Malestar social y xenofobia en Europa


LAS REPERCUSIONES DE LA CRISIS

image Sarkozy ofrece un bálsamo fiscal

El presidente francés, en horas bajas, intenta frenar el descontento social



MENOS IMPUESTOS Sarkozy promete ventajas fiscales a las industrias y a las clases medias y populares

DESCONFIANZA La popularidad del presidente cae hasta 10 puntos entre los asalariados

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LLUÍS URÍA  – París. Corresponsal LA VANGUARDIA

Francia está que arde y Nicolas Sarkozy salió anoche a intentar apagar el fuego. O, cuando menos, bajar la temperatura del descontento social. Una semana después que entre 1 y 2,5 millones de franceses salieran a la calle contra la política económica del Gobierno frente a la crisis, el presidente francés apareció en televisión para intentar serenar los ánimos, reinsuflar la confianza y explicar pedagógicamente las bondades de su política. Y para lograrlo ofreció un bálsamo: más gasto social y ventajas fiscales.

Tal como prometió el mismo día de la huelga general, Sarkozy ha citado a la patronal y los sindicatos el próximo día 18 para tratar sobre las medidas sociales a poner en práctica. "Esta es una crisis como el mundo no ha conocido en un siglo. Mi objetivo es que Francia salga cuanto antes de ella, que salga más fuerte de lo que ha entrado, y proteger a los más expuestos". Y de protección se trató, mayormente, durante la entrevista – de una hora y media larga-que anoche emitieron en directo desde el Elíseo los principales canales de televisión.

Sarkozy reafirmó su intención de mantener el rumbo de las reformas y, en contra de las reclamaciones de la oposición y los sindicatos – que defienden una política de fomento del consumo y de respaldo al poder adquisitivo-,insistió en que la inversión es la única vía posible para combatir la crisis y empujar la actividad económica, tal como prevé el plan de relanzamiento del Gobierno, dotado con 26.000 millones de euros y destinado fundamentalmente a obras públicas.

Las protestas se extienden a la universidad

Un nuevo frente de contestación social se le ha abierto esta semana a Nicolas Sarkozy. Cerrado momentáneamente el conflicto de la enseñanza secundaria – después de que el presidente francés obligara al ministro de Educación, Xavier Darcos, a suspender temporalmente su proyecto de reforma y a abrir una nueva ronda de negociación-,la protesta se ha extendido ahora a la universidad. Los profesores universitarios iniciaron ayer una movilización indefinida – que puede traducirse en paros y otros tipos de acciones, según los casos-contra el proyecto del nuevo estatuto profesional del profesor investigador promovido por la ministra de Enseñanza Superior, Valérie Pécresse. Numerosas facultades y centros universitarios vieron ayer perturbado su funcionamiento a causa de la protesta de los profesores, que desfilaron en una veintena de manifestaciones por todo el país. Los estudiantes han acordado asimismo secundar a los enseñantes en la gran manifestación convocada para el próximo martes. La reforma prevé que los 57.000 profesores investigadores pasen a depender de cada universidad.

Pero en paralelo, y por primera vez, el presidente francés colocó al otro lado de la balanza un paquete de medidas sociales y fiscales. Sarkozy, sin dar nada como definitivo, puso sobre la mesa algunas de las medidas que pretende someter a concertación a los interlocutores sociales: desde una rebaja fiscal a las categorías populares y clases medias en el impuesto sobre la renta hasta un aumento de las subvenciones familiares, pasando por nuevas ayudas a las personas mayores y mujeres solas, un incremento de la prestación por paro parcial y de la protección por desempleo a los jóvenes y los contratados temporales… Yun pacto sobre la participación de los asalariados en los beneficios de la empresa.

Sarkozy anunció también la supresión en 2010 de la tasa profesional – impuesto que pagan las empresas a las entidades locales-,con el fin de aliviar su situación. La medida, pensada originalmente para el sector del automóvil pero extendida a toda la industria en general, exigirá contrapartidas en materia de deslocalización, despidos, dividendos…

El presidente intentó también apaciguar la indignación social por el trato a los bancos, uno de los focos del sentimiento de profunda injusticia – además de la inquietud-que embarga a los franceses. Sarkozy subrayó que los miles de millones facilitados a los bancos lo han sido para salvar el ahorro de los ciudadanos y que la la operación no costará "ni un céntimo". Por el contrario, el presidente avanzó que los 1.400 millones que el Estado ingresará este año en concepto de intereses – pues de dinero prestado se trata-se destinarán íntegramente a financiar medidas sociales. Para rematar este capítulo, anunció que el Tribunal de Cuentas investigará si los bancos utilizan el capital prestado para el fin fijado: financiar la economía.

