La solidaridad que brota en todas direcciones es proporcional al desastre que están viviendo los chiquitanos y las necesidades de quienes trabajan con esfuerzo genuino para combatir el fuego. No hay escuela, rincón de la ciudad, barrio, parroquia o institución donde no estén haciendo colectas de dinero, víveres, agua, medicamentos y todo lo necesario para ayudar a en estas circunstancias tan difíciles. La gente llora de pena por lo que ocurre, hace cadenas de oración, realiza marchas y también manifiesta su molestia por la indolencia del Gobierno, que sigue respondiendo con gestos de burla. Existe un mapa con todos los puntos señalados y autorizados donde la gente puede hacer sus aportes, pero hasta el más cándido y generoso debe cuidar que la mayor beneficiada no sea la viveza criolla, especialmente la de los políticos y funcionarios públicos, que tienen experiencia en lucrar con la tragedia ajena.
Fuente: eldia.com.bo