El proteccionismo puede hundir el comercio mundial

image El incipiente rebrote de nacionalismo económico amenaza con agravar la recesión

El proteccionismo acecha

La cláusula ´compre norteamericano´ da alas al patriotismo económico



"La mayoría de los países europeos ya coquetea con el proteccionismo, empezando por España"

"La inmigración nutrió la burbuja, y ahora el reflujo amenaza con agravar la caída"

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La presión sindical y del lobby del acero impulsa la limitación de las importaciones en Estados Unidos

J. RAMÓN GONZÁLEZ CABEZAS  – Barcelona

LA VANGUARDIA

El principio de la preferencia nacional reaparece en Europa bajo el empuje de la espiral de desempleo

La bandera del patriotismo económico izada en el Capitolio con la cláusula Buy american (compre norteamericano) ha dado alas al fantasma del proteccionismo que ronda las grandes economías golpeadas por la recesión. El fenómeno prende también en Europa y otras zonas del mundo, desde la industria al comercio, el ámbito laboral y las finanzas. "El proteccionismo ya no es un fantasma sino un riesgo real, un peligroso reguero de pólvora", afirma Fernando Ballabriga, director del departamento de Economía de Esade.

Bajo la doble presión del lobby siderúrgico y el poderoso conglomerado sindical AFL-CIO, el Senado estadounidense ha ratificado la polémica cláusula que pone coto a las importaciones de acero y hierro en el programa de obras públicas del plan de reactivación. Ante la alarma desatada en el resto de las potencias industriales y la Organización Mundial de Comercio (OMC), el propio Obama promovió un añadido que suaviza la cláusula al garantizar el respeto de los pactos internacionales. "El riesgo directo es limitado, pero la señal es fuerte y negativa", señala el economista Jean Pisani-Ferry, director del instituto Bruegel de Bruselas. "La crisis es global, y todos los países deben contribuir a la reactivación participando en el esfuerzo común, más que orientando el relanzamiento hacia los productos nacionales", añade. El director del influyente think tank europeo advierte que "la obstaculización del comercio internacional por la contracción del crédito ya es un vector de la aceleración de la crisis, y realmente no es cosa de añadir más problemas".

Alemania, primera potencia exportadora del globo (cerca de un billón de euros al año, el 40% del PIB) y sede de uno de los colosos de la siderurgia (ThyssenKrupp, 16. º grupo global), reaccionó de inmediato a través de la propia ÁngelaMerkel, quien advirtió a Obama que el retorno del proteccionismo, de efectos devastadores en la Gran Depresión entre 1929 y 1933, sería "una respuesta totalmente inapropiada a la crisis". Con casi 3,5 millones de parados (8,3%) y una poderosa economía en recesión, la dependencia de Alemania de las exportaciones la expone especialmente a los estragos de un rebrote proteccionista.

"Sería un error comenzar con un mensaje de que sólo nos preocupamos de nosotros mismos", admitió Obama en la cadena Fox al anticipar la enmienda del Senado a la cláusula introducida por la Cámara de Representantes en el plan de reactivación. En todo caso, el plan mantiene la exigencia de acero y hierro de fabricación nacional en las obras financiadas con fondos públicos, salvo por falta de disponibilidad suficiente o por encarecimiento superior al 25%. La partida de infraestructuras suma 90.000 millones de dólares (70.000 millones de euros) sobre el total de 800.000 millones (620.000 millones de euros) del plan aprobado por el Congreso. "Un programa de infraestructuras beneficia principalmente a las empresas nacionales, y nadie discute al Gobierno de EE. UU. el derecho a favorecer este tipo de inversiones, pero pretender, además, que cada viga de acero o cada cada gramo de cemento sean de origen estadounidense es a la vez absurdo y peligroso", dice Jean Pisani.

La cláusula compre norteamericano se inscribe sin embargo en el contexto de la ola de nacionalismo económico que asoma en las economías más castigadas por el paro. "La mayoría de los países europeos ya coquetea con el proteccionismo, empezando por el propio Gobierno español con el mensaje del ministro Miguel Sebastián para consumir productos españoles; es un ejercicio peligroso", advierte el profesor Ballabriga.