Nicolas Sarkozy, que empleó anoche todos sus recursos de persuasión, no pasa por su mejor momento. Dos sondeos, elaborados por los institutos CSA e Ifop para Le Parisien y Paris Match,coinciden en constatar una acusada caída de su popularidad – de entre cinco y seis puntos en sólo un mes-hasta el 39%-41%. El descenso ha sido especialmente vertiginoso (10 puntos) entre los asalariados. Anoche, el presidente se mostró determinado como siempre y humilde como pocas veces. Además de sacrificado… Preguntado por si aún duda en presentarse a la reelección en 2012, respondió: "Sí, dudo, porque mi trabajo es muy difícil."

poner fin a su acción después de que la compañía italiana Irem, subcontratada para la ampliación de la refinería de la multinacional Total en el nordeste de Inglaterra, garantizase 102 puestos de trabajo adicionales para los británicos, sin necesidad de despedir a ninguno de los 195 italianos y portugueses que la firma con sede en Sicilia ha enviado para las obras. "De esta manera – señala un comunicado-gana todo el mundo".

Pero no está claro que gane todo el mundo, y desde luego no ha salido ganando un gobierno de Gordon Brown que en este tema, como en tantos otros, ha ido dando tumbos. Unos ministros y diputados laboristas han criticado la acción de los huelguistas, otros han mostrado claramente su simpatía, mientras que el propio premier denunciaba el proteccionismo en Davos y justificaba en los Comunes su polémico eslogan de "empleos británicos para los trabajadores británicos".

Tras el conflicto de la refinería, la campaña contra las empresas extranjeras que llevan a Gran Bretaña mano de obra de otros países se ha volcado contra las firmas españolas Mompresa y Felguera Montajes y Mantenimiento, filiales del grupo Duro Felguera subcontratadas por la francesa Alstom para instalar la turbina y las calderas de una central de ciclo combinado en el valle del Trent (Nottinghamshire). Sus propios trabajadores se van a encargar de la realización de un contrato de 45,2 millones de euros.

Unite, el mayor sindicato del Reino Unido, ha condenado la decisión de ambas compañías de no ofrecer ninguno de los 850 puestos de trabajo a mano de obra local si no a españoles y polacos. "Es un escándalo – dice un comunicado-,y más en las actuales circunstancias económicas. No tenemos nada en contra de los trabajadores de otros países, pero sí de que los nativos no puedan competir con ellos en igualdad de condiciones". Personal de la planta de Staythorpe protestó ayer en Londres.

El líder conservador David Cameron puso contra las cuerdas a Brown en un debate parlamentario, acusándolo de atizar el conflicto y la xenofobia con el citado eslogan, y le pidió que aclare si defiende la globalización y la libre circulación de trabajadores o el proteccionismo. Jugar a varias bandas por consideraciones electorales es la perdición del Labour, y su líder respondió que el objetivo es crear empleo para los nacionales británicos pero también para los de otros países de la UE.

  CONSULTE EL ESPECIAL SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL EN www. lavanguardia. es/ a fondo

LAS REPERCUSIONES DE LA CRISIS

Xenofobia en Suiza

Valentín Popescu

El SVP, el partido más votado, apuesta por postulados xenófobos en el referéndum

El próximo domingo, día 8, Suiza celebrará lo que se podría denominar un referéndum xenófobo. Oficialmente se trata de saber, por un lado, si la población suiza quiere ratificar el convenio del 2002 con la Unión Europea sobre la libertad de residencia y trabajo; y por otro lado, si aprueba que este convenio se amplíe también a las recién ingresadas en la UE Bulgaria y Rumanía. Pero de lo que se trata realmente, es de saber si el Gobierno helvético adoptará la política xenófoba preconizada por el Partido Popular Suizo (SVP) y su hombre fuerte, Christoph Blocher.

La consulta sería de puro trámite si las dos preguntas se hiciesen por separado. El convenio con la UEha satisfecho a todo el mundo y tendría una aprobación abrumadora, ya que son muchos los suizos que residen y trabajan en la Unión. Y la inclusión de Bulgaria y Rumanía en el convenio sería rechazada por mayoría dados los muchos conflictos ocasionados por grupos (mayormente de etnia gitana) rumanos y búlgaros en diversos estados de Unión.

El Gobierno helvético ha vinculado, empero, las dos preguntas en un solo referéndum porque política y éticamente es inaceptable la discriminación de esas dos naciones. El Gabinete espera que los ciudadanos valoren más las ventajas del convenio y traguen la ampliación. Pero no es seguro – probable, sí que lo es-que la cosa vaya a funcionar, porque la cuestión ha sido elegida por Blocher para dar una vuelta de tuerca más en su empeño de triunfar con una política populista de cáscara amarga, de apuesta preeminente por la xenofobia.

