra vez cada 365 días, provocando aniversarios que ademásprovocan el efecto contrario en quienes procuran olvidarlos.
Claro queal igual que en la novela de Dias Gomes, existen personajes caricaturescos, quetratan a como de lugar extender el certificado de defunción a la victoria delno, cayendo en declaraciones tristes que causan más hilaridad que pena.
Las obsesionesnunca son buenas, traen consigo la permanente comisión de errores que terminancostando muy caro y que en el afán de hacer a como de lugar algo casiimposible, se termina logrando justamente lo opuesto a lo que se buscaba, talcomo le aconteció al difunto Alcalde de Sucupira.
Nuncafueron buenas las segundas partes dice un dicho, y no se equivoca; cuandotrataron de revivir a Odorico Paraguazú para que la historia tenga una secuela,la idea fue tan mala, que se enterró sola en un tiempo brevísimo. Evo Moralesdebería reflejarse en esta novela de ficción y entender que lo que ya hizo, depor sí es bueno, incluso con los errores de por medio, que batió todos losrécords posibles y que tiene la oportunidad de pasar a la historia, como unpresidente democrático y no enterrar su gestión en el campo santo, que susadláteres inventaron para tumbar la fecha que no morirá.
Quieroaprovechar para agradecer a quienes me reclamaron por la ausencia temporal de estacolumna. Un compromiso laboral me impidió escribir estas líneas que tanto meagrada regalar a mis lectores. A todos ellos mi agradecimiento y el compromiso decontinuar compartiendo ideas, historias y anécdotas particulares, conectándosesiempre a la coyuntura nacional y universal, muchas gracias.