Francia también participa del amago de fiebre proteccionista al supeditar las ayudas al automóvil al compromiso de invertir únicamente en el país y comprar sólo a proveedores nacionales. La comisaria europea de la Competencia, Neelie Kroes, ha advertido que esta práctica puede desatar una espiral proteccionista en la propia UE, donde proliferan manifestaciones del mismo síntoma.

El mercado laboral es ya teatro de operaciones del virus de la preferencia nacional, como se vio en el áspero conflicto en la refinería de Total en Lindsey (Inglaterra) contra la contratación de extranjeros. "Es una señal de alerta y un riesgo", dice Jean Pisani. "Es muy chocante que los países que eran más abiertos – junto con España-sean los primeros en reaccionar. En estos países – añade-,la inmigración ha alimentado la burbuja, y ahora el reflujo amenaza con profundizar la caída". El director del instituto Bruegel cree, sin embargo, que "algunas disposiciones de la legislación europea sobre turnos de trabajo deben revisarse para aclarar los derechos de los trabajadores de empresas extranjeras". La crisis, en efecto, ha reavivado la pugna entre el interés nacional y la economía global.

Gran Bretaña es, también, escenario de otra versión del proteccionismo. "La devaluación de la libra esterlina está dando al Reino Unido una ventaja de competitividad sobre sus socios del mercado único que no pueden recurrir a la devaluación al estar sujetos al euro", advierte el profesor Ballabriga, quien también cita al sector financiero como escenario de fenómenos proteccionistas por las ayudas públicas a los bancos. "La mayor preocupación ahora es la evolución del sistema bancario", coincide Jean Pisani al considerar otras manifestaciones proteccionistas que podrían empeorar la crisis. "Los bancos han vuelto a descubrir que necesitan adosar a un Estado con capacidad para reflotarlos en caso de necesidad", declara. "Como contrapartida, los estados que ayudan a los bancos exigen que se comprometan a conceder créditos a las empresas y familias nacionales, y los bancos que se acogen a ello sacan las consecuencias prestando menos a los no residentes", explica el director del instituto Bruegel.

El Buy american ha servido en todo caso para abrir definitivamente el debate sobre el nacionalismo económico. "Es hora para los defensores del patriotismo económico de levantarse por su país". La soflama pertenece a Leo W. Gerard, líder del sindicato United Steel Workers y aliado de circunstancias del lobby empresarial del acero de EE. UU. En realidad, el país mantiene desde 1982 el principio de la preferencia nacional en la compra de acero para las obras con fondos públicos, pero los fabricantes dicen que no se aplica. Se cita el caso de la enorme verja de 1.250 kilómetros que surca la frontera con México, fabricada en su mayoría con acero chino, primer productor mundial.

Estados Unidos importa del 20% al 30% de su consumo de acero, y su producción propia ha caído a los niveles más bajos desde los ochenta. El crac inmobiliario y el desplome de la industria automovilística explican el violento parón. La World Steel Association ha certificado la caída de una quinta parte (24,3%) del acero producido en todo el planeta, donde sólo la colosal máquina siderúrgica china continúa creciendo aún al pasar del 36,4% al 36,8% de la producción mundial. Asia genera hasta el 58%.

En Estados Unidos la caída fue del 8,1%, y la UE, sede del mayor conglomerado siderúrgico del globo (ArcelorMittal) retrocedió el 5,3%. Pese al efectismo de la cláusula Buy american,algunos analistas relativizan sus efectos reales sobre el empleo en Estados Unidos, donde sólo salvaría un millar de empleos al aumentar la producción sólo 500.000 toneladas, según un estudio del Peterson Institute for International Economics.

El riesgo de terminar de hundir al comercio

Douglas A. Irwin

Del International Herald Tribune

Domingo 8 de febrero de 2009 |

HANOVER, New Hampshire.- El comercio mundial se está desmoronando. El déficit comercial de Estados Unidos cayó bruscamente en noviembre cuando las importaciones del resto del mundo se derrumbaron como respuesta a la crisis financiera y la recesión global.

