Cambio climático acaba con las vocaciones agrícolas


Empresarios prevén crisis alimentaria por las lluvias. IBCE anticipa que tras las lluvias sucederá un periodo de sequía e incendios.

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Transformaciones climáticas: un campo de producción agrícola, en la zona valluna, luce abandonado por falta de agua



Dificultades: La reducción del periodo de lluvias afectó a los ciclos de siembra y cosecha de alimentos.

A.D. Hans Soria O. Los Tiempos

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Cochabamba.- En algunos años, el Valle Alto de Cochabamba dejará de producir duraznos y el Valle Bajo no conocerá el amaranto. Sipe Sipe y Vinto olvidarán cómo se cultivan manzanas, uvas e higos, y en Bolívar, Tapacarí y Tacopaya, la cañahua pasará a un segundo plano, así como la papa, la oca y la papalisa en las poblaciones de Independencia y Colomi.

La producción agrícola tradicional en Cochabamba —golpeada ya por la migración y la creciente participación de las comunidades en el negocio del narcotráfico— tiene un futuro incierto también por el cambio climático.

De manera silenciosa, lenta, pero con gran efecto, en los anteriores 50 años, el comportamiento del clima impactó en las vocaciones productivas de muchas regiones y zonas agrícolas, pero fundamentalmente en la actividad económica de las comunidades campesinas y pueblos indígenas dedicados a la producción de alimentos.

Los fenómenos climáticos modificaron severamente el régimen de lluvias, alteraron las temperaturas promedio y afectaron la fertilidad de los suelos, al extremo de reducir progresivamente la producción de alimentos entre un 20 y 25 por ciento en todas las regiones agrícolas del país, de acuerdo con investigaciones realizadas por técnicos de Agroecología Universidad Cochabamba (Agruco), centro de investigación de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).

CAUSAS Y EFECTOS. Los estudios de Agruco, focalizados en comunidades campesinas e indígenas de la zona andina y de los valles de Cochabamba como Tapacarí, Tacopaya, Bolívar, Independencia, Sipe Sipe, Vinto, Punata, Cliza y Tarata, establecieron que la época de lluvias se redujo de seis a tres meses con extremos de torrenciales lluvias y precipitaciones mínimas, que en ambos casos destruyeron cultivos, retrasaron campañas agrícolas y dañaron la fertilidad de los suelos.

“La región de Capinota, por ejemplo, tradicionalmente conocida por sus tierras fértiles y su potencial productivo en hortalizas, frutas, cereales y tubérculos, se ha visto seriamente afectada por la ausencia de lluvias y una prolongada sequía que viene de años”, explica el docente investigador de Agruco Juan Carlos Mariscal. Respecto del cambio de temperaturas, explica que en los anteriores años, particularmente en el Valle Alto, se registraron variaciones de hasta dos grados en el promedio histórico: de 17 hasta 19 grados centígrados, con máximos de 30 hasta 35 grados centígrados y mínimos de 10 hasta cero grados centígrados, incluso bajo cero en la zona andina, que afectan drásticamente la producción de cultivos tradicionales.

La investigadora Dora Ponce afirma que en la zona de la puna se están presentando más heladas, granizadas y lluvias concentradas en pocos meses; y en los valles, periodos cortos de lluvias pero de alta intensidad o tormentas que provocan desastres, además de periodos de sequía poco habituales.

Los especialistas alertan que el cambio climático en los valles y la zona andina de Cochabamba, más que afectar a uno o algunos cultivos, daña la producción agrícola en general “debido a un inadecuado balance hídrico, producto de un periodo de lluvias muy corto, sequías y elevadas temperaturas”, dijo el investigador de Agruco.

Las regiones comienzan a adaptarse

En las microrregiones de Kuyuj Qhocha y Tapera, de los municipios de Sacaba y Aiquile, del departamento de Cochabamba, respectivamente, las familias campesinas percibieron cambios notorios en el clima, principalmente en las lluvias, que antes caían entre octubre y marzo.

Actualmente, las precipitaciones pluviales se presentan entre diciembre y marzo con torrenciales lluvias de hasta 50 milímetros en un solo día, algo pocas veces visto en los anteriores años y que afecta la producción agropecuaria campesina y los ingresos familiares.

Con asistencia técnica del Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable (Proagro), los comunarios vienen desarrollando desde hace cinco años un plan que les permite encarar la baja producción de papa y maíz y adaptarse a los cambios climáticos, desarrollando otras alternativas productivas que les posibilitan aprovisionarse de alimentos y generar ingresos.

En la microcuenca Tapera, los campesinos (80 por ciento mujeres y 20 por ciento varones) empezaron a cultivar hortalizas, criar gallinas y peces y aplicar riego por chorreo en huertos frutales bajos (para ahorrar agua) con buenos resultados.