La vía política elegida por Blocher le ha dado resultado hasta ahora: ha hecho de un pequeño partido, el SVP, el partido más votado del país, con un 30% de las papeletas en los últimos comicios, y él es posiblemente la figura más conocida del espectro político suizo. El que para llegar a esto haya desencadenado varias crisis, con dimisiones incluidas, en el seno del SVP le ha importado tan poco como el hecho de que su política llevase el modelo suizo de gobierno por consenso (todos los partidos están en el Gabinete) a un paso de hacerse añicos.

A buen seguro que Blocher no es ningún racista, pero la apuesta por la xenofobia le resulta inevitable a un político suizo ambicioso e impaciente, ya que la Confederación Helvética tiene la tasa más alta de inmigración de toda Europa (21%) y la convivencia de forasteros y suizos no ha estado carente de problemas en más de una ocasión. Además, ahora el paro creciente impulsa la xenofobia.

De todas formas, el propio Blocher acaba siendo prisionero de sus planteamientos radicales, que le llevaron años atrás a oponerse al ingreso de Suiza en el Espacio Económico Europeo, y ha cosechado reveses dolorosos tanto por este motivo cómo por el rechazo casi visceral que despiertan en el mundo político helvético sus ansias de poder y su proceder desconsiderado, una conducta por la que fue llamado "pisacadáveres" en bastantes ocasiones.

Las encuestas demoscópicas le auguran ahora a Blocher un nuevo fracaso en principio. Y es que si el 49% de los consultados dice que votará sí en el referéndum y un 40% que optará por el no, aún hay un 11% de indecisos que, de conquistarlos la propaganda blocherista, invertiría totalmente el pronóstico.

LA IRA LABORAL INGLESA SE VUELVE CONTRA DOS EMPRESAS ESPAÑOLAS

Fin de la huelga en una refinería contra obreros europeos

RAFAEL RAMOS  – Londres.

Corresponsal LA VANGUARDIA

David Cameron pide a Gordon Brown que decida si está a favor de la globalización o del proteccionismo

El personal inglés de la refinería de petróleo de Lincolnshire que protestaba por la contratación de extranjeros ha concluido su huelga ilegal, pero tan sólo después de obtener considerables concesiones que cuestionan el principio de libre circulación de trabajadores en la UE y ponen al desnudo las contradicciones de un gobierno británico que denuncia el proteccionismo pero busca el voto xenófobo con eslóganes populistas.

Los huelguistas decidieron poner fin a su acción después de que la compañía italiana Irem, subcontratada para la ampliación de la refinería de la multinacional Total en el nordeste de Inglaterra, garantizase 102 puestos de trabajo adicionales para los británicos, sin necesidad de despedir a ninguno de los 195 italianos y portugueses que la firma con sede en Sicilia ha enviado para las obras. "De esta manera – señala un comunicado-gana todo el mundo".

Pero no está claro que gane todo el mundo, y desde luego no ha salido ganando un gobierno de Gordon Brown que en este tema, como en tantos otros, ha ido dando tumbos. Unos ministros y diputados laboristas han criticado la acción de los huelguistas, otros han mostrado claramente su simpatía, mientras que el propio premier denunciaba el proteccionismo en Davos y justificaba en los Comunes su polémico eslogan de "empleos británicos para los trabajadores británicos".

Tras el conflicto de la refinería, la campaña contra las empresas extranjeras que llevan a Gran Bretaña mano de obra de otros países se ha volcado contra las firmas españolas Mompresa y Felguera Montajes y Mantenimiento, filiales del grupo Duro Felguera subcontratadas por la francesa Alstom para instalar la turbina y las calderas de una central de ciclo combinado en el valle del Trent (Nottinghamshire). Sus propios trabajadores se van a encargar de la realización de un contrato de 45,2 millones de euros.

Unite, el mayor sindicato del Reino Unido, ha condenado la decisión de ambas compañías de no ofrecer ninguno de los 850 puestos de trabajo a mano de obra local si no a españoles y polacos. "Es un escándalo – dice un comunicado-,y más en las actuales circunstancias económicas. No tenemos nada en contra de los trabajadores de otros países, pero sí de que los nativos no puedan competir con ellos en igualdad de condiciones". Personal de la planta de Staythorpe protestó ayer en Londres.

