Inclusión, tradición y alegría marcaron el paso de más de 60 agrupaciones ayer en La Paz. Cuecas y huayños al ritmo de las mandolinas deleitaron al público.
Leny Chuquimia / La Paz
La Paz de antaño revivió en las bodas de plata del Jis’ka Anata a través de las estudiantinas. La inclusión, la alegría, las tradiciones ligadas al agradecimiento a la Madre Tierra por la cosecha marcaron el pasa de más de 60 conjuntos.
“Estamos celebrando los 25 años del Jis’ka Anata, una de las principales expresiones folklóricas del Carnaval Paceño. Esta entrada demuestra la riqueza y diversidad cultural que caracteriza a La Paz. La entrada ha posicionado a actores urbanos, como por ejemplo las estudiantinas que ya forman parte de este evento”, señaló el secretario Municipal de Culturas, Andrés Zaratti.
El paso de los distintos conjuntos empezó al mediodía y se prolongó hasta entrada la noche. Hubo baile y diversión.
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Pepinos, al son de la mandolina
Como en los carnavales de antaño una nutrida columna de pepinos hizo su paso por el centro de la ciudad. Una ola roja y verde de ojos redondos y sonrisas picarescas avanzó al ritmo de unos huayños añejos, interpretados por las quenas y mandolinas de la estudiantina Música de Maestros.
Como cada año, el conjunto musical convocó a sus simpatizantes a dar vida al protagonista del Carnaval. Así nació la comparsa Maestros y sus pepinos rojos y verdes. “Estos grupos son tan bonitos, porque traen temas antiguos a nuestros recuerdos. Bailar una cueca o un huayño es tan lindo”, señaló Alberto Durán, uno de los espectadores que consiguió un lugar en la avenida Montes.
Y es que durante la vigésima quinta versión del Jisk’a Anata resaltaron los conjuntos que evocaron otras épocas. Como muestra es que La Orquesta Típica y la estudiantina Primavera fueron dos de las agrupaciones más esperadas por el público.
Con trajes de antaño, ambos conjuntos lograron a su turno que los espectadores se animen a bailar una cuequita. Las palmas retumbaron al momento del jaleo.
La renovación estuvo presente con las academias de baile, cuyos jóvenes conformaron comparsas de cueca paceña, de huaycheños o de la danza carnavalera kaschuiri. Elegantes, las cholas zapatearon los bailecitos vestidas con polleras coloridas y blusas de encaje a juego con sus joyas.
Agradecimiento por la cosecha
“El aporte central del Jisk’a Anata es mostrar el agradecimiento por las primeras cosechas, un agradecimiento a la Pachamama que se extiende hasta mañana con el Martes de Ch’alla”, sostuvo Zaratti.
Parte de ese ritual de agradecimiento son danzas como la tarqueada, la mohoseñada, las pinquilladas, propias de la época de lluvias o de fertilidad para la tierra. Con estos ritmos se realizan los rituales de ch’alla de los cultivos, de los animales y las casas.
A ellas se sumaron los khantus de Charazani, los sikuri de Italaque y las sikureadas.
Tampoco podían faltar los conjuntos de ch’utas –como el encabezado por el Ballet Folklórico Nacional y el ministerio de Culturas y Turismo– y los de salay. Varios grupos de caporales y waca waca también ganaron aplausos a su paso por la entrada.
“Además, hay que resaltar que hay sectores de la tercera edad, personas con discapacidad y otros tantos más de la sociedad que muestran la diversidad y la inclusión. Todos estos grupos muestran la importancia cultural del Carnaval y que no sólo es o era un juego con agua”, dijo Zaratti.
Cierre del Carnaval
- Despedida El próximo domingo 10 de marzo se llevará a cabo el Entierro del Pepino para despedir a este entrañable personaje hasta el próximo año. Como parte del acto habrá una retreta en la Plaza Mayor.
- Ch’utas El mismo día se realizará la entrada de ch’utas en la Zona del Cementerio General.
- Pos-Carnaval Las últimas actividades del Carnaval se extienden hasta la llegada de la Semana Canta. Entre las actividades están la Córcoba y la Fiesta de Patak Polleras, que se realizan durante el Domingo de Gloria.
Fuente: www.paginasiete.bo