Juan José Chumacero Zurita. El Diario.
Pensé que este año el MAS y el Gobierno de los “pueblos indígenas originario campesinos” irían por el camino del ama suwa (no seas ladrón) como parte del cambio, como una catarsis colectiva o revancha étnica, promovido oficialmente durante tres años. Lamentablemente, hace unos días el desencanto se apoderó del gobierno del MAS y de los electores indígenas y no indígenas, ya que al parecer la corrupción como parte de la gestión pública poco eficiente se patentiza cada vez más con nitidez, y ahora, de la mano del otrora hombre más fuerte del MAS.
La corrupción es ciertamente un problema de gran trascendencia pública. Generalmente es analizada de manera superficial. Es vista como un problema policíaco o político. Permanentemente la prensa se detiene en ella denunciando sus múltiples modalidades. En mi concepto, el elemento central es que no hemos entendido qué es la corrupción. Generalmente la tomamos como una causa, cuando es un efecto. Todos nos preocupamos por el problema, pero creemos que lo que ocurre es que, como somos demasiado corruptos, no funciona el sistema, no funciona la democracia, no funciona la ley, cuando es exactamente al revés. Como no funciona el Estado de Derecho, como no funciona el sistema institucional, se produce la corrupción como una alternativa para que la gente (como al parecer Santos Ramírez) pueda desarrollar sus diferentes actividades económicas. La corrupción, es pues, un efecto. Mientras no lo veamos así, podemos llenarnos la boca con fórmulas retóricas y con condenas más o menos generales, pero nunca produciremos instituciones más honestas.
En este contexto, incluso la “nueva” Constitución (en su preámbulo como fórmula retórica) pretende dejar en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal, es más, el Art. 8 promueve como principios “ético-morales” de la sociedad el ama suwa (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso) y ama qella (no seas flojo), y toda una parafernalia. Y para peor se afirma que los “indígenas son la reserva moral de la humanidad”. Mientras tanto, el ama suwa y el ama llulla cotidianamente se patentizan en la gestión masista, sobre todo con lo acontecido con YPFB y el escándalo del “volteo y asesinato” de conocimiento general: ¡se comprueba que los principios del Art. 8 de la “nueva” Constitución son una entelequia!
Por qué sostengo que la corrupción es un efecto: porque en una acción voluntaria y desesperada (improvisada); Morales trató de insuflar (¿?) vitalidad a su proceso de cambio y para ello posesionó como director de YPFB, como pieza clave, al mejor “cuadro” de su entorno, al (recalcitrante) indigenista Santos Ramírez, Maestro Rural (MR) transformándose, así, en uno de los mejores operadores del partido indigenista, cuya principal meta era la aparente consolidación de la nacionalización. Para el efecto, el MR fue empoderado e investido con el DS 29.506 de 9/04/08, con el cual éste tenía el poder y la autorización para realizar contrataciones de obras y otros de forma directa sin “intermediarios” legales ni institucionales.
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De hecho, me pregunto ¿por qué se le delegó tanto poder?, ¿cuál era la utilidad de ese poder y a quién o quiénes beneficiaba? ¿Acaso el MAS es un partido inorgánico? ¿Acaso cada funcionario hace lo que le da la gana sin informar a su inmediato superior? ¿O Ramírez es un chivo expiatorio? Como se puede colegir, el MR tenía carta blanca para efectivizar todas las contrataciones. Esta amplia facultad debía beneficiar al Estado, pero al parecer indujo a excesos y a la corrupción. De hecho la firma del contrato con Catler Uniservice, afirma la prensa, se consolidó con gran pompa el 15 de julio en el campo Río Grande y, téngase en cuenta, en presencia del Presidente de los bolivianos y del actual sucesor del MR. En consecuencia, don Evo Morales Aima y el actual Director de YPFB tenían conocimiento de esta firma. De hecho, por sentido común es difícil creer que el MR actúo solo en este entuerto. ¿YPFB realmente es una isla como institución estatal?, ¿no existían los mecanismos legales para determinar la consistencia y capacidad técnica de Catler Uniservice? ¿Nadie pudo determinar si era o no una “empresa fantasma”?
El léxico popular dice “no escupas alto…” pues la saliva amarga, en este caso, se estrelló en la cara del MR, éste que sin consideración promovió la escisión entre indígenas y no indígenas, generando el odio, vilipendiando (demagógicamente) a diestra y siniestra sobre la corrupción en gobiernos y funcionarios neoliberales. Lo cierto es que YPFB, como institución principal en el proceso de cambio, fue motivo de improvisaciones en su Dirección, de hecho al menos dos de los últimos cinco presidentes: Alvarado y Morales Olivera fueron echados por irregularidades para vergüenza de sus adláteres masistas. El hecho trágico de esta trama es que a diferencia de los 33 camiones de contrabando en Puerto Evo (Pando), aquí hay un muerto (y empresario) asesinado en la puerta de una vivienda del hermano de la esposa del MR. Eso de que el Jefe de Estado es débil con los peces gordos y “k’aras” como Juan Ramón Quintana, y duro con los indígenas como Santos Ramírez, Félix Patzi y Abel Mamani (R. De la Cruz. 4/02/09), es motivo de preocupación. Lo cierto es que como de costumbre (mecánica) Evo Morales Aima afirmó que el MR era víctima de las calumnias de la oposición. Mecánica, -digo-, porque poco después destituyó al mismo.
En consecuencia ante esta aparente corrupción y vergüenza que desacredita al gobierno del MAS, si es consecuente con los principios que promulga, debe anular los DS 29.506 y 29.461. Esta idea es sencilla, porque los decretos supremos no son gratis, no son neutrales, tienen costos y beneficios y, en consecuencia, pueden alterar el comportamiento de las personas. Modifica los medios puestos a disposición de las personas para tomar decisiones en los mercados.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación.
E-mail: [email protected]