El líder conservador David Cameron puso contra las cuerdas a Brown en un debate parlamentario, acusándolo de atizar el conflicto y la xenofobia con el citado eslogan, y le pidió que aclare si defiende la globalización y la libre circulación de trabajadores o el proteccionismo. Jugar a varias bandas por consideraciones electorales es la perdición del Labour, y su líder respondió que el objetivo es crear empleo para los nacionales británicos pero también para los de otros países de la UE.

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El derecho a trabajar en la UE

B. Navarro

"No traslademos un problema de trabajo a los trabajadores", repetía ayer la Comisión Europea, empujada por los huelguistas británicos a pronunciarse sobre la vigencia de la directiva de 1996 que permite a una empresa desplazar a trabajadores nacionales a otro país por un periodo de tiempo. El comisario de Asuntos Sociales, Vladimir Spidla, no ve motivos para revisar la norma pero ha lanzado un estudio para analizar problemas concretos de su aplicación. No descarta tomar medidas para equilibrar las libertades económicas que los gobiernos reclaman – el británico el primero-con la protección de los trabajadores, en desventaja al no existir un salario mínimo común. La directiva en cuestión se deriva del principio consagrado en 1992 de libre circulación de trabajadores en la UE, una conquista crucial que algunos pretenden poner a prueba.

AS REPERCUSIONES DE LA CRISIS

Xenofobia en Suiza

Valentín Popescu

El SVP, el partido más votado, apuesta por postulados xenófobos en el referéndum

El próximo domingo, día 8, Suiza celebrará lo que se podría denominar un referéndum xenófobo. Oficialmente se trata de saber, por un lado, si la población suiza quiere ratificar el convenio del 2002 con la Unión Europea sobre la libertad de residencia y trabajo; y por otro lado, si aprueba que este convenio se amplíe también a las recién ingresadas en la UE Bulgaria y Rumanía. Pero de lo que se trata realmente, es de saber si el Gobierno helvético adoptará la política xenófoba preconizada por el Partido Popular Suizo (SVP) y su hombre fuerte, Christoph Blocher.

La consulta sería de puro trámite si las dos preguntas se hiciesen por separado. El convenio con la UEha satisfecho a todo el mundo y tendría una aprobación abrumadora, ya que son muchos los suizos que residen y trabajan en la Unión. Y la inclusión de Bulgaria y Rumanía en el convenio sería rechazada por mayoría dados los muchos conflictos ocasionados por grupos (mayormente de etnia gitana) rumanos y búlgaros en diversos estados de Unión.

El Gobierno helvético ha vinculado, empero, las dos preguntas en un solo referéndum porque política y éticamente es inaceptable la discriminación de esas dos naciones. El Gabinete espera que los ciudadanos valoren más las ventajas del convenio y traguen la ampliación. Pero no es seguro – probable, sí que lo es-que la cosa vaya a funcionar, porque la cuestión ha sido elegida por Blocher para dar una vuelta de tuerca más en su empeño de triunfar con una política populista de cáscara amarga, de apuesta preeminente por la xenofobia.

La vía política elegida por Blocher le ha dado resultado hasta ahora: ha hecho de un pequeño partido, el SVP, el partido más votado del país, con un 30% de las papeletas en los últimos comicios, y él es posiblemente la figura más conocida del espectro político suizo. El que para llegar a esto haya desencadenado varias crisis, con dimisiones incluidas, en el seno del SVP le ha importado tan poco como el hecho de que su política llevase el modelo suizo de gobierno por consenso (todos los partidos están en el Gabinete) a un paso de hacerse añicos.

A buen seguro que Blocher no es ningún racista, pero la apuesta por la xenofobia le resulta inevitable a un político suizo ambicioso e impaciente, ya que la Confederación Helvética tiene la tasa más alta de inmigración de toda Europa (21%) y la convivencia de forasteros y suizos no ha estado carente de problemas en más de una ocasión. Además, ahora el paro creciente impulsa la xenofobia.

De todas formas, el propio Blocher acaba siendo prisionero de sus planteamientos radicales, que le llevaron años atrás a oponerse al ingreso de Suiza en el Espacio Económico Europeo, y ha cosechado reveses dolorosos tanto por este motivo cómo por el rechazo casi visceral que despiertan en el mundo político helvético sus ansias de poder y su proceder desconsiderado, una conducta por la que fue llamado "pisacadáveres" en bastantes ocasiones.

Las encuestas demoscópicas le auguran ahora a Blocher un nuevo fracaso en principio. Y es que si el 49% de los consultados dice que votará sí en el referéndum y un 40% que optará por el no, aún hay un 11% de indecisos que, de conquistarlos la propaganda blocherista, invertiría totalmente el pronóstico.