En la microcuenca Kuyuj Qhocha, los agricultores optaron por cultivar frutillas, tumbos y flores, que se adaptaron muy bien a las nuevas condiciones climáticas, especialmente el tumbo, que es altamente resistente a las heladas, explica la investigadora Zenobia Quiruchi, de Proagro, quien agregó que los ingresos generados por estos cultivos fluctúan entre 850 y 1.000 bolivianos al año por cada metro cuadrado de parcela.

Los agricultores emigran a las ciudades

Hace 40 años, un 35 por ciento de la población boliviana radicaba en las ciudades y un 65 por ciento, en el área rural, con la producción de alimentos como principal actividad. Debido a condiciones climáticas adversas a la agricultura, esta relación se ha invertido: 35 por ciento en el campo y 65 por ciento en las ciudades.

“Ha disminuido el número de agricultores y, por lo tanto, ha disminuido la superficie cultivada. Son más las bocas que alimentar y pocos los brazos que producen alimentos”, dice el investigador Juan Carlos Mariscal. Debido al cambio climático, en algunas zonas del altiplano paceño y orureño se cultivan cada vez mayores hectáreas de cebolla y alfalfa, lo que no ocurría hace 20 años.

También en la zona cultivan más papa dulce, a una altitud de 4.000 metros sobre el nivel del mar, y disminuye la siembra de papa amarga porque la primera es más resistente a las heladas, según datos de Agruco. Asimismo, la cañahua que se cultiva en las zonas frías de Cochabamba está siendo desplazada por otros cereales.

Para destacar

Estudio. Técnicos de Agroecología de Cochabamba (Agruco) alertan sobre los cambios del clima.

Pérdida. Muchas regiones del valle deben reemplazar cultivos por la falta de agua.

Variaciones. Las temperaturas promedio se modificaron y afectan a la fertilidad de los suelos.

Caída. La producción agrícola bajó entre un 20 y 25 por ciento en todo el país.

 

Empresarios prevén crisis alimentaria por las lluvias

Sequía: El titular del IBCE anticipa que tras las lluvias sucederá un periodo de sequía e incendios.

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Comida: una imagen muestra a un agricultor tratando de obtener un poco de agua

El presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Pablo Antelo, anticipó un periodo de crisis en la producción de alimentos como efecto de los fenómenos climáticos que azotan a gran parte del territorio boliviano.

El empresario pronosticó que, tras las lluvias, sucederá un periodo de aguda sequía que llegará acompañada de incendios forestales y otros problemas que incidirán en la producción de alimentos en el oriente.

El Gobierno dio cuenta de que hasta ayer se registraron 2.495 hectáreas de tierra afectadas por las lluvias en varias regiones del país.

En el despacho de Desarrollo Rural se informó que las tareas de evaluación continúan para estimar los daños que dejan las intensas precipitaciones pluviales. El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, recordó que el Gobierno entregó 12.000 vaquillas en regiones en las que se sembraron pastizales, como el norte de La Paz y el sur del Beni.

DIFICULTADES. El Presidente del IBCE expresó su inquietud porque para los empresarios, los fenómenos climáticos se suman otras dificultades como la falta de normas que garanticen la tenencia de la tierra y ofrezcan confianza a los empresarios para ampliar los cultivos de alimentos. Expresó que la producción de alimentos en 2010 fue de 1.080 millones de dólares, pero las importaciones fueron de 480 millones de dólares. Con una política acertada, los empresarios del sector agroindustrial tienen la capacidad de producir ese volumen y además generar excedentes para atender la demanda externa, afirmó. Alertó que la prohibición de exportaciones de alimentos desalienta al sector.

Descartan escasez

El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, reconoció que las lluvias causarán dificultades en el transporte de alimentos hasta los mercados, pero aseguró que no habrá crisis alimentaria, según la agencia ANF.

“Las inundaciones no siempre son pérdidas en muchos casos. En el tema de la producción de arroz, las inundaciones benefician inclusive a que exista mayor producción”, argumentó Vásquez. Explicó que durante la época de lluvias “no habrá escasez de carne en Bolivia”, pero destacó la necesidad de aumentar el hato ganadero en las regiones orientales.

En relación con la soya, explicó que el abastecimiento está asegurado, considerando que Bolivia consume el 20 por ciento de lo que produce.

La helada golpea

Los eventos climáticos, como la helada y la sequía, al parecer ocasionaron daños en el 80 por ciento de la producción agrícola de ese municipio, informó la Alcaldía de Colquiri, según ANF.

Los reportes preliminares muestran que los sembradíos de papa, arveja, choclo, manzana, oca, papalisa y durazno, entre otros, se perdieron por efectos de la sequía entre octubre y diciembre, mientras que las riadas ocasionaron daños en puentes y plataformas en caminos vecinales.

Las autoridades municipales realizan inspecciones oculares en los diferentes cantones del municipio para evaluar los daños ocasionados por ambos fenómenos naturales. “La helada y la riada afectaron gran parte de la producción de papa, que se ha secado”, dijo el alcalde Silverio Colque.

Franz Reynaldo Chávez, La Prensa


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