Las importaciones de China, Japón y otros países decayeron en un porcentaje de dos dígitos. Lo último que necesita la economía mundial es que los gobiernos le den otro empujón hacia abajo al comercio.

Desafortunadamente, posiblemente sea exactamente eso lo que estamos haciendo.

Los grupos de presión de la industria del acero parecen haber convencido a la Cámara baja de que debe insertar una disposición de "Compre estadounidense" en el plan de estímulo económico. Esta disposición requiere que se dé preferencia a los productores de acero nacionales en los contratos de construcción y en otros gastos. La ley de la Cámara también exige que los uniformes y otros productos textiles usados por la Administración de Seguridad del Transporte sean producidos en EE.UU.

Eso podría sonar razonable, pero la historia ha demostrado que todas las previsiones de "Compre estadounidense" pueden elevar el costo y disminuir la eficacia de un paquete de gastos.

En la reconstrucción del puente San Francisco-Oakland Bay, en la década de 1990, la autoridad de tránsito de California cumplió con las leyes estatales que exigían el empleo de acero nacional siempre que éste no fuera al menos un 25 por ciento más caro que el acero importado. Una oferta nacional por licitación era un 23 por ciento más cara que la postulación extranjera, y por lo tanto hubo que usar el acero estadounidense, que era el más caro.

A causa de la gran cantidad de acero usado en el proyecto, los contribuyentes de California tuvieron que pagar la descomunal cifra de 400 millones de dólares más por el puente. Aunque eso significa una ganancia imprevista para una acería afortunada, la producción de acero requiere una suma fija de capital, y esta ley deja menos dinero disponible para otros proyectos de construcción que pueden dar empleo a muchos trabajadores más.

Los industriales estadounidenses tienen amplia capacidad para cumplir con los nuevos pedidos que llegarán como resultado del estímulo fiscal. Además, otros países vigilan de cerca para ver si la crisis se convierte en una excusa para que los Estados Unidos bloqueen las importaciones para favorecer a las empresas nacionales. General Electric y Caterpillar se han opuesto a la disposición de "Compre estadounidense" porque temen que perjudicará su capacidad de conseguir contratos en el exterior.

Y su preocupación es bien fundada. Una vez que salgamos del caos económico actual, es probable que China, India y otros países prosigan haciendo grandes inversiones en proyectos de infraestructura. Si esos países también adoptan la misma preferencia que nosotros por los productores nacionales, Estados Unidos estará en desventaja competitiva para licitar esos contratos.

No olvidemos la regla de oro, o las consecuencias podrían ser graves.

Cuando los Estados Unidos impusieron el Arancel Smoot-Hawley en 1930, eso contribuyó a iniciar un movimiento mundial para subir las tarifas aduaneras. Cuando todo el mundo trató de restringir las importaciones, el efecto combinado fue el de una depresión global aún más profunda. Costó décadas anular las restricciones comerciales acumuladas en ese período. No cometamos nuevamente el mismo error.

La crisis económica global / Resurge el nacionalismo económico

Temen una ola proteccionista mundial

Para atenuar el impacto de la recesión, los Estados desempolvan un arsenal de disposiciones que podrían paralizar el intercambio

Domingo 8 de febrero de 2009

Luisa Corradini

Corresponsal en Francia de La Nación de Buenos Aires

PARIS – "Si se da dinero a las compañías automotrices para que se reestructuren, no es para saber luego que una planta se fue a instalar a la República Checa". Con esa frase pronunciada el jueves pasado por televisión en horario de mayor audiencia, el presidente francés Nicolas Sarkozy desató la ira de sus socios europeos y demostró hasta qué punto, en épocas de crisis, es difícil resistir a la tentación del proteccionismo.

De inmediato, el actual presidente pro témpore de la UE y premier checo, Mirek Topolanek, manifestó su malestar y dijo que la libertad de las compañías europeas de elegir el lugar donde quieren emplazar sus fábricas supone "uno de los principios del mercado único" europeo.

Ese episodio sirvió para demostrar que la crisis económica mundial parece haber ingresado en una nueva fase, particularmente inquietante, debido a la vertiginosa escalada mundial de medidas proteccionistas para amortiguar el impacto de la recesión.

