La unidad de la oposición entre la debilidad intelectual de demócratas, la alianza de estatistas y empresarios y el ataque a Carlos Mesa


La política es un escenario en el que se disputa el control del Estado. Del Estado depende la generación del marco jurídico e institucional para el desarrollo de todas las actividades de la sociedad, y entre ellas, de la economía.

La economía, es la que resume los intereses materiales de la sociedad y es la que al final ordena la pugna por el control del Estado. Además, en el escenario político, es la que sitúa a unos como aliados y a otros como adversarios.

En Bolivia, como todos conocemos, estamos a pocos meses de las elecciones nacionales; evento en el que se definirá el control del Estado y en el que además, se disputará la orientación histórica del mismo y de la sociedad boliviana.



El MAS, que pondrá en juego su dominio del poder estatal, apunta políticamente a consolidar el denominado modelo “participativo”, cuyos protagónicos e influyentes actores son los movimientos sociales. Sin embargo, en todos estos años no ha logrado construir una sólida y coherente estructura institucional del Estado; contrariamente en esta materia, ha seguido solo el interés de acumulación política, prebendalizando toda acción estatal y provocando como resultado final un Estado ineficiente, incoherente, corrupto e inconsistente.

En lo económico, a la luz de los hechos y de la Agenda del Bicentenario, el MAS apuesta por ampliar al máximo el dominio del Estado sobre la economía basada en el extractivismo y el rentismo.

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Frente a ello y a la luz de la política del gobierno, se ha configurado una Oposición cuyos ejes son: en lo político, la reestructuración de un Estado que respete la independencia de poderes y las libertades individuales y grupales; y en lo económico, la generación de una base productiva diversa y sostenible, independiente de la injerencia política. Sin embargo, estos planteamientos no provocaron una manifestación unitaria en la representación política.

¿Si esa es la disposición de los actores en el escenario político del país, por qué en la Oposición es imposible forjar la unidad de todos los partidos políticos?

Si bien en el ámbito político todos los partidos de oposición coinciden en la necesidad de reponer la democracia; coincidencia que allanaría el camino para la tan exigida unidad,  parece que en el ámbito económico o estrictamente en el ámbito de los intereses económicos, no hay total coincidencia.

Dentro de esta Oposición, para el Movimiento Demócrata Social o ahora “Alianza Bolivia Dice No”, el Estado extractivista, prebendal, discresional y autoritario impuesto por el gobierno del MAS, parece no interesarle mucho cuando se trata de resguardar los intereses de la élite agroindustrial.

En ese marco, la aprobación de la ley de biocombustibles, la permisividad en el uso de biotecnología, y la cuantiosa canalización de recursos en beneficio del empresariado cruceño, sin que la bancada de demócratas haya cuestionado nada, confirmaría lo señalado. Si bien estas pueden ser demandas legítimas del empresariado, continúan reproduciendo el Estado fallido mencionado líneas arriba.

Bolivia espera que la agroindustria de Santa Cruz resuelva el problema de la productividad y competitividad, en el marco de una institucionalidad que elimine la prebenda de las relaciones con el Estado, solución que no condene al agotamiento vertiginoso de los suelos cruceños, ni por supuesto, a la quiebra de tan importante actividad económica. Rechazamos un gobierno rentista y patriarcal, pero también un pueblo o un empresariado mendigo.

Pese a esto y como se mencionó anteriormente, el MAS ha desarrollado una serie de acciones de convergencia con los actores de la economía agroindustrial de Santa Cruz, solo con fines electorales, definiendo la posición política de la élite agroindustrial y condicionando la posición política de los Demócratas.

Sin embargo, la reposición de la democracia y la institucionalidad del Estado, debería ser un motivo suficiente para dar paso a la unidad y frenar el intento de perpetuación del MAS en el poder, tal como sostienen y exigen los valientes activistas del 21F.

Es así que, lo señalado desvirtúa el carácter nacional de la posición política de la Alianza Bolivia Dijo No, connotando una debilidad intelectual de sus cuadros partidarios subordinados a intereses de una élite empresarial, beneficiando electoralmente al Movimiento al Socialismo.El cuadro de situación descrito, explicaría el feroz ataque de “Demócratas” a Comunidad Ciudadana, y en especial a Carlos Mesa. El supuesto para este Partido, es que sin importar quien gane las elecciones, a partir del nuevo gobierno se instaurará un nuevo sistema político en el que tienen asegurado un espacio, dado su incuestionable peso político producto del poder económico de sus representados.En consecuencia, se devela que el mayor enemigo de la unidad de las fuerzas democráticas, es el Estado extractivista y autoritario  promovido por el MAS, unido a los intereses de las élites agroindustriales y el servilismo de los Demócratas a esta política de reproducción del poder.Como conclusión, no es Carlos Mesa quien no quiere la unidad, ni siquiera Oscar Ortiz posiblemente, sino que es el interés del MAS, aliado circunstancial y espúreo de la elite agroindustrial de Santa Cruz, quien ve a la unidad en torno a Carlos Mesa como la mayor amenaza a sus intereses, instrumentalizando la conducta de la Alianza Bolivia Dijo No.Finalmente, estamos convencidos que el rol de un partido político es dirigir la sociedad no en función de un grupo, si no del interés nacional. Por esta razón, la élite empresarial de Santa Cruz no puede equivocarse, ya que el beso de la muerte es la figura más cercana a esta atípica alianza entre empresarios privados y social – estatistas. Pasó en Venezuela y pasó en la Argentina y Nicaragua, por lo que estamos seguros que sólo la democracia, la libertad, la justicia y la institucionalidad del Estado, garantizarán el desarrollo de la economía y de la sociedad.Fuente: Grupo de Trabajo Oruro – Comunidad Ciudadana