Las decisiones destinadas a proteger la economía va desde la limitación de exportaciones de productos estratégicos, a fin de blindar las industrias nacionales, hasta las minidevaluaciones competitivas que practican Gran Bretaña, Rusia y China con la esperanza de favorecer sus exportaciones. Esa tendencia había quedado en evidencia hace una semana cuando el Congreso norteamericano intentó incluir la cláusula "compre estadounidense" en el proyecto de estímulo económico que comenzó a estudiar el lunes pasado, a fin de favorecer la industria del acero y el hierro.

La propuesta, que provocó de inmediato quejas y hasta amenazas de represalias de la UE, Japón, Canadá o China, fue suavizada al final. Pero esa cláusula puede ser considerada el símbolo de la nueva tendencia planetaria hacia el proteccionismo.

Frente a la recesión, la tentación del "sálvese quien pueda" es cada vez más fuerte. Todos los medios son válidos y cada país aplica su receta: aumento de los derechos de importación de automóviles en Rusia o del acero en India; medidas de restricción de las importaciones sobre unos 500 productos en Indonesia; huelgas contra la contratación de mano de obra extranjera en Gran Bretaña y España; recomendaciones de comprar autopartes nacionales en Francia o la prohibición de la importación de juguetes chinos en India con la excusa de que podrían afectar la salud pública mientras la industria local agoniza.

"Un auténtico perfume proteccionista flota en el aire", dijo Binit Patel, economista de Goldman Sachs.

Sin embargo, el 15 de noviembre pasado, en Washington los líderes de las 20 economías principales del mundo (G-20) se habían comprometido a abstenerse, durante un año, "de crear nuevas barreras a las inversiones o al comercio de bienes y servicios".

En ese momento, todos evocaron los efectos devastadores de esa tentadora estrategia, que desencadenó una calamitosa ola proteccionista durante la crisis de 1929. Al año siguiente, el Congreso estadounidense votó aumentos de los derechos aduaneros de 70 productos agrícolas y 900 productos manufacturados que iban hasta el 52%.

La respuesta fue inmediata. Los socios comerciales de Estados Unidos, desde Europa hasta América latina, cerraron sus mercados. Entre 1929 y 1934, el volumen del comercio mundial se redujo en 66%.

Es verdad que la Organización Mundial del Comercio (OMC) no impide aumentar las tarifas hasta el máximo autorizado. Cantidad de países emergentes tienen aún cierto margen y lo usan en este momento.

Distorsiones sutiles

Para no ser acusados de decir una cosa y hacer otra, los gobiernos parecen recurrir a las formas más sutiles de distorsión de la competencia.

La mayoría de los planes de reactivación de la economía prevén ayudas a diferentes sectores industriales, el automotor sobre todo. Pero esas ayudas podrían ir mucho más lejos que una única operación de salvataje.

Una de las distorsiones más graves reside en las devaluaciones. Muchas divisas flotan, pero su valor refleja la política del banco central o de sus intervenciones en el mercado. Otras, como el yuan chino, se mueven según la decisión de las autoridades.

"El efecto de fluctuación de las grandes monedas es muy superior a todas las medidas imaginadas por los peores proteccionistas", dijo Pierre-Noel Giraud, profesor de economía en la Ecole des mines ParisTech. El problema es que, en este caso, la reglamentación no existe: "La OMC […] es impotente contra el proteccionismo monetario", explicó Antoine Brunet, profesor de la Universidad París-Dauphine. Y desde 1971, el FMI tampoco tiene derecho de opinar al respecto.

El nivel de la moneda china, calibrada para sostener la exportación, se ha transformado en una pesadilla para EE.UU., aunque Rusia y Gran Bretaña también fueron acusados de devaluar un poco sus monedas para favorecer las ventas externas.

Muchos economistas consideran, sin embargo, que la forma más perniciosa de nacionalismo económico es que los gobiernos fijen reglas a bancos rescatados de la quiebra. Así, los bancos se alejarán de sus actividades de mercado "para actuar según los intereses de los gobiernos", advirtió Nicolas Veron, del think tank Bruegel, de Bruselas.